Publicidad

El affaire Guillier-Calvo y la traición gay


Esta columna nace de la decepción. Su tesis central es muy simple: los dirigentes LGBTI se ponen del lado de las víctimas siempre y cuando los victimarios sean un grupo de flaites y desadaptados (Zamudio versus Care’Pato y Cía.), pero si el victimario es poderoso (Calvo versus Guillier), la cosa cambia y el victimario pasa a ser el bueno.

Todos los analistas han demostrado lo insostenible de los argumentos del candidato masón. Su homofobia al relacionar la homosexualidad del juez Calvo con la pedofilia, y con la forma en que lo sacaron, a la fuerza y por televisión, del clóset. También, su falta de escrúpulos en el diseño -casi extorsión- con el que él y su equipo de investigación forzaron (con cámaras ocultas, mentiras y cuasiamenazas) las palabras del magistrado. Luego, su poca solidaridad, al dejar que sus empleados (entre ellos un estudiante en práctica), pagasen por el delito cometido, para él escabullirse escudado en su flojera y en un fútil tecnicismo. Y, peor que todo, su falta de arrepentimiento. Porque hasta el día de hoy, Guillier sí reconoce todo lo que hizo, pero desde el orgullo.

Guillier arruinó la carrera de un juez brillante, solo porque, según él, era «un gay reprimido». ¿Se arrepiente? No. De hecho, hace poco declaró en una entrevista que hizo lo que debía hacer. ¿Por qué? Porque, para su mente estrecha, un juez gay es igual a un juez pedófilo o, por lo menos, a un «juez con tejado de vidrio».

Pero, claro, luego del penoso espectáculo de la muñeca inflable, no es que espere mucho de Guillier y de su empatía con los temas de género y la diversidad. Pero sí que esperaba mucho más de nuestros dirigentes LGBTI. ¿Dónde están? Pues, ahora que le va bien en las encuestas, obviamente detrás de Guillier. Sin asco ni cuestionamientos. Las convicciones, al bolsillo perro. Y se lucen aceptando sus invitaciones a cenar, sacándose fotos con él, sonriéndole… blanqueándolo.

[cita tipo=»destaque»] Luego del penoso espectáculo de la muñeca inflable, no es que espere mucho de Guillier y de su empatía con los temas de género y la diversidad. Pero sí que esperaba mucho más de nuestros dirigentes LGBTI. ¿Dónde están? Pues, ahora que le va bien en las encuestas, obviamente detrás de Guillier. Sin asco ni cuestionamientos. Las convicciones, al bolsillo perro. Y se lucen aceptando sus invitaciones a cenar, sacándose fotos con él, sonriéndole… blanqueándolo.[/cita]

Es impresentable la forma en que nuestros dirigentes están vendiendo tantos años de lucha y de marchas y de sangre…. porque la nuestra es una comunidad en permanente sacrificio, todo por una miserable cuota de poder en un futuro aún incierto. Por un puestito por aquí, una agregaduría por allá, o el apoyo en una candidatura parlamentaria por acullá.

Claro, argumentan, que lo del Juez Calvo es «pasado pisado». Que ahora Guillier está en una posición shuper diversa. Que ha firmado un montón de documentos apoyando nuestras causas. Y claro, uno podría decir que Jovino Novoa y José Antonio Kast, a su manera, también están súper comprometidos con la democracia. Aunque asimismo con ponerla entre paréntesis si el país lo requiere. Así como también Guillier estaría dispuesto a volver a hacer lo que hizo al juez Calvo, si «el periodismo» lo necesita. Recalcitro: Guillier no ha pedido perdón, y tampoco nadie se ha preocupado de preguntar al juez Calvo si estaría dispuesto a perdonarlo. Y punto final. De qué serviría eso si, en realidad, lo que nuestra gente necesita no es amor, eso a nosotros nos sobra… lo que necesitamos es justicia.

En resumen, nuestros «disque activistas» LGBTI –todos hombres, treintones y cincuentones– estarán ahí para defenderles con uñas y dientes, claro, si quien ataca es de Maipú, Lo Prado o de Cerro Navia. Para el resto, my love, que te vaya bien, que te pise un auto, te parta un rayo y te mate un tren. Porque el tamaño de su traición, solo es comparable con el tamaño –miserable y gigante– de su ambición.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias