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Errores de instalación del gobierno y conflictos en procesos críticos Opinión

Errores de instalación del gobierno y conflictos en procesos críticos

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En los últimos días, y tras la publicación de una grabación en la que el Senador Francisco Chahuán criticaba fuertemente la situación actual del gobierno, quedaron en evidencia las dudas sobre el éxito del denominado “proceso de instalación” de Sebastián Piñera y Chile Vamos en el Poder Ejecutivo.

Chahuán cuestionaba apasionadamente el eje principal del discurso presidencial del 1 de junio recién pasado: que las turbulencias iniciales habían quedado atrás, y que a contar de ese momento – como si la Cuenta Pública Presidencial tuviese de por sí la virtud de exorcizar problemas – se empezaba a gobernar en propiedad.

En definitiva, que empezarían a llegar los prometidos “Tiempos Mejores”.

Y es que, en un principio, el domingo 11 de marzo el camino parecía expedito para quienes durante los 4 años previos dividieron su dedicación entre ejercer oposición, defenderse de acusaciones de financiamiento ilegal de la política y construir un pacto que diera la esperanza de gobernar más de un período. Los medios de comunicación ya especulaban sobre quiénes quedaban en primera línea para suceder a Sebastián Piñera en 2022. Sólo cinco días después, se hablaba de un “Libreto Perfecto”.

[cita tipo=»destaque»]La agenda legislativa se ha reducido principalmente a proseguir la tramitación de proyectos iniciados por el gobierno de Michelle Bachelet, promulgando algunas leyes “emblemáticas”, como la de Educación Superior y la de Universidades Estatales, que aseguran la gratuidad en la educación superior. Sebastián Piñera se ha convertido entonces, en un beneficiado del supuesto “frenesí legislativo” que años atrás criticaban airadamente los actuales Ministros de Defensa y de Justicia y Derechos Humanos.[/cita]

Sin embargo, transcurridos tres meses, el Presidente de la República no ha sido capaz de cuajar ninguna de las ideas que lo llevaron a ponerse la banda presidencial por segunda vez. El libreto se ha traspapelado entre las carpetas con los recuerdos del primer gobierno y los fracasos en su gestión política.

El llamado a construir comisiones extraparlamentarias, para construir cinco grandes acuerdos nacionales en áreas consideradas críticas por la ciudadanía, ha quedado en tercer o cuarto plano, con solo una comisión entregando sus conclusiones, las que, hasta el momento, no se han traducido en ningún proyecto relevante.

La agenda legislativa se ha reducido principalmente a proseguir la tramitación de proyectos iniciados por el gobierno de Michelle Bachelet, promulgando algunas leyes “emblemáticas”, como la de Educación Superior y la de Universidades Estatales, que aseguran la gratuidad en la educación superior. Sebastián Piñera se ha convertido entonces, en un beneficiado del supuesto “frenesí legislativo” que años atrás criticaban airadamente los actuales Ministros de Defensa y de Justicia y Derechos Humanos.

Sólo puede mostrar caras alegres el equipo económico del Gobierno, el que, sin que ninguna medida concreta del actual gobierno haya dado frutos, sonríe gracias a las cifras macroeconómicas que darían cuenta de una mejora en la situación económica del país.

La pregunta que surge entonces – dada la preocupante abulia que exhibe el gabinete ministerial – es a qué se ha dedicado el Gobierno durante estos tres meses, además de proclamar a los cuatro vientos una situación de estrechez fiscal.

La respuesta parece ir por el lado de los conflictos políticos, y la incapacidad del Ejecutivo de superarlos.

Porque si tras el escándalo de la fallida designación del hermano del Presidente de la República como Embajador en Argentina, y los cada vez más frecuentes y menos atinados dichos del Ministro de Educación, el Ejecutivo reenfocó sus esfuerzos a tratar de recuperar el control de la agenda política, labor que ha sido, hasta ahora, infructuosa.

En primer lugar, la estrepitosa derrota que significó el rechazo del Protocolo de la Ley de Aborto en 3 causales tiene al Ministro de Salud enfrentando una acusación constitucional.

Paralelamente, el viaje con recursos fiscales del ministro de Hacienda a un foro de ex alumnos de la Universidad de Harvard, ha revivido el estigma del uso de lo público para fines privados que ha acompañado a la derecha chilena desde el fin de la dictadura.

Asimismo, la incapacidad del comité político de ejercer el liderazgo dentro de la coalición ha significado que la denominada “bancada evangélica” y la UDI pongan en riesgo y dilaten la tramitación de dos proyectos de ley que afectan la postura del Ejecutivo frente a la sociedad: identidad de género y adopción.

Suman a esta combinación de errores no forzados, los conflictos entre la Ministra y el ahora ex Subsecretario de Medio Ambiente, los cuales, envueltos en un clima de cuestionamiento en torno a las relaciones al interior del Ministerio, han puesto en jaque nuestra institucionalidad ambiental. Todo ello, cuando Michelle Bachelet cosecha el reconocimiento internacional por la ambiciosa y exitosa Agenda Ambiental y de Energías Renovables desarrollada en su gobierno.

Mientras tanto, aún quedan cargos en las primeras líneas sin ser designados, y SEREMIS que se han visto obligados a renunciar a sus cargos por acusaciones de acoso y de hurto.

Todo ello nos lleva a concluir que los dichos del Senador Chahuán – quien, cual estudiante llamado al orden, ha debido recorrer los medios de comunicación alabando la gestión presidencial – son un aviso, a tres meses del inicio del gobierno, que el proceso de instalación no ha sido tan rápido como se deseaba, ni tan exitoso como se proclama, y que al igual que la instalación de un software en malas condiciones, cuenta con errores en procesos críticos y genera conflictos con el sistema.

Queda la duda sobre si las actualizaciones para solucionar esta falla llegarán pronto, y si serán efectivas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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