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Amor al Pinochetismo

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Por: Rodrigo De La Fabián


Señor Director:

Hace unos días hemos escuchado a la Diputada Camila Flores declarar abiertamente su amor al Pinochetismo. Esta nueva estrategia comunicacional, la cual consiste en afirmar que se puede ser pinochetista y, al mismo tiempo, condenar las violaciones a los DD.HH., implica una particular estrategia retórica, distinta al negacionismo, que es necesario aclarar.
Además de la represión neurótica, Freud distinguió otros dos mecanismos de negación: la desmentida, perversa; y la forclusión, psicótica. Esta última, que corresponde a la figura política del negacionismo, se caracteriza por tratar a un hecho acaecido como algo jamás ocurrido, lo que se traduce en una reconstrucción delirante de la realidad. Por otra parte, la desmentida opera mediante la escisión del yo, e implica el reconocimiento y la negación simultánea de la realidad de un hecho. Más precisamente, la desmentida, reconoce que “la violación de los DD.HH. ocurrida durante la dictadura es un hecho inaceptable”, pero aísla esta afirmación de sus consecuencias afectivo-morales, tales como la indignación o la condena a la dictadura. De este modo, ella pierde su potencial crítico para devenir un soporte ético-político del Pinochetismo: “Porque condeno la violación a los DD.HH., puedo afirmar, sin culpa ni vergüenza, que Pinochet fue un gran presidente”.
No es su coraje, sino el uso de la desmentida el que explica que la Diputada Flores haya podido vociferar públicamente su Pinochetismo. Del mismo modo, es este mecanismo el que también permite a un militante de Evópoli, por ejemplo, liberarse de la culpa de convivir con tales posturas.
La derecha se encuentra internamente tensionada. Pero, no es “el respeto por la diversidad”, como lo señaló la Vocera de Gobierno, lo que la mantiene cohesionada: Pinochetismo y anti-Pinochetismo conviven gracias a una solución perversa.

Rodrigo De La Fabián
Doctor en Psicoanálisis
Académico Facultad de Psicología UDP

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