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Los niños y la política: ¿Proteger la “inocencia” o perpetuar la ignorancia?

Por:  Francisca Koppmann Kuester


Señor Director: 

El estallido social del que hemos sido testigos en Chile ha situado en el debate público muchas temáticas que hasta hace poco no habían sido dotadas del interés que merecen. Los acontecimientos de las últimas semanas han generado en la ciudadanía una alta participación política, ha propiciado las conversaciones sobre política en la sobremesa y motivado la expresión de opiniones sobre temas contingentes. Estos efectos son, a la luz de los decrecientes niveles de participación con los que contábamos antes del 18 de octubre, muy positivos. Sin embargo, a pesar de que a nivel discursivo los sectores políticos parecían estar de acuerdo en lo necesario e importante que era aumentar esos porcentajes, pareciera ser que tanta participación incomoda. Y existe una opinión que resulta particularmente incómoda: la de los niños y niñas. Los más pequeños son parte fundamental y muy numerosa de nuestra sociedad, y no hay duda de que los acontecimientos del último tiempo les han afectado de una u otra manera. Durante los primeros días de manifestaciones, se llamaba a explicar a los niños lo que sucedía, a incluirlos en la conversación, acompañándolos y preguntándoles cómo se sentían. La idea era mostrar una actitud protectora pero que también les permitiera a los niños hacerse parte de lo que estaba pasando, de opinar y compartir sus percepciones. Eso fue dando pie a que las marchas se transformaran en instancias familiares, en que los niños participaban junto a sus padres y vivían su propia experiencia de protesta. Luego, con la aparición de cabildos y otras instancias para discutir las propuestas para un nuevo pacto social, surgieron también iniciativas dirigidas a los niños, para que pusieran en común sus ideas y sueños para un nuevo Chile.

La participación infantil que hemos visto a raíz del estallido social es positiva y necesaria, puesto que permite la inclusión temprana de los más pequeños en la comprensión de la política. Pero más importante aún, les permite ser sujetos de derecho, ejercer sus libertades garantizadas en diversos instrumentos internacionales de Derechos Humanos. ¿Por qué algunos se empeñan en impedir la participación de los niños? ¿Qué es lo que tanto incomoda de esas opiniones? Tal como se mencionó más arriba, estamos en una crisis de participación, y eso se arrastra desde que somos niños. El no hablar de política en la mesa porque “son temas difíciles”, el no conversar de política con los niños porque “son muy chicos para entender”, el impedirles ver ciertos programas de televisión cuando existen en ellos opiniones que incomodan a los adultos, el no querer que en el colegio se enseñe Educación Ciudadana porque “los van a adoctrinar”, entre otras prácticas que lo único que hacen es excluir a los niños, privarlos de sus derechos fundamentales y generar en ellos un germen de ignorancia, desinterés y poca participación en política.

Hoy la ministra de educación Marcela Cubillos señaló que presentará un proyecto para evitar el “adoctrinamiento político” en colegios y jardines infantiles, afirmando que los profesores, en vez de hablar de política, deben cuidar la “inocencia” de los niños. ¿Es realmente inocencia lo que se quiere perpetuar? ¿O es ignorancia? Con medidas como esta lo único que se genera es una desconexión de la realidad, una burbuja de ignorancia que se alimenta de la exclusión de temas políticos que muchas veces fomentan los padres. Antes del 18 de octubre esos padres criaban niños que no conocían lo que pasaba más allá de su barrio o de su colegio, y ahora que la desigualdad se ha ido haciendo progresivamente más visible, no quieren que sus hijos sepan lo que pasa. El argumento es que “es un tema difícil” y que “hay que proteger la inocencia”, pero en realidad ese es solo el disfraz que oculta la incomodidad de explicar a los niños que hay un mundo más allá del metro cuadrado en que vive, y que ese mundo es tremendamente injusto.

Años de no hablar de política con los niños derivaron en esta situación. Formar a los niños en ciudadanía para que conozcan sobre la democracia, sobre la política, fomenten su pensamiento crítico y, lo más importante, para que puedan aprender y ejercer sus derechos, es necesario. Es urgente romper esa burbuja de ignorancia que ha posicionado a la política como un tema tabú para cuyo entendimiento se requiere ser adulto. La inocencia que defienden ciertos sectores no es más que ignorancia, una ignorancia que se perpetuará si no cortamos de raíz la privación de tocar temas políticos con los niños. Aprendamos a conversar con ellos, a motivarlos a dar su opinión de forma respetuosa, a tratar juntos esos temas “difíciles”. Y si la escuela nos echa una mano en eso, mucho mejor. Hablar de política no es adoctrinamiento, es educación. Y hoy más que nunca se hace necesaria una educación que incorpore temáticas ciudadanas, de democracia y de derechos humanos, que permitan a los niños un debate informado y responsable. Siempre escuchamos que los niños son el futuro, pero ¿cómo queremos que sean el futuro si los mantenemos bajo ese manto de ignorancia disfrazándolo de inocencia? Los niños son el futuro, si, pero también son el presente, y ahora es cuando requieren de las herramientas que en un futuro les permitirán ser ciudadanos formados, responsables y participativos.

 Francisca Koppmann Kuester- Estudiante de Ciencia Política UC

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