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El bosque esclerófilo que se está secando necesita ser una prioridad multiministerial

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Por: Marcelo D. Miranda


Señor Director:

Durante los últimos tres años hemos venido observado como a través de la región mediterránea de nuestro país, de forma especial entre los ríos Aconcagua y Cachapoal, el bosque esclerófilo dominado principalmente por las especies quillay, peumo, litre, boldo y espino se está secando. Esto, producto de los efectos del cambio climático en esta región, el cual ya se expresa en una prolongada sequía de más de diez años y olas de calor en verano cuyas temperaturas están superando los 35°C.

Numerosos informes y artículos científicos publicados en instituciones nacionales e internacionales de alto prestigio (CCG-UC, (CR)2, FAO, ONU, IPCC, Science, Nature, entre otras), ya nos han alertado de forma reiterada de los efectos del cambio climáticos en la zona central de nuestro país. Todos ellos han indicado que una disminución de la precipitación entre 30 y 50% y un aumento de las temperaturas medias en 2 a 4°C tendrían un efecto devastador en los ecosistemas de la región central de Chile al año 2050 y 2100.

Lamentablemente, estudios publicados recientemente y las observaciones que hemos realizado en terreno durante los dos últimos años indican que estos efectos son ciertos, de alta intensidad y se están adelantando en relación a lo proyectado por los modelos de clima. Es así que hoy es posible observar cómo se está secando el bosque esclerófilo en diversos sectores de la región central de nuestro país tales como Chacabuco, Quebrada de Macul, Aguas de Ramón, Río Clarillo, Machalí, Altos de Cantillana, Angostura de Paine, Doñihue, Lo Prado, Curacaví, Casablanca, El Melón y Cerro La Campana.

Los efectos que puede provocar la pérdida de los bosques esclerófilos y sus ecosistemas asociados sobre la calidad de vida de la población de Chile central son muy graves. Esto, debido a que ellos a diario nos entregan una serie de beneficios ecosistémicos fundamentales que muchas veces no percibimos directamente, tales como: control de temperatura del aire, captura de material particulado, producción de agua dulce, producción de hierbas y frutos, polinización, control de especies invasoras, hábitat de la fauna y biodiversidad, protección contra inundaciones, paisaje y belleza escénica, esparcimiento e identidad cultural, entre otros.

Dado esto, la protección del bosque esclerófilo de Chile debe ser una prioridad urgente en el accionar de los Ministerios de Medio Ambiente, Agricultura, Vivienda y Urbanismo y Obras Públicas debido a que muchas actividades que de ellos dependen (aprobaciones de estudios de impacto ambiental, cambio de uso de suelos para expansión de la agricultura, planes de urbanizaciones y de obras civiles de proyectos de infraestructura, control de cortas ilegales y planes de manejo forestales, etc), afectan directamente la conservación de estos ecosistemas y son más importantes hoy.

Nuestro bienestar depende directamente de la salud en que se encuentran los bosques esclerófilos y todos los ecosistemas de los cuales dependemos para nuestro desarrollo como individuos y como sociedad. Su valoración, protección y uso sostenible es un deber que debemos exigir a nuestro Estado y sus instituciones si queremos pasar con éxito los desafíos que nos impone el cambio climático actual.

Dr. Marcelo D. Miranda
Profesor Asociado
Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente
Pontificia Universidad Católica de Chile

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