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¡Vote y sea inteligente! Opinión

¡Vote y sea inteligente!

Alejandro Reyes Vergara
Por : Alejandro Reyes Vergara Abogado y consultor
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Como usted sabe, en la antigua Grecia los “idiotas” eran aquellos que despreciaban la política, no se interesaban en los asuntos públicos ni participaban en sus decisiones. Se recluían en su mundo privado e intereses particulares, mirándose el ombligo. Era mal visto y deshonroso entre los helenos ser “idiota”. Se les consideraba vulgares, ignorantes y sin valor. Participar era tan importante que hasta daban subsidios para salir de la “idiotez”. Por cierto, también eran “idiotas” los que entonces tenían prohibido participar, como los esclavos y los extranjeros.

Con el paso de los siglos, la palabra “idiota” la tomaron los romanos para el latín y empezó a significar ignorante, mal educado, desinformado o sin experiencia. Y más tarde, hasta hoy, “idiota” en castellano es un insulto contra el “tonto” o poco inteligente.

Infórmese bien, sea inteligente y vote

Usted no sea “idiota” en ninguno de los 3 sentidos del vocablo, ni en el griego ni en el latín ni el castellano: 1) Vote. Participe en esta decisión tan importante para Chile; sea un ciudadano responsable. 2) Infórmese. De fuentes confiables, sobre el plebiscito, la Constitución vigente y una nueva, así como sobre las alternativas para elaborarla. No deje que le metan mulas, que no lo engañen con información falsa, torcida, errada y ambigua que está circulando. Resuelva sus dudas. 3) Sea inteligente para votar. Es decir, interrelacione la información, conocimientos y experiencias que acumule, y fórmese su propia comprensión. Delibere con otros y piense por sí mismo. Pregúntese qué está en juego, qué es lo importante, lo deseable y lo mejor para Chile con un horizonte de largo plazo. Una Constitución dura varias décadas. Busque lo mejor para el “bien común” del país, que es la finalidad ética esencial de la política y los asuntos públicos.

Destruyendo mitos

Siguen rondando mitos, eslóganes ambiguos y errores que llevan a confusión e indecisión. En mi columna del 15 de octubre traté de despejar la “hoja en blanco”. Aclaremos otros:

1.- Es falso que no puedan gestionarse desde ya los cambios o aprobarse reformas legales que solucionen los problemas urgentes y concretos de la gente. No es incompatible con elaborar en paralelo una Nueva Constitución.

2.- Tampoco es cierto que desde el 18/O hasta ahora el Gobierno y el Congreso no pudieran avanzar en las mismas soluciones concretas y reformas legales. Se ha perdido un año para avanzar en las reformas a la policía, el sistema previsional, el sistema de salud y el de educación.

3.- Es impreciso que la Nueva Constitución o la reforma de la vigente solucione directamente los problemas reales de la gente. Es una expectativa desmesurada. Las soluciones se hacen con buenas ideas, gestión eficiente y eficaz de cada Gobierno, y con nuevas leyes que se deben dictar conforme a la Constitución que esté vigente. Sin embargo, una Nueva Constitución establecerá mayores derechos, mejores garantías para hacerlos cumplir, mayor iniciativa parlamentaria y quórums razonables para aprobar proyectos de ley que solucionen los problemas concretos de la gente. Ello permitirá avanzar más rápido y mejor para resolverlos.

4.- El “Rechazo para Reformar” es una alternativa que no existe en este plebiscito, no está en los votos. Es solo una idea, una propuesta política. Pero si gana el Rechazo, no existe ninguna obligación constitucional ni legal que garantice que se cumplirá la idea de reformar la Constitución vigente. Los partidarios del “Rechazo para Reformar” no han suscrito un acuerdo o compromiso formal ante la ciudadanía de aprobar reformas ni cuáles. Durante todo este tiempo pudieron haber presentado al Congreso sus proyectos de reformas a la Constitución vigente, para avanzar. Tampoco lo hicieron. Pruebas son amores y no buenas razones.

5.- Se afirma que la Nueva Constitución la harán “los mismos de siempre”. Revisemos los distintos casos para tenerlo claro. Entenderé como “los mismos de siempre” a los 198 parlamentarios que llevan casi años o décadas en el Congreso Nacional.

a) Si gana el Rechazo queda vigente la Constitución actual como está. Si le quisieran hacer reformas, deberán hacerlo los mismos parlamentarios, o sea, 100 % de “los mismos de siempre”.

b) Si gana el Apruebo y la Convención Mixta, la Nueva Constitución debe hacerla un grupo integrado en un 50% por “los mismos de siempre” y otro 50% por personas de elección popular.

c) Si gana el Apruebo y la Convención Constituyente, la Constitución deberán elaborarla un grupo integrado en un 100% por personas de elección popular, de las cuales la mitad tienen que ser mujeres. No habrá ningún parlamentario actual, es decir, 0% de los “mismos de siempre”. Y los que sean parte de la Convención Constituyente además estarán impedidos de ser candidatos a otros cargos con posterioridad por un tiempo.

6.- Algunos sostienen que una “Nueva Constitución” fue una solución impulsada solo por los políticos pero que no querían los ciudadanos. Veamos. En noviembre de 2019 prácticamente la totalidad de los partidos políticos, desde la UDI hasta la izquierda, excluyendo al PC, acordaron esa solución, y luego la implementaron a través de una reforma Constitucional aprobada por casi la totalidad del Congreso en diciembre. Fue la única salida institucional global que los políticos encontraron, para darle un cauce a muchas demandas de los ciudadanos, en un momento dramático de la historia, cuando la institucionalidad, la Presidencia de la República y el orden público estaban en una crisis gravísima.

Pero veamos la opinión de la ciudadanía. El 15 de diciembre de 2019, 330 municipalidades de Chile hicieron una Consulta Ciudadana en la que participaron más de 2.300.000 chilenos, de los cuales un 92% se manifestó partidario de hacer una Nueva Constitución.

En igual sentido, en la encuesta Cadem del 23.12.2019, un 86% de las personas estaba de acuerdo con hacer una Nueva Constitución y un 79% consideraba que con ella podría mejorar el acceso a la educación, la salud y las pensiones, y crear un Chile más justo y menos desigual.

Un instante en que todos somos iguales y tenemos poder

Hay poquísimos momentos en que todos los ciudadanos somos realmente iguales. Una de esas igualdades absolutas se produce al votar. Nadie es más poderoso que el otro. Sea pobre o rico, de clase alta o baja, doctorado o analfabeto, viejo o joven, derechista o izquierdista, no hay distinción: cada voto vale exactamente lo mismo. Usted vota lo que crea mejor, en secreto, directamente, sin intermediarios. Cada voto tiene poder y la suma de miles de votos tiene mucho poder.

Mientras más ciudadanos votemos, fortalecemos la democracia, más legítimas son las decisiones mayoritarias y con mayor fuerza comprometemos a las autoridades y a la Nación a ejecutar responsablemente lo que mande el resultado. Por ejemplo, en el plebiscito del 5 de octubre de 1988 votó el 97,5% de los electores inscritos. Esa fue una de las razones que hicieron muy difícil a Pinochet negar o deslegitimar el resultado final, y lo obligaron a regañadientes a cumplir lo pactado.

Que los jóvenes voten

Que voten los jóvenes, ojalá todos, quizás por primera vez. A muchos de ellos y con diversidad de opiniones, el “estallido social” los hizo sentirse un poco más conscientes y responsables de los asuntos públicos. Para decirlo en griego antiguo, muchos adolescentes y jóvenes dejaron de ser “idiotas” gracias al estallido social.

Este plebiscito es una magnífica ocasión para reencantarse con la democracia y la política. Las elecciones en que se juegan cosas importantes permiten sentirse parte de una gesta compartida y legendaria, que las envuelve cierta épica. Votar es ser parte de la historia. Estar ausente de ella es como perderse una fiesta a la que estamos siempre invitados. No importa que pierdas. Aun el que pierde y sobrevive a cualquier batalla importante puede aprender una lección: perdedores, es cierto, pero héroes legendarios para siempre.

Votar es el medio más pacífico, igualitario y transparente de influir en las decisiones del país. Ocúpalo. ¡Sal ya de la indiferencia, deja de quejarte por un día, anda a votar de una vez y hazte parte de la historia!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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