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La mochila DC Opinión Crédito: Aton

La mochila DC

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Héctor Casanueva
Por : Héctor Casanueva Profesor e Investigador del IELAT, Universidad de Alcalá. Ex embajador de Chile en Ginebra ante la OMC y organismos económicos multilaterales y en Montevideo ante la ALADI y el MERCOSUR.
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La DC es una buena mochila para Yasna Provoste. Aporta los cientos de miles de votos de ciudadanos que, sin partidos ni ideologías excluyentes ni aventurerismos, la apoyan cuando muestra voluntad de enmienda, ofrece transformaciones en paz y gobernabilidad, y, como ahora, encarnadas en una candidata que puede enfrentar el invento gatopardista que está ofreciendo el continuismo piñerista. En el Nuevo Pacto Social conviene tener muy en cuenta lo dicho por Camilo Escalona, cuando, en una reunión de su partido –según la grabación que circula por las redes–, advierte que la DC ha demostrado en las recientes elecciones que es una fuerza que está viva, con la que se debe contar y que no hay que equivocarse a este respecto.


Leo en algunas crónicas posteriores a la consulta ciudadana, que la Democracia Cristiana (DC) es una mala mochila para la candidatura de Yasna Provoste y el Nuevo Pacto Social. Desde hace años, con mucha tinta y cerebros especulativos invertidos, se viene afirmando que la DC ya no cuenta, que es el pasado, y más cosas, algunas justas, es cierto, pero hay otras bastante injustas que de todos modos han calado. La parte mala es, en primer lugar, responsabilidad de la propia Democracia Cristiana por sus errores políticos y de conducción, casos de corrupción o componendas de connotados militantes, desidia y acomodo de algunos otros, todo ello además con una pérdida progresiva de la principal característica fundacional que le daba fuerza, identidad y cohesión, la “fraternidad democratacristiana”, extraviada en aras de la competencia y la lógica del poder por el poder, que impregnó a importantes capas de nuestra dirigencia y militancia.

A la dura realidad de las pasiones y miserias humanas tampoco escapan los demás partidos y movimientos políticos, ni siquiera los que se han creado cuestionando a la política y los políticos y que han hecho una causa noble del inconformismo y la crítica, como ha quedado de manifiesto en estos días. Pero esta constatación no es un consuelo, ni debe significar que los partidos tradicionales permanezcan en sus prácticas y estilos funestos.

La sociedad civil que se manifestó multitudinaria y pacíficamente en 2019, mandó un mensaje de querer con urgencia cambios, pero en paz. Ello requiere de una conducción que encarne ese doble eje. Es lo que la candidatura de Yasna Provoste, desde la tradición DC y en alianza con la izquierda, puede dar al país.

[cita tipo=»destaque»]Aun con los malos resultados en la Convención Constitucional, debido a un torpe error político de la directiva del partido, lo fundamental de cara a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, es que la DC tiene por lo menos, como base para aportar y crecer, los 580 mil votos obtenidos en las elecciones de alcaldes de mayo pasado, que superan a la votación de cada uno de los demás partidos, y donde eligió más alcaldes que cualquiera de ellos: 46, tres más que en 2016, fundamentales para sumar voluntades en torno a una candidatura presidencial. De los 16 gobernadores, la DC obtuvo el mejor resultado, eligiendo cuatro, incluida la Región Metropolitana.[/cita]

Democracia y cambios con gobernabilidad ha sido siempre la esencia de la DC: “Revolución en Libertad” para las injusticias de los sesenta; “Desarrollo con equidad”, para las desigualdades de los ochenta y noventa; “Transformar en paz y cambios con gobernabilidad”, para responder a las demandas del estallido de 2019. Muchos ciudadanos, como se ha demostrado en las recientes elecciones, siguen prefiriendo a la DC a la hora de votar. Ese electorado trasciende las directivas, se mueve a favor de la propuesta y el testimonio de democratacristianos concretos, en la base, donde la impronta histórica de la Democracia Cristiana permanece hasta hoy. Un electorado de todos los sectores, principalmente medios y populares, que prefieren, pese a todo, ese ethos político DC frente a la incertidumbre o el bloqueo a los cambios.

Aun con los malos resultados en la Convención Constitucional, debido a un torpe error político de la directiva del partido, lo fundamental de cara a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, es que la DC tiene por lo menos, como base para aportar y crecer, los 580 mil votos obtenidos en las elecciones de alcaldes de mayo pasado, que superan a la votación de cada uno de los demás partidos, y donde eligió más alcaldes que cualquiera de ellos: 46, tres más que en 2016, fundamentales para sumar voluntades en torno a una candidatura presidencial. De los 16 gobernadores, la DC obtuvo el mejor resultado, eligiendo cuatro, incluida la Región Metropolitana, con un enorme capital de votos para aportar a la candidatura.

La DC es una buena mochila para Yasna Provoste. Aporta los cientos de miles de votos de ciudadanos que, sin partidos ni ideologías excluyentes ni aventurerismos, la apoyan cuando muestra voluntad de enmienda, ofrece transformaciones en paz y gobernabilidad, y, como ahora, encarnadas en una candidata que puede enfrentar el invento gatopardista que está ofreciendo el continuismo piñerista. En el Nuevo Pacto Social conviene tener muy en cuenta lo dicho por Camilo Escalona, cuando, en una reunión de su partido –según la grabación que circula por las redes–, advierte que la DC ha demostrado en las recientes elecciones que es una fuerza que está viva, con la que se debe contar y que no hay que equivocarse a este respecto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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