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Se perdió la credibilidad DEPORTES Foto: Agencia UNO

Se perdió la credibilidad

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Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Para dónde irá el fútbol chileno después de todo este embrollo. Es muy complejo apuntar a una senda correcta, ya que día a día se sigue mostrando que no existen políticas claras, demasiados intereses comprometidos y la base de una credibilidad perdida y muy difícil de recuperar en lo breve.


El Gilabert-Gate es solo, tal vez, la punta de un iceberg enorme y gigante, que provocó un cisma en lo más importante de un certamen deportivo: la credibilidad y trasparencia.

Porque todo este proceso fue desprolijo y lleno de ambigüedades, con declaraciones desafortunadas del mandamás de la ANFP y violaciones de protocolo, junto con versiones supuestamente chequeadas y revisadas, las cuales finalmente carecieron de toda profundidad y certeza.

Fue la labor periodística la que llevó a destapar este escándalo. El trabajo de Tribuna Andes y Radio ADN, quienes, rigurosamente trabajando en la labor de investigación y fiscalización, confrontaron las versiones que estaban circulando.

Hacía mucho rato que en el mundo del fútbol se hablaba de todo esto, pero, claro, sin pruebas contundentes, pasa a ser un evento más de los miles que se escuchan a diario en los pasillos y oficinas de los medios de comunicación.

Pero lo grave es el cuestionamiento a la actividad y su probidad. Más allá del problema interno de los árbitros y su sindicato, más allá de decisiones de los dirigentes que pueden ser cuestionadas o no compartidas, la credibilidad es esencial y determinante. Surgen muchas dudas para atrás. Queda todo en tela de juicio y eso es nocivo.

[cita tipo=»destaque»]Debe haber una voluntad profunda y sincera de los dirigentes de asimilar este golpe, procesarlo y trabajar de verdad en pos de limpiar todo lo sucio.[/cita]

El perjuicio a la actividad es enorme. Más aún en medio de una crisis total del fútbol chileno, deprimido y abatido por constantes errores. Un panorama más que oscuro y desalentador, que hoy se ve manchado con petróleo por el caso Gilabert-Gate.

Y las soluciones no pasan por la salida de Castrilli, que los jueces levanten su huelga o que se prometan investigaciones internas. La que se había anunciado, no tuvo respaldo alguno, a tal punto que fue develada completamente en sus imperfecciones e irregularidades en el trabajo periodístico.

De ahora en adelante y partiendo por la fecha de este fin de semana, habrá un manto de dudas enorme. Y para atrás también. Todo está cuestionado y así es muy difícil crecer y avanzar. Debe haber una voluntad profunda y sincera de los dirigentes de asimilar este golpe, procesarlo y trabajar de verdad en pos de limpiar todo lo sucio.

Pero parece utópico porque hay muchos intereses en juego, dinero e influencias. Lo refleja una vez más el mejor técnico chileno de todos los tiempos, Manuel Pellegrini, quien consultado hasta la saciedad sobre la opción de algún día dirigir a Chile, es enfático y claro como siempre: “Me gustaría dirigir a Chile cuando haya una directiva que me dé confianza”. Más claro, imposible.

Para dónde irá el fútbol chileno después de todo este embrollo. Es muy complejo apuntar a una senda correcta, ya que día a día se sigue mostrando que no existen políticas claras, demasiados intereses comprometidos y la base de una credibilidad perdida y muy difícil de recuperar en lo breve.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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