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Se inicia el segundo tiempo constitucional (y del Gobierno), pero ahora sin la derecha “fondeada” Opinión

Se inicia el segundo tiempo constitucional (y del Gobierno), pero ahora sin la derecha “fondeada”

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Es difícil explicar lo que pasó ayer o, la verdad, lo que ha experimentado Chile en tan poco tiempo. ¿Cómo pasamos de un plebiscito de entrada en que casi el 80% votó a favor de eliminar la Constitución elaborada en dictadura a este resultado categórico, rechazando lo propuesto por la Convención, pasando por la elección democrática de 155 personas, la mayoría independientes –como ejemplo, la DC tuvo un solo representante–? Aunque algunas personas se molesten por el uso del concepto esquizofrénico –pido perdón anticipado–, no hay ninguno que pueda explicar mejor lo que hemos vivido desde el 18/O en adelante.

Creo que ayer, más que votar en contra del texto constitucional, la gente expresó su molestia e inconformidad con la Convención, y en particular contra algunos convencionales. Los Rojas Vade, los exabruptos de algunos representantes de la Lista del Pueblo –qué esperanzas al comienzo y qué fiasco después–, la estupidez de no invitar a los ex Presidentes el día de la entrega final, sumados a los errores político-comunicacionales, como cambiarle el nombre al Senado e intentar quitarles cuatro años a algunos parlamentarios electos por ocho años –esto dio inicio a la dupla Walker/Rincón–, y otros incontables autogoles.

Pero no solo ellos son responsables de este resultado catastrófico para el texto propuesto. Más allá de la expresión democrática expresada en las urnas, hubo poderes fácticos que hicieron una campaña dura y sin treguas contra la Convención, incluso antes de que se escribiera una letra. Lograron instalar una realidad que les puso el viento en contra a los convencionales, al tiempo de hacerles una trampa a la que cayeron fácilmente. Las fake news fueron un arma de campaña –como esas que instalaron temprano y que decían que se cambiaría el himno nacional o nos quitarían los fondos previsionales–, pero lejos la mejor estrategia fue usar a los “subcontratistas” –como los bautizó Daniel Matamala–: rostros en baja de la ex Concertación que aprovecharon su momento de fama, mientras la dirigencia de la derecha se “fondeaba” detrás de ellos.

La derecha fue inteligente, posicionando un relato y un guión ejecutado por otros actores. Incluso logró “esconder” que integraba la coordinación y franja con el Partido Republicano, uno que ha expresado, y ratificado hace unos días, que NO está disponible a cambiarle una coma a la Constitución vigente y, ojo, que cuenta con quince diputados y un senador. Solo unas semanas antes del 4S, los partidos de Chile Vamos presentaron un breve texto con diez puntos en los que estaban dispuestos a avanzar en caso de ganar el Rechazo. Con la excepción del “Estado social y democrático de derecho” –parece ser un consenso transversal que ya no tendremos un Estado Subsidiario–, los otros puntos constituyen un listado ambiguo, como “más participación”, “derecho a la Seguridad individual” o “más Descentralización”. Desde hoy, la derecha, esa que estuvo escondida –hasta José Antonio Kast salió a arrogarse el resultado anoche–, deberá salir al pizarrón a especificar hasta dónde están dispuestos a avanzar en esos puntos, pese a su largo historial de 30 años en que se opusieron siempre a cambiar la Constitución firmada por Pinochet.

Sin duda, el factor fundamental del segundo tiempo, del proceso constitucional que se inicia hoy, será el rol que puede cumplir el Presidente Gabriel Boric. Pese a que algunos dirigentes de derecha señalaron que esta era una derrota del Mandatario –sin duda es un golpe importante, considerando que se jugó por esa opción–, yo creo que esta es una tremenda oportunidad para él.

Boric debe iniciar su propio “segundo tiempo” anticipado –transcurridos seis meses de su Gobierno–, dándole conducción a un proceso político que lleve a Chile a tener una nueva Constitución. Anoche Boric se proyectó como estadista, una buena señal. Llamó a la unidad nacional, fue autocrítico, valoró el rol del Congreso, la democracia y la voluntad expresada el 4S, señaló que tenemos una segunda oportunidad y que comenzará hoy mismo a conversar con todos los actores y sectores que quieren una nueva Constitución. Y agregó algo importante: que no partiremos de cero, que aprenderemos de los errores. Porque el sentido común nos indica que esta vez no habrá “página en blanco”. Ya existe un reglamento y un texto base para empezar a acercar posiciones.

Pero también Boric dejó claro anoche que no solo viviremos en torno a la Constitución, enfatizando las grandes preocupaciones de los chilenos –mencionó la seguridad, La Araucanía, el déficit de vivienda y la inflación–, para lo cual manifestó que requerirá “ajustar nuestros equipos de Gobierno”.

Sin duda, para este “segundo tiempo” –del proceso constituyente y del Gobierno–, es indispensable un cambio estructural y profundo, no solo de rostros y personas con más experiencia, sino también del relato, las prioridades, la forma de comunicar y, por supuesto, de la ampliación de la coalición de gobierno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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