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Para que Santiago no sea Montevideo: Economía Circular para una gestión eficiente del agua Opinión

Para que Santiago no sea Montevideo: Economía Circular para una gestión eficiente del agua

Ricardo Salazar González
Por : Ricardo Salazar González Profesor Asociado PUC Investigador Asociado SERC Chile
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Enfrentar la crisis hídrica parte desde el gobierno de turno hasta cada integrante de nuestros hogares. Todos debemos adaptarnos y ser responsables con el consumo y uso del agua, porque cuando ocurre un corte de suministro en nuestro hogar, nos damos cuenta de cuán necesaria e indispensable es.


El día sábado 7 de julio, el periodista Rodrigo Guendelman entregó una columna esperanzadora en La Tercera relacionada con los esfuerzos realizados en los últimos años en torno a la disposición de agua potable en Santiago y los planes futuros de la región en cuanto a cuán lejos estamos de quedarnos sin agua.

Contrariamente a esa columna, al día siguiente, en El Mostrador, se presentan los principales resultados del “Informe País” desarrollado por la Universidad de Chile, donde queda plasmada una investigación de dos años que demuestra una aguda escasez hídrica.

Recientemente se ha informado que un vecino muy cercano, Uruguay, vive una situación crítica de sequía y se está quedando sin reservas para generar agua de consumo para su población, principalmente en la capital, Montevideo. Los días han pasado y cada vez se acerca más el temible “día cero”, cuando la población se quede sin agua.

A medida que se acerca esa fecha, la calidad del agua que se recibe en los hogares contiene altos niveles de sodio y cloruros, lo que la hace no apta para un consumo y uso óptimos. Ante esta terrible noticia que ocurre en un país cercano al nuestro, no es extraño preguntarnos: ¿Esto puede suceder en Chile? ¿Qué tan lejos estamos de experimentar o sufrir un día cero?

Podemos comenzar recordando que en el año 2021, el 45% de la población nacional se encontraba en situación de sequía, según los criterios técnicos establecidos por la Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas (MOP). Esto significa que 168 comunas con cerca de 8 millones de personas vieron amenazado su suministro de agua.

Para este 2023, son 346 comunas, es decir, un 29% de la población, la que vive en escasez hídrica. También sabemos que Chile ha sido y seguirá siendo golpeado por la crisis climática, por lo que debemos entender rápidamente la interconexión que existe entre las decisiones económicas y políticas para buscar un desarrollo climáticamente resiliente, que genere sinergias positivas entre los distintos esfuerzos de desarrollo y una adaptación equitativa y justa para todos los actores, ecosistemas y territorios. Esto último es muy importante debido a las diferentes condiciones geográficas y climáticas de nuestro país.

Para asegurar la calidad y cantidad del recurso hídrico para las generaciones futuras, es fundamental una gestión eficiente y sustentable del agua. Una gestión sustentable debe considerar el aprovechamiento de los recursos existentes para satisfacer las diferentes demandas de agua, garantizando el acceso a ella por parte de las poblaciones humanas y la satisfacción de los usos tradicionales (agua potable, riego, industria, minería e hidroelectricidad), así como los usos considerados menos tradicionales (protección de los ecosistemas fluviales, recreación, pesca y navegación, entre otros). Esto asegurará la preservación y conservación de los recursos, tanto en cantidad como en calidad.

En este sentido, la economía circular se presenta como un sistema de aprovechamiento de recursos donde prima la reducción, reutilización y reciclaje de los elementos. Tomando como ejemplo el modelo cíclico de la naturaleza, el conocido ciclo del agua, la economía circular resulta ser un sistema de aprovechamiento de recursos donde se prioriza la reducción de elementos: minimizar la producción al mínimo indispensable, y cuando sea necesario hacer uso del producto, apostar por la reutilización de los elementos que, por sus propiedades, no pueden volver al medio ambiente.

Es decir, este concepto aboga por utilizar la mayor cantidad posible de materiales biodegradables en la fabricación de bienes de consumo, para que puedan volver a la naturaleza sin causar daños medioambientales una vez que hayan agotado su vida útil. En los casos en los que no sea posible utilizar materiales amigables con el medio ambiente, el objetivo será facilitar un desacople sencillo para darles una nueva vida incorporándolos nuevamente al ciclo de producción y componer una nueva pieza.

Cuando esto no sea posible, se reciclará de una manera respetuosa con el medio ambiente. De esta manera, es posible contribuir al recurso hídrico con los diez principios de la economía circular: (i) el agua residual se convierte en recurso, (ii) reintroducir en el circuito económico las aguas residuales para un uso consciente, (iii) la reutilización del agua teniendo en cuenta su calidad, (iv) el tratamiento y reparación del agua conociendo su contenido y calidad para reutilizarla, (v) el reciclaje de las aguas residuales, (vi) aplicar la economía de la funcionalidad a la reutilización del agua, (vii) utilizar energías limpias para tratar aguas y producir agua de calidad para su reutilización y reciclaje, (ix) considerar los impactos medioambientales a lo largo del ciclo hidrológico en la eco-concepción del agua y (x) contribuir a la ecología industrial y territorial estableciendo un modo de organización industrial en un mismo territorio caracterizado por una gestión optimizada de los stocks y los flujos de agua, energía y servicios.

Enfrentar la crisis hídrica parte desde el gobierno de turno hasta cada integrante de nuestros hogares. Todos debemos adaptarnos y ser responsables con el consumo y uso del agua, porque cuando ocurre un corte de suministro en nuestro hogar, nos damos cuenta de cuán necesaria e indispensable es. Imaginemos qué podría suceder si ese corte de agua durara mucho tiempo. Estamos a tiempo y es ahora cuando debemos ver el agua desde una perspectiva de sustentabilidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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