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¡Es la energía renovable, estúpidos! Opinión

¡Es la energía renovable, estúpidos!

Mauricio Henríquez
Por : Mauricio Henríquez Gerente de Asuntos Corporativos wpd Chile
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Usando como analogía el famoso eslogan de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, es innegable la incidencia de la energía en la economía, sobre todo si nos referimos al impacto de las energías renovables.


Cómo olvidar la crisis que vivió nuestro país en la década del 2000 por el corte del suministro del gas proveniente de Argentina, que según se estima significó hasta un 2% menos de crecimiento del PIB. Un riesgo del pasado que vuelve a asomarse al tiempo presente, si se tiene en consideración que un aumento del 10% en el precio de los combustibles podría traducirse en una pérdida de 1% de crecimiento para la economía nacional.

Este es el impacto que tiene la energía en el desarrollo de un país. No solo es necesaria para poder movilizar la economía, sino que es crucial para el éxito de las políticas de desarrollo y en esto Chile está viviendo una oportunidad única por la gran penetración de energías limpias provenientes del sol y el viento.

Sin embargo, mientras sigamos dependiendo de combustibles fósiles, nuestro país seguirá perdiendo competitividad y se afectarán aún más nuestras oportunidades de crecimiento. La promesa del ministro Pacheco por su Revolución Energética se está poniendo en jaque y puede terminar por ser otra promesa incumplida del mundo político.

Si miramos los precios de la electricidad para las familias y clientes regulados durante 2022, la mitad de los suministros fueron provistos por combustibles fósiles con precios promedios en torno a 160 USD/MWh, mientras que aquellos suministros que usaron el viento o el sol como fuente de energía, tuvieron precios por la mitad de ese valor.

Aunque hemos avanzado respecto de las décadas pasadas, aún queda mucho por hacer. Al día de hoy, nuestra economía sigue dependiendo de combustibles fósiles. Solo en el sector industrial y minero, más del 60% de sus consumos energéticos provienen de importaciones de combustibles.

Es momento de dar el paso definitivo para lograr una independencia energética que no nos deje expuestos a crisis internacionales como la guerra en Ucrania y otros tantos hechos de resonancia mundial.

La respuesta está en nuestras manos, ya que Chile posee recursos naturales en abundancia, que, a diferencia de las fuentes fósiles, nos permiten ser independientes energéticamente, usando la radiación solar y el viento para producir electricidad, y que han demostrado una reducción de más del 50% en el valor de los contratos de energía, en comparación con aquellos que dependen del petróleo, el gas o el carbón. Y si además tenemos en cuenta que las energías renovables no contaminantes nos permiten tener una matriz más limpia y libre de emisiones de CO2, el camino es evidente y consiste precisamente en promover este tipo de tecnologías.

Es momento de tomar decisiones. Nuestra normativa eléctrica sigue sin actualizarse y está diseñada para una matriz térmica (combustibles fósiles) e hídrica, por ende, no está preparada para la penetración de las energías renovables. Es urgente actualizarla y dejar de lado las peleas chicas y dogmáticas por defender modelos de mercado. Es imperativo poner la mirada más allá, pensando en el largo plazo y en las oportunidades de desarrollo que está perdiendo nuestro país, y que son requisito para cumplir con la promesa de una minería verde, litio e hidrógeno verde.

De no avanzar decididamente para dejar atrás contratos energéticos basados en fuentes fósiles, estaremos hipotecando definitivamente nuestras oportunidades de desarrollo, y sin crecimiento no hay justicia social.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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