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Una Constitución en el tranvía Opinión

Una Constitución en el tranvía

Carlos Pérez Wilson
Por : Carlos Pérez Wilson Vicerrector Académico Universidad de O’Higgins
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El tranvía constitucional va camino a un plebiscito, pero no hay cinco personas en la vía, sino casi 19.5 millones de personas, incluido usted, que se verán distribuidas entre las dos vías de las consecuencias del voto “En contra” o “A favor”


Un dilema ético clásico, que seguramente ha escuchado en alguna de sus variantes, es el conocido “Dilema del Tranvía”, atribuido a la filósofa moral Philippa Foot, que establece la siguiente situación:

Usted observa que hay un tranvía fuera de control. Un poco más adelante, en la vía, hay cinco personas trabajando, y el tranvía se dirige directamente hacia ellas. Al lado suyo hay una palanca que le permite desviar el tranvía hacia otra vía lateral. Sin embargo, al mirar hacia esa vía lateral, usted se da cuenta de que hay una persona atada en ese tramo de la vía. Por lo tanto, se enfrenta a dos opciones: o bien “no hace nada”, con lo cual el tranvía sigue a toda velocidad, matando a las cinco personas, o, bien, “actúa” y acciona la palanca, desvía al tranvía y mata a la otra persona.

No es una pregunta capciosa, ni tampoco admite respuestas mágicas como poder correr al tranvía y detenerlo, o poder advertir a las personas que salgan de las vías. En este dilema, usted se ve enfrentado a dos posibilidades, y las consecuencias, en ambos casos, son negativas, pues involucran resolver respecto de la vida de otros seres humanos. Probablemente, su intuición, al igual que la mayoría de las personas, según estudios, es que prime una decisión utilitaria, buscando promover la felicidad del mayor número y, en ese sentido, cinco vidas salvadas es sin duda mejor que una vida salvada.

Permítame ahora aderezar el problema con otras situaciones, ajenas a la formulación del dilema original, para llegar al punto que quiero presentarle algunos párrafos más adelante.

Imagine por un momento que las cinco personas son en realidad asesinos y pedófilos, mientras que la persona atada a la vía es un neonato. Quizá (y digo quizá, porque sigue habiendo un dilema moral), su decisión se vea más clara. O, bien, imagine que son 5 jóvenes embarazadas, mientras que, en la vía lateral, yace amarrada una persona diagnosticada con un cáncer terminal, con pronóstico de unos pocos meses de vida. O que en una vía está su familia, y en la vía lateral, su mejor amigo… el utilitarismo anterior se ve comprometido esta vez, al asumir diferencias en la naturaleza de las personas, y al involucrarlo emocionalmente en las opciones que se le presentan.

En cualquiera de los casos y mis variantes inventadas, el problema moral se podría resumir entre causar un mal, versus la opción de simplemente dejar que ocurra. Para su tranquilidad (o intranquilidad), la literatura indica que la mayor parte de las personas se inclina por accionar la palanca (optando, por tanto, por la opción de causar conscientemente un mal), argumentando la consecuencia del acto, el cual es permitir salvar cinco vidas a diferencia de solo una. 

Hace casi un mes, el 30 de octubre, el Pleno del Consejo Constitucional aprobó por votación la propuesta de Nueva Constitución que será sometida al plebiscito el mes de diciembre. La propuesta está disponible gratuitamente en varias plataformas, se han comenzado a escuchar algunas voces a favor y en contra, y ha comenzado la franja electoral del plebiscito constitucional 2023. Sin embargo, en gran parte de estas opiniones o cortos de las campañas, los argumentos parecen sugerir una reflexión más cercana a las versiones edulcoradas del dilema del tranvía, en que los buenos están en una vía (la que representa su opción) y los malos en la otra. Otros, no pocos, en cambio, asumen el efecto del falso consenso y pregonan su opción en nombre de mayorías invisibles o intangibles.

Tenemos una Constitución en el tranvía y en los dos tramos de la vía hay muchas personas. El desenlace no es tan trágico como en el dilema original, pero sí podemos suponer que en cualquiera de las dos opciones habrá consecuencias positivas y negativas para las personas. Sin tener dotes de adivino, pero con algo de conocimiento de nuestra historia, resulta poco creíble que alguno de los dos escenarios resulte ser tan catastrófico o fatalista como lo pinta su opositor, pero tampoco resulta creíble que, cualquiera sea el escenario que se imponga, este no tendrá efectos en la manera en que continuaremos nuestra vida en sociedad.

Ahora bien, la manera de enfrentar este dilema no puede reducirse a juzgar y resolver de acuerdo a quienes construyeron el tranvía, o culpar a quien está conduciéndolo o a su parentesco, o buscar un subterfugio para pausar este dilema, buscando la opción de (nuevamente…) cambiar el tranvía, y retomar su estudio más adelante, pues, independientemente de esa ingenua opción, el dilema seguirá existiendo, quizá con algunas personas intercambiadas en cada vía.

El tranvía constitucional va camino a un plebiscito, pero no hay cinco personas en la vía, sino casi 19.5 millones de personas, incluido usted, que se verán distribuidas entre las dos vías de las consecuencias del voto “En contra” o “A favor” (independientemente de su opción de voto, sino como personas que vivenciarán las consecuencias del resultado). 

Entonces, sabiendo que lo que usted piensa que es bueno para sí mismo y su entorno cercano no tiene por qué serlo para otra realidad, ¿cómo enfrentar entonces este dilema?, ¿cuál es la “opción correcta”, votar “En contra” o “A favor”?

La filosofía nos puede “ayudar” con un golpe de realidad. Al menos, desde el punto de vista kantiano, la ética no tiene fines y, por tanto, no determinará aquello que debemos hacer, sino que se pronunciará en cómo debemos actuar, y esta acción deberá ser por el sentido deber, ya que los motivos de un acto son más importantes que el acto en sí y sus consecuencias. Dicho de otro modo, si queremos saber si alguien actúa moralmente, debemos conocer cuál es su intención.

Así que le pregunto: ¿cuál es su intención frente al legítimo derecho que ejercerá el día del plebiscito? ¿Qué le motivará a votar “En contra” o “A favor”? ¿Ha considerado los efectos de su decisión en grupos de personas más desvalidas y desfavorecidas que usted?

Quizá, a lo menos, una lectura del documento o un resumen de este pueda ayudar o, bien, mirar con cierto espíritu crítico las opciones que se le presentan en la franja electoral, y tener cierta conciencia de nuestro tejido social, podrían ser un buen inicio para generar un sentido del deber. La sociedad es mucho más que la suma de nuestras propias individualidades.

Y no olvide: usted en este dilema tiene un doble rol. Es quien jala de la palanca, pero también es una de las personas en las vías. No se tome el voto a la ligera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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