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De la ciudad del miedo, a la ciudad que cuida Opinión

De la ciudad del miedo, a la ciudad que cuida

Es importante incorporar a esta conversación dos factores fundamentales a la hora de hablar de violencias e inseguridad: el diseño del espacio público y la particularidad de la percepción del miedo entre las mujeres.


La situación de la seguridad en la ciudad se ha instalado en el debate nacional, en una discusión centrada excesivamente en la mayor o menor presencia policial, obviando otras formas de mejorar la vida en las ciudades, como lo es la infraestructura pública que propicia lugares del miedo o que se dispone para el cuidado de sus habitantes. 

En el escenario actual las demandas ciudadanas sobre la disminución de las violencias que se sufren a diario cobran una relevancia particular y la elaboración de políticas públicas eficientes y –por sobre todo– integrales se vuelven una de las tareas más urgentes de quienes nos encontramos en espacios políticos o institucionales centrados en el levantamiento de datos y toma de decisión. 

Es importante incorporar a esta conversación dos factores fundamentales a la hora de hablar de violencias e inseguridad: el diseño del espacio público y la particularidad de la percepción del miedo entre las mujeres.

Desde los feminismos decimos que las ciudades no son neutras, la ciudad no se vive de la misma manera siendo hombre o mujer, porque desde que somos muy pequeñas a las mujeres se nos socializa para temerle al espacio público, a la noche y a los extraños, nuestra experiencia de la ciudad y de la seguridad se ve inevitablemente cruzada por nuestro cuerpo sexuado y, pese a que porcentualmente sufrimos más violencia en los espacios domésticos o a manos de personas que conocemos, la percepción de la seguridad de las mujeres y niñas está marcada por la experiencia en el espacio público. 

En nuestro país, de acuerdo al Observatorio contra el Acoso Callejero, 9 de cada 10 niñas se han sentido observadas morbosamente en una micro, metro o paradero del transporte público. Asimismo, datos extraídos de la Radiografía del Acoso Callejero nos dicen que un 96,2% de las mujeres entre los 18 y los 28 años ha sufrido algún tipo de acoso sexual callejero. Según el Injuv, 12% de las mujeres entre 15 y 29 años ha sufrido violencia física en algún lugar público, y el Minvu indica que, en relación a la percepción urbana, solo el 21% de las mujeres se siente segura al caminar por la calle en las noches.

Estas experiencias y las agresiones vividas en el entorno público determinan el modo en el que usamos las ciudades. Por esta razón aspectos como la localización de los servicios, la conectividad de la ciudad, el tipo de mobiliario urbano que disponen las comunas actúan como determinantes en las situaciones de violencia e inseguridad que vivimos las mujeres en nuestra vida cotidiana.

Tomar conciencia sobre estos datos nos permite tener en cuenta cómo el miedo limita la libertad de las mujeres, así como su movilidad, integrando a la medición de percepción de seguridad aspectos que hasta hoy son pasados por alto en las respuestas que la política se encuentra generando para resolver el problema de las violencias que hoy aqueja a nuestro país. 

Para cerrar el ciclo del miedo hay que tener referencias y significados completos, por esta razón se vuelve fundamental recoger información, monitorear y sistematizar datos que crucen la experiencia  interseccional de la violencia y la inseguridad de las mujeres en el espacio público, y usarla como insumo en la elaboración de políticas públicas que tiendan a la prevención y erradicación de las mismas. 

El pasado 13 de diciembre, el Consejo Regional Metropolitano dio un paso esencial en esta materia, apoyando el proyecto que implementará el primer Sistema de Monitoreo Territorial con Enfoque de Género (SISTER) en nuestra región, un proyecto que hemos levantado como consejeras presidentas de las comisiones Mujer, Equidad de Género y Diversidad, y de Infraestructura, Transporte y Aguas Lluvias, en colaboración con el Colectivo Género y Territorio liderado por profesoras asociadas al Departamento de Urbanismo de la Universidad de Concepción. 

Este piloto nos permitirá contar con información local a partir del trabajo del Gobierno Regional, las municipalidades y las dirigencias vecinales que resulte en modificaciones del espacio público que aporten en cerrar estas brechas de género, transformando espacios públicos percibidos como “de miedo” en espacios de cuidado, interviniendo en indicadores como luminarias, mobiliario público defectuoso, arbolado urbano, el estado de las calles, entre otros.

Con el SISTER esperamos aportar a que el derecho de las mujeres a la ciudad sea ejercido plenamente, concretando infraestructuras que nos hagan avanzar hacia una ciudad de cuidados. En la actualidad pocas ciudades incorporan abiertamente esta perspectiva en el diseño de sus políticas de seguridad y planificación urbana. Con esta decisión, el Gobierno Regional Metropolitano se pone a la vanguardia de la política pública y abre un nuevo camino de respuestas en términos de seguridad, uno que pone a las personas y sus vidas cotidianas en el centro.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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