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Cultura de diálogo no es tráfico de influencias Opinión

Cultura de diálogo no es tráfico de influencias

Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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Entendamos, no es diálogo cuando la comunicación entre partes es una práctica que consiste en utilizar la influencia personal en ámbitos de gobierno, implicando intereses empresariales, a través de conexiones con personas influyentes para obtener favores o tratos preferenciales.


La escena cargada de opacidad, donde desfilaron ministros y ministras del Gobierno del Presidente Boric, en el marco de las reiteradas cenas reveladas por periodistas de Ciper, donde el anfitrión es un político, cuya reputación está signada en los Tribunales de Justicia por violar la ley en diversas materias, tanto en su rol cuando fue autoridad pública y hoy como lobbista, desnuda el nível de la política institucional que naturaliza el tráfico de  influencias como práctica transversal de nuestras élites y revela una débil cultura de diálogo.

Diálogo, como herramienta de la política y de las relaciones humanas, no es debate entre partes ni menos tráfico de influencias. Tampoco es negociación, aunque se retroalimentan a nivel de procesos. El diálogo es la capacidad para aprender del otro y resignificar la disposición y actitud abierta al aprendizaje del legítimo otro y su otredad (legitimidad de pertenencia, formas de vida, sistemas de creencias, valores, etc.). Escuchar activamente; observar y apreciar los detalles, cultivando una visión panóptica de la escena de diálogo (actores y estrategias); gestionar los silencios y coordinar el espacio-tiempo de los flujos de inteligencia conversacional, nos sitúan en el diálogo como cultura y tecnología social. 

El tráfico de influencias es un delito que comete quien, prevaliéndose de su posición, induce a una autoridad o a un funcionario a adoptar una gestión y/o resolución en beneficio propio o de un tercero. En lo particular, la revelación de las cenas en el hogar de Zalaquett comenzó como una investigación periodística (noticia en desarrollo) y no aún por una investigación judicial, pero sí sabemos que Zalaquett ha sido requerido anteriormente por la justicia, aunque la Fiscalía decidió no perseverar en el caso Tragamonedas. Entendamos, no es diálogo cuando la comunicación entre partes es una práctica que consiste en utilizar la influencia personal en ámbitos de gobierno, implicando intereses empresariales, a través de conexiones con personas influyentes para obtener favores o tratos preferenciales.

Desde el punto de vista situacional, podemos entender que el restaurante que montó Pablo Zalaquett en su hogar –como domicilio político y tributario– es la derivada de la agenda por desmontar la “permisología”, que pone en tensión los conflictos de intereses de diversos grupos de interés, dispuestos a saltarse la fila para llevar adelante sus negocios privados. 

La secuencia lógica de esta situación es: levantemos el discurso de las trabas de la “permisología” entre agentes de oposición, Gobierno y grupos empresariales y adecuar la legislación vigente, reglamentos y normas establecidas, para acelerar las “inversiones” que se requieren con objeto de reactivar la economía nacional. ¿Respetar la ley actual? Bien, gracias.

En estos esfuerzos están hace un tiempo personeros de la ex Concertación como Máximo Pacheco y Álvaro García, entre otros varios. Cito a estos dos personeros porque recuerdo que hace unos años asistí a un seminario sobre conflictos socioambientales que organizó Alianza Valor Minero, “una agencia pública e independiente que regula la relación entre las empresas, el Estado y las comunidades ante los proyectos de inversión”, creada por el exministro de Economía Álvaro García, y tuvo como invitado y expositor a Máximo Pacheco, entre otras personalidades. Pacheco está a cargo actualmente de las negociaciones con SQM para gestionar el negocio del litio, por mandato del Presidente Boric y Álvaro García lidera, hoy en día, Colaboración Estratégica, una entidad que “gestiona intereses”. 

A ese seminario concurrieron, también, el director del INDH, un juez de la Corte Suprema y una académica que presentó el enfoque de “transformación de conflictos” para abordar conflictos socioambientales en el sector minero. En ese evento, levanté la mano para comentar que cada expositor utilizaba un enfoque particular para el tratamiento de conflictos que no necesariamente dialogaban entre sí. Los juristas se expresaban desde el enfoque de “regulación de conflictos”, la académica desde el enfoque de “transformación de conflictos” y los exministros desde el enfoque del conflict management o “gestión de conflictos”, advirtiendo que en la teoría y en la práctica del tratamiento de conflictos no da lo mismo el enfoque (naturaleza del conflicto), ni la caja de herramientas a utilizar según cada enfoque.

La idea de avanzar “rapidito” para activar las inversiones era el enfoque que Pacheco y García promovían, cuestión poco aconsejable para el tratamiento de conflictos socioambientales, debido a las complejidades de la intervención de la minería en los territorios y sus impactos en las comunidades y los ecosistemas. En estos casos es más plausible el enfoque de transformación de conflictos que el encuadre del conflict management de García y Pacheco. En el evento citado, el nuevo lubricante que proponía García eran los diálogos territoriales.

Cabe señalar que las metodologías que ofrecía Valor Minero en ese entonces y ahora Colaboración Estratégica eran y son mucho más sofisticadas que la ordinariez de restaurante, cocina y menú de Pablo Zalaquett, donde cayeron como moscas los ministros y ministras del Gobierno de Boric, sin embargo, servirse rapidito la “permisología” como plato de fondo, para que las inversiones estén exentas de resguardos y regulaciones ambientales, patrimoniales y sociales necesarias y urgentes, tiene un sabor y olor similar.

En el actual escenario de baja calidad de la política, vemos transitar a cocineros junto a nuevos y viejos comensales que ofrecen y solicitan el menú del día. La pregunta es si existen otras formas de cultivar la amistad cívica y el diálogo político, para comprender las dinámicas subyacentes y explícitas de los intereses entre partes cuando estos son afines, diferentes, pero compatibles o, bien, antagónicos, con el objeto de avanzar como sociedad hacia horizontes compartidos y hacia prácticas decisionales de cara a la ciudadanía.

La frase del Presidente Boric de “dialogar hasta que duela”, resuena como frase desafortunada para justificar la falta de transparencia, sensatez y sentido común de sus ministros y ministras, al saltarse las leyes vigentes en Chile sobre transparencia, ignorando la Plataforma de la Ley de Lobby y la solicitud de audiencias a las autoridades públicas. Lo suyo, señor Presidente, fue impropio y caro, porque sienta precedentes. No es gratis jugar con la fe pública que la ciudadanía deposita en sus autoridades, para mejorar el desarrollo del país.

Dotar de contenido, fondo, forma, tecnologías y metodologías al diálogo como ejercicio de democracia cotidiana es tarea de las elites políticas, empresariales y sociales, así como del sistema educacional en todos sus niveles de enseñanza y aprendizajes. Las tecnologías sobre diálogo han avanzado de forma consistente, como avanzan también la complejidad e incertidumbre en los procesos de toma de decisiones en este siglo XXI. 

El libro sobre Diálogo Democrático de Thomas y Pruitt documenta la existencia de más de una veintena de tecnologías, metodologías y estrategias de diálogo, entre otras: Tecnologías de Espacio Abierto, Word Café, Diálogo Sostenido, Proyecto de Conversaciones Públicas, Consejos de Deliberación Ciudadana, así como en otros espacios de diálogo se implementan Metaplan, Co-Laboratorios y Diálogos Policromáticos, que perfectamente los diversos grupos de interés, las universidades y las plataformas del Estado pueden activar para un mejor y mayor relacionamento entre tomadores de decisiones de diversa índole. 

El aprendizaje al que este episodio nos invita es a valorar la democracia y la transparencia, entendiendo, a su vez, que el diálogo es una herramienta transformadora. Permite cambiar narrativas, escenificaciones y prácticas, para salir de la cultura de la sospecha y la desconfianza y avanzar con ética de la curiosidad hacia la innovación colaborativa. La democracia, entre varios de sus atributos, es un sistema de convivencia abierto para innovar colaborativamente. En ello, el diálogo es una fuente de energía limpia y renovable.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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