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El derecho a la cultura

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Por: Aníbal Wilson P


Señor director: 

En un buen programa de TV, escuché, hace unos días, argumentar y defender con autoridad y gran convicción el casi olvidado tema del «derecho a la cultura», derecho que, para no creerlo, está claramente señalado en nuestra actual Constitución.

En esa espléndida Biblioteca de mi querido INBA, allá por los años cincuenta, entre tantos libros leídos, nunca olvidaré «El Hombre ese desconocido»  (o la Incógnita del Hombre) del gran Alexis Carrel que ya hace más de 70 años nos advertía del peligro y la necesidad de un cambio en nuestra orientación intelectual. De la supremacía de lo cuantitativo sobre lo cualitativo, de la materia sobre el espíritu, del egoísmo sobre la generosidad. Le agregaría de la vulgaridad, la chabacanería, sobre la poesía, la belleza en fin. Pareciera obvio, pero seguimos sin volver utilizable nuestro conocimiento del hombre. ¿Puede algún hombre de ciencia dominar esta masa de conocimiento?  Y si alguien lo ha logrado, entre tanto virus informativo que nos enferma, nos haría falta esa palabra que no es otra que la misma poesía, algo (según Warnken, el poeta) que nos dé garantía de no engañarnos ni embaucarnos, envenenarnos de miedo o sospecha, o sea, de exceso de información, mal de nuestros tiempos.

El presidente Kennedy, también nos aporta con su célebre frase: «Si hubiera más políticos que supieran poesía y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él».01

Esperemos que sean estos anhelos los que, como comunidad, empapen y consoliden esa «orientación intelectual» que nos obsequie, generoso, este nuevo año. ¿Lograremos «constituirnos» rescatando y cultivando esa cultura tan pobremente valorada?

Aníbal Wilson P.

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