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Encuentro entre Piñera y el Papa: sin esconder la crisis de la Iglesia chilena debajo de la alfombra Opinión

Encuentro entre Piñera y el Papa: sin esconder la crisis de la Iglesia chilena debajo de la alfombra

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Pareciera ser que Bergoglio entendió que esta visita de Piñera podía ser una oportunidad para hacer un gesto político y pastoral hacia la nación que más católicos ha perdido en un continente que se caracteriza por su fe católica. Y para el Mandatario, la opción de apostar a mantener una buena racha –que partió con el fallo de La Haya– con temas alejados de la dura agenda que se le viene en materia política, como el presupuesto y reformas tributaria, laboral y de pensiones. El alto consenso que tiene entre los chilenos el repudio a los actos abusivos de parte del clero es un punto a favor. Claro que crucemos los dedos para que el Presidente no se anote otra Piñericosas Internacional, al estilo de la banderita que le llevó de regalo a Trump. Dios nos ampare.


Hace justo ocho años, el Gobierno lograba el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José y, menos de una semana después, el Presidente Sebastián Piñera aterrizaba en París, iniciando una prolongada gira por Europa. En la oportunidad, el Mandatario expresó en la capital gala que, a fines de la década –es decir el próximo año–, Chile se transformaría en “un país desarrollado, sin pobreza, que garantice la seguridad, la igualdad de oportunidades para todos y un nivel de renta equivalente a países como Portugal, España y Grecia”. Derroche de optimismo. Sin embargo, el eje central del discurso y puesta en escena del periplo estuvo íntimamente asociado a destacar la exitosa hazaña del rescate. Cómo olvidar el episodio ocurrido en Londres, donde el Jefe de Estado chileno recibió la reprimenda de Cecilia Morel por abusar del mensaje “Estamos bien en el refugio los 33” o la frase en que afirmó que los americanos le estaban pidiendo a Obama que hiciera las cosas “a la manera chilena”. Tanto el rescate como la gira estaban planificados desde hacía semanas.

¿Una coincidencia la gira que empezó Sebastián Piñera, también a Europa, el viernes pasado, a solo días del fallo de La Haya? La respuesta parece ser no, es más, se ve planificada y diseñada de acuerdo al modelo “los 33” de 2010. Mismo formato, tiempos similares, incluso punto de partida en Francia. Aunque, claro, en el cálculo de La Moneda no estaba el triunfo por goleada ante Bolivia, sí se debe haber estimado que, en un probable escenario adverso, el Presidente debía mostrar con fuerza la posición de Chile.

La apuesta del Ejecutivo de concentrar la agenda en la controversia con Bolivia –o mejor dicho con Evo Morales– y las relaciones internacionales, es una buena opción para recuperar los puntos perdidos en las encuestas, que tienen al Gobierno con un rechazo similar a la aprobación, aunque de seguro subirá 3 o 4 por ciento durante algunas semanas por el efecto La Haya. Pero el bonus track provino de El Vaticano, al confirmar la audiencia solicitada con el Papa. Parece que las cosas están tan mal en el pequeño Estado de la Iglesia católica, que conseguir cita con el pontífice es bastante más fácil ahora.

[cita tipo=»destaque»]El Presidente Piñera culminará en El Vaticano una larga gira que antes lo habrá llevado a Francia, España, Alemania y Bélgica, justo en un año en que el pontífice ha tenido una estrecha relación con Chile. No solo visitó nuestro país en enero pasado, sino que también ha recibido a todos los obispos y a decenas de víctimas, especialmente las ligadas al caso Karadima. Además, ha tomado la decisión de apartar de su magisterio a siete obispos y ha expulsado a dos curas emblemáticos: Precht por el ala liberal y al ex párroco del El Bosque por el lado conservador. Nuestro país ha estado en su agenda permanentemente, desde la desafortunada frase pronunciada en Iquique acerca de que se necesitaban pruebas para condenar a Barros, hasta llegar a este momento en que el Mandatario chileno lo visitará el próximo sábado 13.[/cita]

Lo cierto es que la visita del Presidente chileno a Francisco se da en un momento bastante dramático de la Iglesia chilena. Hundidos en la peor crisis de su historia, con un cardenal imputado por encubrimiento, obispos dados de baja, curas expulsados, denuncias y desfiles diarios por tribunales de presbíteros. Lo peor es que la crisis no ha tocado fondo y puede terminar con un verdadero cisma en su interior.

Sin ir más lejos, en el último Tedeum ecuménico, el Gobierno chileno advirtió al episcopado que la presencia de Ezzati implicaría la no asistencia del Jefe de Estado a la ceremonia. La molestia con el cardenal italiano –y la expectativa de que abandone pronto el cargo– es tal vez uno de los pocos consensos que hemos visto a nivel político en años. Una de las lecciones que dejó este rito es que, por primera vez desde 1925, la Iglesia quedó totalmente separada del Estado. En un hecho inédito, el mundo político trató de no quedar asociado a la Iglesia, ni aparecer en las fotos, ni menos estar ligado a ningún líder de la cuestionada institución. Qué paradoja más grande, cuando hasta las elecciones pasadas, contar con el respaldo del mundo de la fe era un objetivo perseguido por moros y cristianos

El Presidente Piñera culminará en El Vaticano una larga gira que antes lo habrá llevado a Francia, España, Alemania y Bélgica, justo en un año en que el pontífice ha tenido una estrecha relación con Chile. No solo visitó nuestro país en enero pasado, sino que también ha recibido a todos los obispos y a decenas de víctimas, especialmente las ligadas al caso Karadima. Además, ha tomado la decisión de apartar de su magisterio a siete obispos y ha expulsado a dos curas emblemáticos: Precht por el ala liberal y al ex párroco del El Bosque por el lado conservador. Nuestro país ha estado en su agenda permanentemente, desde la desafortunada frase pronunciada en Iquique acerca de que se necesitaban pruebas para condenar a Barros, hasta llegar a este momento en que el Mandatario chileno lo visitará el próximo sábado 13.

¿Qué se puede esperar de este encuentro? Poco en lo formal, principalmente porque estas visitas protocolares no dejan de ser eso, una reunión donde se hablan cosas triviales, sin profundizar mucho y en que se priorizan las palabras de buena crianza por sobre las que generan controversias. Las excepciones son las mínimas, como la polémica visita de Donald Trump en mayo de 2107, en que el norteamericano no entendió que la audiencia era privada llegando con una delegación de más de 60 personas, para a la salida criticar a su anfitrión por sus expresiones en contra de la idea de construir un muro con México

Pero en lo político, la reunión entre Piñera y el Papa debería incluir un análisis del impacto que ha tenido esta seguidilla de denuncias de abuso, tanto en los feligreses como en el resto del país. Sin ir más lejos, la población que se declara católica bajó en diez años de 68% a 36%, es decir, casi a la mitad, ubicándose muy lejos del promedio de Latinoamérica que alcanza a 65%. La caída abrupta comienza justo cuando estalla el caso Karadima. Los evangélicos, en cambio, se mantienen estables en alrededor del 16%.

Creo que Francisco tiene la oportunidad de sondear con el Jefe de Estado chileno algunas de las nuevas medidas que está pensando implementar –ojalá sea la salida de Ezzati–, de manera de testear también las repercusiones que tendrá en Chile y la mirada de la elite política de esta crisis. El pontífice argentino sabe que, no solo quedó en deuda por las declaraciones que realizó en defensa de Barros, sino que la visita apostólica a Chile fue una de las peores que un máximo pastor de la Iglesia católica ha realizado en la historia reciente.

El Presidente Piñera, por su parte, debería transmitirle la preocupación por la forma en que la jerarquía ha manejado la crisis, principalmente el Episcopado. Al término de esta audiencia lo único que no esperaríamos es escuchar una declaración abundante en conceptos de buena crianza, como “tenemos las mejores relaciones entre ambos Estados”. La gravedad de los hechos obliga a poner este tema arriba de la mesa, considerando que nuestro país pasó a ser uno de los más golpeados por esta serie trágica de la Iglesia.

Pareciera ser que Bergoglio entendió que esta visita de Piñera podía ser una oportunidad para hacer un gesto político y pastoral hacia la nación que más católicos ha perdido en un continente que se caracteriza por su fe católica. Y para el Mandatario, la opción de apostar a mantener una buena racha –que partió con el fallo de La Haya– con temas alejados de la dura agenda que se le viene en materia política, como el presupuesto y reformas tributaria, laboral y de pensiones. El alto consenso que tiene entre los chilenos el repudio a los actos abusivos de parte del clero es un punto a favor. Claro que crucemos los dedos para que el Presidente no se anote otra Piñericosas Internacional, al estilo de la banderita que le llevó de regalo a Trump. Dios nos ampare.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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