¿Recuerdas a las Musas? Extraordinarias divinidades de la Antigüedad, hijas de Zeus, inspiradoras de las diversas artes, conocimientos y ciencias. Generaron un importante desarrollo de éstas. Llegaron a ser nueve en tiempos de Platón y éste agregó a la décima, Safo, gran poetisa de Lesbos. Las y los artistas, músicos, poetas, filósofos y científicos las invocaban, les hacían ofrendas y oraciones, buscando en ellas la inspiración para crear. Las Musas luego les susurraban ideas. Esto se suspendió por la Iglesia durante la Edad Media con pena de muerte o exilio, y se recuperó en el Renacimiento y la Ilustración.
También inspiraban a las mujeres. Por ejemplo, Safo de Lesbos, poetisa del 600 a.C., era devota de las Musas, las invocaba y les hacía poesías.
Sin embargo, hay feministas actuales que encuentran degradante, sexista o insultante que un hombre trate a una mujer como Musa. Por cierto, cualquier persona puede molestarse o incomodarse que lo asocien con algo o alguien que no le guste. Y tiene a derecho a decir que no se lo digan. Es parte de su libertad. ¿Pero crees que el trato de Musa a una mujer debe ser censurado y considerado de manera general como una ofensa, descalificación o cosificación?
Los tiempos han cambiado y yo supongo o ‘creo’ comprender y empatizar con algunos movimientos feministas. También los apoyo. Pero lo que yo ‘creo’ de mí mismo no siempre es real. Nos vemos en el espejo mucho mejores de lo que somos en realidad. Pertenezco a una generación mayor, educada en un contexto más hétero-patriarcal que el actual. De seguro ignoro códigos secretos y pliegues sensibles de la piel feminista. En esto uno debe caminar pisando huevos, a veces hasta lo absurdo, porque legítimamente existe mucha rabia acumulada en las mujeres, por décadas, siglos y milenios. Su sensibilidad es enorme. ¿Pero tú crees que debemos ser los hombres actuales quienes asumamos toda la responsabilidad y la culpa de una construcción cultural de milenios? La batalla feminista ha durado 5.000 años, se acentuó en los últimos 300, y mucho más aun en los últimos 60. Pero en Chile se han alcanzado en los últimos 30 o 20 años logros muy significativos. En buena hora. Del 100 % del tiempo (5.000 años) que ha durado la lucha feminista, se ha conseguido muchísimo en el último trecho de 0,006 % del tiempo total (30 años). ¿Faltan muchos anhelos por alcanzar? Por supuesto. ¿Tú crees correcto que los hombres actuales, que hemos sido más abiertos, adaptables y flexibles, seamos tratados por las mujeres como los demonios y culpables de la dominación, el maltrato, la discriminación, el patriarcado que han regido durante cinco milenios?
¿Es razonable que nos censuren, cancelen o funen por toda la historia?
Volvamos a las Musas, para ver un ejemplo concreto. Revisando una columna, mi censora joven, inteligente y feminista, eliminó toda alusión al trato de Musa que yo daba a algunas mujeres de carne y hueso que me hicieron comentarios interesantes sobre mis columnas del Eros de Primavera. Quería dialogar con ellas usando la ficción, diciéndoles Musas para respetar el secreto de sus nombres y de sus opiniones. Pero mi censora feminista fue insistente y severa. Ella creía que tratarlas así sería ofensivo, patriarcal, sexista, cosificador y degradante para las mujeres. ¡Oh, oh! ¡Vamos con cuidado! -dije-.
¡Qué extraño! ¿Por qué sería así? ¡Si las Musas son diosas! ¡Inspiradoras del arte y la creación! –pensé-, ¡Yo no! ¡Ellas son superiores a mí, son hijas de Zeus! ¡Y para más remate, todas las Musas mitológicamente son mujeres! ¡No existen Musos, sino puras Musas! Es un privilegio y poder exclusivamente femenino. En rigor, nosotros los hombres somos los discriminados y apartados de esos poderes inspiradores, sabios y creativos. ¡Hasta podríamos reclamar!
¿Por qué tratar de Musa a una mujer, podría degradarla o cosificarla? En esto, yo entiendo que una mujer se ofenda si la discrimino infundadamente por su género; si la degrado, la domino, la oprimo o la excluyo por tal motivo. Es aborrecible si la maltrato o abuso de mi poder para ser violento con ella. También la degrado si la trato como mujer-objeto, es decir si la cosifico, transformándola en una cosa, hago de ella sólo un cuerpo como mera materialidad. Lo mismo si la valoro sólo por su belleza física, su atractivo sexual o erótico. Sí, todo eso sería ofensivo, discriminatorio o degradante. En cambio, yo entiendo que en esto doy un trato digno, respetuoso, positivo y correcto si valoro a una mujer como un sujeto pleno e individual, con iguales derechos y libertades que los míos y otros hombres, si valoro su persona esencialmente por su subjetividad individual, por sus atributos extra-corporales, como su inteligencia, su interioridad, su creatividad, su espiritualidad, su ética, su cultura u otras cualidades similares.
¿Y qué es lo que distingue a una Musa? Precisamente su subjetividad individual, que incluso necesariamente debe ser mucho más rica, creativa y muy anterior a la del artista, poeta, músico, filósofo o científico a quien la Musa inspira. ¿Cómo podría la Musa inspirar o “soplarle” a otro si ella no poseyera antes la idea, la inteligencia, el conocimiento y la creatividad? Tampoco destaca en las Musas su cuerpo o su belleza, no es esa su cualidad diferenciadora. Ahora, detente un momento. Mira el fresco de Rafael Sanzio llamado El Parnaso que está en Roma, y verás que las Musas están al centro del cuadro, no se destacan por su belleza física y están rodeadas por los más importantes poetas y filósofos de la Antigüedad y del Renacimiento, incluyendo a Homero, Virgilio, Ovidio, Bocaccio, Petrarca, Dante, etc., ¡Ellos son los que les van a pedir apoyo a las Musas para inspirarse! Es decir, las Musas son mejores que esos artistas y escritores gigantes de la Antigüedad y del Renacimiento. Ellas son sus verdaderas maestras.
Inspirar según la RAE es infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente de una persona ciertos afectos, ideas y designios; es sugerir ideas o temas para la composición de una obra literaria o artística; o dar instrucciones a quienes dirigen o redactan publicaciones; o bien iluminar el entendimiento de alguien y mover su voluntad; motivar a alguien o algo para el desarrollo de su propia creación. ¡Es la Musa la que hace todo eso! ¿Cómo no va a ser un halago?
Hagamos un ejercicio de ficción. Si las feministas creen de verdad que tratar a una mujer como una Musa es una degradación y cosificación, entonces evitemos más agravios. Propongo que primero transformemos a todas las Musas del Olimpo en Musos hombres. ¡Me ofrezco como Muso de la Gastronomía y la Enología! ¡Qué placer! Me la pasaría inspirando y probando nuevas recetas y los mejores mostos. Y para evitar absolutamente todo otro riesgo de degradación u ofensa a las mujeres por asuntos mitológicos, a todas las diosas del Olimpo y del Panteón que son mujeres convirtámoslas en hombres. Incluyendo por cierto a Atenea, diosa de las ciencias, la sabiduría y el conocimiento; a Gaia, diosa de la Madre Tierra; a Harmonía, de la concordia; a Hera, protectora de la familia; a Minerva, de la sabiduría; a Venus y Afrodita, diosas del amor, la fertilidad y la belleza; y tantas otras diosas. Así no habrá más cosificación de una mujer si se la trata como diosa. ¡Me ofrezco y reservo mi lugar como nuevo dios Ateneo o Minervo, dioses de las ciencias, la sabiduría y el conocimiento! ¡Si no he logrado en la realidad ninguna de tales cualidades al menos lo lograré mitológicamente, y por decreto! Es sólo una ficción argumental. Pero supongamos también que esto se oficializa a través un decreto presidencial por una mera desprolijidad e inadvertencia y el cambio quedara a firme, por considerarse irrevocable e irreversible. ¿Sería bueno para el feminismo y las mujeres? ¿Acaso no disminuirían su poder y afirmarían más el patriarcado, perdiendo de paso la paridad de género en el Olimpo? Es cierto, es un ejercicio de ficción, sólo estamos en el ámbito de lo mitológico, lo simbólico, lo arquetípico y sus efectos en el inconsciente. ¿Qué importa entonces? Yo creo que mucho, significaría no entender nada de lo que implica el poder del mito. ¡Mujeres de esta tierra y Musas del Olimpo, no se dejen embaucar! Reserven para ustedes la honra y dignidad de esa denominación, y sus hermosas cualidades inspiradoras, que las elevan y no las rebajan, que las hace más sustantivas, más sujetos y menos objetos, las más creativas y creadoras antes que todos.
Creo, finalmente, que en temas de género y feminismo hay todavía mucha censura, autocensura, cancelación y funas que no son razonables ni están justificadas, de lado y lado. Veo, por ejemplo, que en temas de feminismo, igualdad y diversidad de género hay muchos hombres de generaciones mayores y no tanto que se autocensuran, se disciplinan y se contienen, tratando de ser políticamente correctos, aparecer como modernos y tolerantes. Pero más por miedo que por convicción. Creo que están pasmados y atónitos por la velocidad y la entidad de los cambios que se han producido en los últimos 20 o 30 años. Eso no significa que yo considere que tales cambios estén mal. Yo creo que significa que nos ha faltado un diálogo más abierto, franco y tolerante entre hombres y mujeres sobre el feminismo y la equidad de género, que ayude más a convencer y no a vencer.