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“La última exposición futurista” de Arturo Cariceo Opinión

“La última exposición futurista” de Arturo Cariceo

Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
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Cariceo se relaciona con “una modernidad inacabada, o no consagrada territorialmente”, lo cual  conlleva contradicciones, pues “la extrema polaridad convergente, e imposible, entre un “todo” (imposibilidad barroca) y una nada (imposibilidad utópica neo-vanguardista) acumulados nos da la posibilidad de abarcar un significante vacío como parte de una opción estética, la cual vaciaría (y quizá eliminaría) los significados de una posible lectura neobarroca y a la vez permitiría la ficción utópica”.


A mediados de octubre del año pasado el artista Arturo Cariceo me invitó a escribir  en lo que sería un catálogo de su exposición titulada “La Última Exposición Futurista”. Entre muchas conversaciones y avances en el proyecto, resultó convirtiéndose en un e-book.

Uno de los principios que me motivó a esta labor fue, en principio, aportar a un mayor reconocimiento de los trabajos conceptuales que ha realizado, y realiza, Cariceo, a pesar de que él es un artista reconocido, considero que su importancia no ha sido comprendida del todo por el campo artístico completamente. A continuación me autocitaré con algunos fragmentos del libro, lo cual no completará la reflexión “completa” del texto, pero dará un alcance general del “espíritu” del mismo.

Arturo Cariceo se relaciona con “una modernidad inacabada, o no consagrada territorialmente”, lo cual  conlleva contradicciones, pues “la extrema polaridad convergente, e imposible, entre un “todo” (imposibilidad barroca) y una nada (imposibilidad utópica neo-vanguardista) acumulados nos da la posibilidad de abarcar un significante vacío como parte de una opción estética, la cual vaciaría (y quizá eliminaría) los significados de una posible lectura neobarroca y a la vez permitiría la ficción utópica”.

Cariceo …“nos hace presentes los significantes técnicos y tecnológicos de épocas locales, es decir, chilenas (dentro de la mundialización); o sea los elementos resultantes y sus residuos de los procesos de tecnificación tomados de parte de las primeras vanguardias de la aceleración y “velocidad del tiempo”. Pero este principio futurista es llevado a su extremo, es decir a los límites suprematistas y neoexpresionistas en la pintura y cageanos en el sonido. En este sentido, a través de un inicio progresista de principios del XX y sus límites en la segunda mitad del mismo siglo, Cariceo toma sus bases conceptuales para interrogarlas, concentrándose en la (im)posibilidad de la sinestesia inundada de significantes críticos de la modernidad del desfase tecnológico. Este desfase-significante nos lo presenta como una de las condiciones de posibilidad de lo invisible y lo “repleto sonoro”, lo cual también nos lleva a la ya mencionada imposibilidad cageana del silencio”.

“Esta última posición de la materia significante del sonido” son revisadas en el libro desde una postura crítica “…donde la influencia de fines de los 80, 90, y de lleno en el 2000, no pasan por el adoctrinamiento disciplinar de la capitalización del concepto de arte sonoro, hija de las nostalgias vanguardistas mal cosificadas en las experiencias nacionales de sus pares sonoristas, sino que buscan su propia diferenciación. No creemos que estos lo entiendan aún, pues la tendencia generalizada y la búsqueda de escena de arte sonoro chilena fracasó desde que nació, debido a la aséptica posición que inundó la reflexión heredada de un posestructuralismo europeo y una post-dictadura que contradecía la posición anti-industrial de la creatividad de Adorno, pero que en sus bases estaban heredando el purismo crítico musical de este filósofo. En el proceso, hasta el día de hoy, mantienen esta herencia, incluso en los intentos de experimentaciones pseudo-políticas. La experiencia con los artefactos físicos nunca han alcanzado, o intentado al menos, la reflexividad significante más allá de la anécdota del objeto reificado en su belleza neoclásica. Quizá exista una mayor comodidad conceptual, en las bases de su producción, al pensar en los jóvenes constructivistas rusos, pues, de alguna forma, los procesos de tecnificación del mundo en relación a la construcción de un nuevo mundo (un “nuevo humano”) político sin desconocimiento de las experimentaciones límites vanguardistas (Malévich) se integraban con extremada facilidad con un progresismo tecnológico de aceleración física y simbólica (Futurismo)” facista.

“Arturo Cariceo, desde los 80 no sólo invisibiliza los objetos de las salas de exposiciones tradicionales, “sino todo lo que rodea la ritualización del contexto cultural aprendido sobre la recepción del arte, es decir, una cierta desvinculación de la modelización de los objetos del mundo del arte, en el intento de superación de los sentidos” de ese campo cultural. En este sentido, la invisibilidad también es un contrapunto del resultado del entorno social, político e histórico, donde “la transmisión” es parte integral del lenguaje; la singularidad, o la individuación del artista, antes de la “era” de la digitalización ha sido el espacio tiempo, hoy podría ser, desde lo figurado, la telepresencia. Parte de esta “transgresión” podría asociarse a los inicios de la sub-cultura artística del Situacionismo y Neoísmo, pues las apropiaciones, desvinculaciones autorales de forma paródica, vulneración de las “identidades creativas”, la referencia y utilización “irónica” de todo lo disponible en la “creación de cultura”, y bastante más, formaron parte -y lo siguen haciendo- de la “materia prima” del artista”.

Quienes quieran ver el libro completo, pueden descargarlo aquí.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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