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Ha llegado Carter Opinión

Ha llegado Carter

Victor Gómez Lizama
Por : Victor Gómez Lizama Periodista y profesor Escuela de Periodismo U. de Chile. Documentalista; asesor en comunicación estratégica.
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La eficacia de las demoliciones resulta discutible –pero a Carter eso no lo inmuta–, sobre todo, porque el narco es flexible; tiene la capacidad logística para cambiar de espacios con facilidad, y se mueve como pez en el agua en los sectores que controla en todo el país. La demolición puede ser llamativa, sin embargo, conmociona a la comunidad inmediata del barrio intervenido (en Los Quillayes hubo duros enfrentamientos entre pobladores y Carabineros). La acción del municipio solo se concentra en el microtráfico, sin afectar a los grandes traficantes ni a sus proveedores. En las demoliciones ejecutadas en La Florida no se incautó drogas ni armamento ni recursos relevantes en las “caletas” de los narcos. Los millonarios recursos gastados en cada demolición provienen de las arcas municipales, además, se echa mano a un amplio contingente de policías en cada episodio.


Con pensado cálculo, Rodolfo Carter echó mano a las facultades que posee como alcalde y, vía decretos de la Dirección de Obras Municipales (DOM) –que permite demoler edificaciones no autorizadas–, les cayó encima a las casas de narcotraficantes de La Florida. Populista, sensacionalista, política-espectáculo, dispararon con prisa políticos y comentaristas de turno, todos con ligera mirada incapaz de caracterizar a fondo el fenómeno del alcalde que marcó la pauta política en medio de la crisis de seguridad que atraviesa el país.

Una acción con efectos que recién se están procesando. De hecho, diversas encuestas –públicas y privadas– reflejan que la medida realizada por Carter es bien evaluada por la opinión pública. Incluso esos mismos sondeos coligen que ese apoyo ciudadano también logra adherencia hacia su figura. Eso explica el efecto imitación, que ya tuvo su primera réplica en Calama por medio de su alcalde, Eliecer Chamorro, quien ordenó demoler la primera narco-casa en su comuna.

La eficacia de las demoliciones resulta discutible –pero a Carter eso no lo inmuta–, sobre todo, porque el narco es flexible; tiene la capacidad logística para cambiar de espacios con facilidad, y se mueve como pez en el agua en los sectores que controla en todo el país. La demolición puede ser llamativa, sin embargo, conmociona a la comunidad inmediata del barrio intervenido (en Los Quillayes hubo duros enfrentamientos entre pobladores y Carabineros). La acción del municipio solo se concentra en el microtráfico, sin afectar a los grandes traficantes ni a sus proveedores. En las demoliciones ejecutadas en La Florida no se incautó drogas ni armamento ni recursos relevantes en las “caletas” de los narcos. Los millonarios recursos gastados en cada demolición provienen de las arcas municipales, además, se echa mano a un amplio contingente de policías en cada episodio.

Demoler 4 casas narco consecutivamente de las 16 anunciadas, implica una acción política-comunicacional continua y sistemática, con objetivos inmediatos y de largo alcance que buscan lograr visibilidad pública del alcalde Carter como personaje central de esta historia. Toda reacción de partidarios y detractores de las demoliciones debe pasar por la figura del alcalde ex UDI para replicar con audacia las críticas. De paso, inhibir cualquier cuestionamiento a su gestión municipal, más todavía tras el informe de La Contraloría que detectó inconsistencias en la acreditación de $4.600 millones en la Corporación Municipal de La Florida entre 2018 y 2020.

El pregón público de Carter propone salir al paso al mundo narco. Se trata de apropiarse del sentido común posicionándose como hombre de medidas concretas, a diferencia de otras autoridades que aparecen ante la ciudadanía en roles pasivos frente a la delincuencia. Un sheriff moderno de 51 años, abogado y con llegada a los medios de comunicación por medio de un lenguaje decodificable por la gente común.

El método de Carter es simple y se basa en una trilogía clásica en diseño estratégico:

Diagnóstico (reconocer crisis): El narco controla las poblaciones y no hay nadie que lo detenga. La seguridad de los vecinos está amenazada y el temor se hizo cotidiano ante la inacción de las autoridades. Impugnación (apuntar a los responsables de la crisis): El Estado, tanto el Gobierno como otros, no actúan contra los narcos. La clase política está preocupada de otros temas distantes de la gente y el Congreso dilata leyes de seguridad. Mientras, las fiscalías no hacen su trabajo y las policías están superadas en todos los flancos. Propuesta (plan de acción): Realizar acciones concretas sobre el dominio territorial y simbólico de los narcos por medio de demoliciones de sus casas. “Combatirlos” en sus propios entornos y refugios. Hacerse cargo de la demanda de la comunidad en la persecución del tráfico y la delincuencia asociada a las drogas. Capitalizar en su figura la crisis de seguridad vía el efectismo puro y sin remordimiento.

Visto así, todas sus acciones se realizan con amplia publicidad en los medios para lograr simpatía en los votantes. En tiempos de masificación de contenidos por redes sociales con diversos impactos en las audiencias, las demoliciones de casas narco se valoran de forma positiva con viralización de videos y mensajes. De esta forma, Carter instala su método que en tiempos electorales puede ser incluso transversal en términos políticos.

En cada demolición, Carter entrega a los medios toda la información sobre prontuarios de quienes habitan las narco-casas, sus conexiones delictuales y, por cierto, todo tipo de dato judicial. Su pauta –como se dice en jerga periodística– goza de amplia cobertura. Logra permanecer en las parrillas informativas por días y días en noticiarios y matinales de TV con alto rating. Y se transforma en referente ante el fenómeno narco en Chile.

Su puesta en escena no deja detalles sueltos, pues su chaqueta amarilla e impecable vestimenta implican concentrar en él toda la atención de las cámaras en medio de un tumulto de guardias municipales y policías que intervienen en cada operativo. Desde hace un tiempo, su rostro se presta para bromas de los detractores, pero es claro que su intervención estética está en línea con su campaña hacia La Moneda surgida desde La Florida, una comuna con marcado sello aspiracional. Todo está pensado.     

El escenario político no deja de ser favorable para el mandamás floridano, porque el Gobierno no cuenta con alcaldías ni gobernaciones capaces de salirle al paso a Carter. Menos existe desde La Moneda un diseño político-comunicacional para enfrentarlo, que, pese a que su modus operandi se inauguró en enero de 2023 con la primera demolición, desde entonces, todas las respuestas del Ejecutivo han sido coyunturales, casi espontáneas, incluso al borde del desprecio del alcalde como actor político. No se trata de una receta anti-Carter, pero sí de una respuesta estructurada desde Palacio antes que sea demasiado tarde.

En tanto, la Fiscalía reaccionó recién en la cuarta demolición. Ángel Valencia –flamante nuevo Fiscal Nacional– quiso mostrar los dientes con el anuncio de sumario al fiscal Ernesto Navarro, a quien se le apuntó como el responsable de filtrar la información al alcalde de La Florida. Sin embargo, en solo horas el jefe del Ministerio Público reculó porque los antecedentes entregados son de dominio público y fueron solicitados de manera formal. Carter apuntó a un telefonazo desde La Moneda hacia Valencia, pero el Gobierno descartó presión sobre la Fiscalía. Días después, el fiscal jefe se comprometió ante Carter a seguir entregando información sobre las casas narco. Dicho de otro modo, el plan político-comunicacional del acalde continuó victorioso.

En su posicionamiento, el jefe comunal usa el espacio municipal como plataforma de absoluta cercanía con la comunidad en tiempo real. Sabe que sus competidores inmediatos en la derecha, tanto la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, como el alcalde de Puente Alto, Germán Codina, gozan del mismo recurso territorial y lo usarán en campaña.

Al mismo tiempo, Carter refuerza su imagen con temas actuales, relevando sus atributos personales y de buen gestor, con lo que marca distancia con Franco Parisi, quien no tiene obras ni acciones que mostrar. Pero, a la vez, se diferencia de José Antonio Kast, que recurre a una copia chilena del estilo de Donald Trump, Jair Bolsonaro, en otros ultraderechistas globales. Ni hablar de la distancia que le sacó a Carolina Tohá y Claudio Orrego, los posibles abanderados oficialistas.

Boric asesino, Carter presidente se oyó en bullicioso tumulto durante el responso de la sargento 2° Rita Olivares en Quilpué. El Presidente, afectado por las pifias, abucheos y gritos, llamó a reflexionar sobre sus actuaciones en el pasado reciente respecto a Carabineros. El alcalde, en cambio, acudió a solidarizar con la familia de la uniformada con pleno respaldo de la comunidad local a su visita. Hay que ser claros, el Presidente de la República no cometió ningún asesinato, sin embargo, los hechos en Quilpué demuestran con nitidez que Carter está en plena campaña presidencial y toda oportunidad será aprovechada.

Las demoliciones en La Florida o en cualquier parte relegan a segundo plano el impacto humano del narco en la comunidad; por un lado, hay cientos de muertos que se multiplican en vendettas de bandas rivales en todas partes en delitos asociados al tráfico. Por otra parte, los consumidores de drogas terminan con sus familias rotas, con daños irreparables en niños y sus entornos. De esta realidad muy pocos hablan, incluso Carter.

Las experiencias internacionales con mejores resultados ante el poder narco apuntan a capturar el capital sucio y desbaratar sus negocios. Carter sabe que en Chile el Estado está en deuda en esta materia y camina peligrosamente a transformarse en un Estado fallido al estilo México y Colombia. Sin ir más lejos, mientras el alcalde demolía narco-casas en La Florida, hubo un funeral narco que paralizó Valparaíso; la ONU reveló que el puerto de San Antonio es el con mayor tráfico de drogas a nivel mundial; el Banco Central boliviano informó que las remesas de dólares desde a Chile a Bolivia crecieron 330% en 10 años y, para rematar, la Conferencia Regional de Las Américas de Interpol reunida en Santiago concluyó que, sin una millonaria inversión estatal en recursos logísticos, la pelea contra el narco está perdida.

En ese escenario crítico, el alcalde de La Florida se mueve con comodidad y, por ahora, es inmune a las amenazas de los narcos. No se inmuta con el fuego en su contra de políticos oficialistas y de derecha. Y cuenta a su favor con el clima de inseguridad reinante que atemoriza a la ciudadanía. Hoy su bandera de lucha es combatir el narcotráfico y las demoliciones le dan mucho crédito; mañana serán otros temas, porque su objetivo es La Moneda. Pronto inventará una frase pegajosa para que se repita hasta la saciedad. Veremos cómo sigue esta historia. Señoras y señores, ha llegado Carter.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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