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A 20 años del lobby y presión de la industria tabacalera, hoy se repite lo mismo Opinión

A 20 años del lobby y presión de la industria tabacalera, hoy se repite lo mismo

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Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
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Actualmente, en las reuniones que se están dando, de los países miembros en la OMS, las compañías tabacaleras han continuado su arremetida para que, particularmente, los países más dependientes, o con menos fuerza económica y política no ratifiquen parte de los convenios y/o no tomen medias más radicales en sus territorios contra el consumo.


La industria tabacalera ha sido, política y económicamente, de una extrema fuerza negativa en el escenario de la salud pública durante décadas. Pensemos que este tipo de epidemias, a pesar de importantes alcances en algunos países, sigue generando estragos en la salud mundial. Mientras los esfuerzos para controlar y prevenir el consumo de tabaco avanzan, la lucha contra la interferencia de la industria en el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en los países miembros es un desafío crucial.

El Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, adoptado en 2003, es un tratado internacional que tiene como objetivo reducir el consumo y la exposición al tabaco y frenar la interferencia de la industria tabacalera en las políticas de salud. Este convenio ha sido ratificado por numerosos países miembros de la OMS, estableciendo una base sólida para las políticas antitabaco a nivel global.

Sin embargo, la industria tabacalera ha desplegado una serie de estrategias para debilitar el Convenio y socavar su implementación efectiva. Entre estas estrategias se encuentran el cabildeo directo e indirecto sobre los países miembros que aún no lo han ratificado, así como la utilización de tácticas para debilitar las políticas específicas que el tratado promueve. La industria tabacalera ha destinado grandes sumas de dinero para cabildear a gobiernos y políticos, buscando que se retrasen o eviten la ratificación del Convenio Marco. A través de grupos de interés y lobbies, han intentado minar el apoyo a las políticas antitabaco y han presionado para que se adopten medidas más débiles que permitan continuar con sus prácticas comerciales dañinas.

Otra táctica común ha sido la de generar desinformación sobre el Convenio Marco y las políticas antitabaco que promueve, utilizando estudios sesgados y campañas de relaciones públicas para sembrar dudas sobre la efectividad de las medidas propuestas y para deslegitimar los esfuerzos de la OMS y los países que buscan implementar políticas más estrictas. El nivel de campaña de desprestigio contra el Convenio ha llegado hasta acciones legales contra gobiernos y países que han adoptado políticas antitabaco sólidas en cumplimiento del Convenio Marco. Estas demandas y amenazas legales buscan desalentar a otros países de seguir un camino similar y crear un ambiente de temor y cautela en la toma de decisiones políticas. Algunas de las acciones legales que han llevado a cabo son demandas contra regulaciones específicas, donde las compañías tabacaleras han presentado demandas contra regulaciones que limitan la publicidad y promoción de los productos de tabaco, aumentan los impuestos al tabaco o exigen advertencias más impactantes en los paquetes de cigarrillos. En estas demandas, las  corporaciones tabacaleras argumentan que estas regulaciones violan los derechos de propiedad intelectual o el libre comercio, buscando invalidar o retrasar su implementación. También, han levantado litigios de inversores donde, bajo acuerdos de protección de inversiones y mecanismos de solución de controversias inversionista-Estado (ISDS), las compañías tabacaleras han llevado a cabo demandas contra países que han implementado políticas antitabaco. Argumentan que estas políticas han afectado sus inversiones y, por lo tanto, buscan compensaciones financieras considerables. Estos litigios pueden tener un alto costo para los países y disuadir a otros de tomar medidas similares. También, han trabajado, fuertemente, para influir en foros internacionales y tratados comerciales con el fin de proteger sus intereses comerciales y debilitar las políticas antitabaco. Han buscado incluir disposiciones que limiten la capacidad de los países para implementar medidas de control del tabaco en acuerdos comerciales, lo que podría socavar la efectividad del Convenio Marco de la OMS.

Es importante destacar que algunas de estas acciones legales han sido infructuosas, y en varios casos, los países han prevalecido en los tribunales y han logrado mantener o fortalecer sus políticas antitabaco. Sin embargo, las demandas y litigios de la industria tabacalera pueden tener un impacto desalentador en los países con menos recursos o en aquellos que enfrentan una fuerte presión económica y política de las compañías tabacaleras.

Actualmente, en las reuniones que se están dando, de los países miembros en la OMS, las compañías tabacaleras han continuado su arremetida para que, particularmente, los países más dependientes, o con menos fuerza económica y política no ratifiquen parte de los convenios y/o no tomen medias más radicales en sus territorios contra el consumo.

Las terribles prácticas que han ejercicio estas compañías en el mundo -incluyendo manejos químicos en sus productos para una rápida dependencia- son solo un ejemplo de como variadas corporaciones siguen ejerciendo un poder de sujeción económica/política de naciones enteras en distintas escalas en perjuicio, finalmente, de toda la población mundial, donde, en promedio (según fuentes de la OMS del 2020), mueren alrededor de 8 millones de personas al año, donde mas de un millón no son fumadores, es decir, mueren por recibir el humo de otros fumadores.

Esperemos que a 20 años de la presión que ejerció la industria tabacalera en el Convenio Marco, esta vez no se repita el mismo nivel de matonaje a los países miembros, o, al menos, estos países (incluyendo Chile), no participen de estas terribles presiones que son, solamente, para mantener un poder económico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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