Publicidad
El legado que debería dejar la ministra del litio Opinión Explotación de Litio en Salar de Atacama (JPL/NASA)

El legado que debería dejar la ministra del litio

Francisco Orrego
Por : Francisco Orrego Abogado, académico, ex subsecretario de Minería (2012-2014), ex presidente del directorio de TVN (2018-2019) y ex director de Enami.
Ver Más

Mientras los distintos gobiernos impulsaban sus propias políticas públicas, el mercado internacional del litio avanzaba velozmente, hasta el punto de ir dejándonos en el camino en la disputa por el liderazgo mundial de la industria. Poco a poco vimos cómo nuestros principales competidores nos iban relegando de puesto. La razón de este retroceso es evidente: a diferencia de otras legislaciones mineras avanzadas, en Chile el litio no es concesible. Parte de esta explicación radica en la tranca o complejo de los sectores de izquierda por el rol de los privados en el desarrollo de este mercado.


Luego de profundas diferencias y descoordinaciones entre las principales autoridades del Ministerio de Minería, y una grave parálisis en la gestión de la cartera, el Presidente Boric ha designado como nueva ministra de Minería a Aurora Williams, exministra de la cartera bajo Bachelet II. Su principal desafío será materializar la política del litio anunciada recientemente por el Primer Mandatario. Quiérase o no, será evaluada como la ministra del litio.

Le deseamos mucho éxito en su gestión. No obstante, el desafío que enfrenta no es menor. Desde que se declarara el litio como sustancia no concesible a principios de la década de los ochenta, los sucesivos gobiernos nada o poco han hecho por abordar el tema de fondo que afecta el desarrollo de esta industria. Veamos.

Considerando que en los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet I nada se hizo al respecto, es importante recordar que quien abordó por primera vez la idea de una política pública para aprovechar los beneficios del litio fue el expresidente Piñera. En su primer mandato, sin embargo, estos esfuerzos no prosperaron como consecuencia de una fallida y polémica licitación.

Luego sería el turno del Gobierno de Bachelet II, donde tampoco se logró avanzar, salvo por la creación de una Comisión Nacional del Litio, que, bajo la dirección de la actual ministra, elaboró una Estrategia Nacional del Litio, que entregaba a las empresas públicas un rol fundamental en su implementación. Su legado fue dejar bloqueado el salar de Maricunga en favor de Codelco, a través de un CEOL aprobado entre gallos y medianoche, al final de su mandato. Finalmente, tampoco hubo avances relevantes en el Gobierno de Piñera II, donde nuevamente hubo una fallida licitación pública.

Mientras los distintos gobiernos impulsaban sus propias políticas públicas, el mercado internacional del litio avanzaba velozmente, hasta el punto de ir dejándonos en el camino en la disputa por el liderazgo mundial de la industria. Poco a poco vimos cómo nuestros principales competidores nos iban relegando de puesto. La razón de este retroceso es evidente: a diferencia de otras legislaciones mineras avanzadas, en Chile el litio no es concesible. Parte de esta explicación radica en la tranca o complejo de los sectores de izquierda por el rol de los privados en el desarrollo de este mercado. Es más, sin temor a equivocarme, el anuncio del Presidente Boric de crear una Empresa Nacional del Litio, junto con la participación mayoritaria del Estado en cualquier asociación con privados, da cuenta de cierto desprecio hacia el sector privado.

Al asumir en este tercer tiempo del Gobierno, la ministra Williams reafirmó, bajo el mismo tinte ideológico que su jefe, que el mandato que detenta es “consolidar la Estrategia Nacional del Litio”, con la idea de que este Gobierno sea recordado como aquel que consolidó la industria del litio. Ambicioso legado y, aunque no pongo en duda las buenas intenciones de la ministra, me hace dudar de este el seguir insistiendo –como ejes estratégicos– en la creación de una empresa pública de litio y en licitaciones de participaciones minoritarias para actores privados, más aún cuando el Estado ha dado ejemplos recientes de lo ineficiente que es para administrar y gestionar recursos públicos.

Si a lo anterior sumamos la permisología, un mal crónico que aqueja a nuestra institucionalidad minera y medioambiental, una maraña burocrática que impedirá el desarrollo oportuno de cualquier nuevo proyecto de litio en Chile, todo me induce a pensar que este Gobierno será recordado como aquel que terminó por farrearse la ventana de oportunidad de un mercado internacional que ya empieza a cerrarse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias