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Sebastián Piñera y la imposibilidad de una derecha democrática en Chile Opinión Francisco Vicencio/AgenciaUno

Sebastián Piñera y la imposibilidad de una derecha democrática en Chile

Andrés Kogan Valderrama
Por : Andrés Kogan Valderrama Sociólogo Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable y Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
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Da mucha vergüenza que un ex Mandatario chileno compare lo ocurrido durante el 2019 con lo sucedido durante 1973, como si fueran dos hechos similares y que deban equipararse, cuando son procesos muy diferentes, ya que una revuelta social no tiene ninguna relación con un golpe de Estado, que involucra directamente a las Fuerzas Armadas, como ocurrió aquel 11 de septiembre.


Las recientes declaraciones del ex Presidente de Chile Sebastián Piñera, tanto en Argentina como en España, planteando que durante el 2019 su gobierno sufrió un intento de golpe de Estado no tradicional, no solo es de un oportunismo inmenso de su parte, para ganar visibilidad internacional, sino que es una afirmación peligrosa que relativiza, banaliza y vacía su significado, sobre todo considerando que este año se cumplieron 50 años del bombardeo de La Moneda y el inicio de una feroz dictadura de 17 años.

De ahí que da mucha vergüenza que un ex Mandatario chileno compare lo ocurrido durante el 2019 con lo sucedido durante 1973, como si fueran dos hechos similares y que deban equipararse, cuando son procesos muy diferentes, ya que una revuelta social no tiene ninguna relación con un golpe de Estado, que involucra directamente a las Fuerzas Armadas, como ocurrió aquel 11 de septiembre.

Con esto no se busca en ningún caso justificar los múltiples actos violentos de ciertos grupos durante la revuelta social en el 2019, en donde hubo quema de lugares, saqueos a negocios y la destrucción de la infraestructura pública de todo el país, que se vio muy afectada, pero detrás de ello no hubo una planificación de tipo conspirativa, como creerá Piñera, en donde un grupo quisiera asaltar el Estado y apoderarse de él.

Por el contrario, la revuelta del 2019 en Chile, así como muchas otras en distintos lugares en el mundo, fue un proceso destituyente masivo principalmente, y de distintas demandas, mayoritariamente pacífico, que condensaba malestares por décadas, no habiendo ningún líder o sector específico que se lo apropiara o lo cooptara políticamente.

Por lo mismo, antes de lanzar acusaciones a la ligera y sin fundamento, el ex Presidente debiera problematizar sobre las causas del descontento social, las cuales estuvieron centradas en el abuso, la desigualdad, el sobreendeudamiento de las familias chilenas para vivir y la incapacidad del sistema institucional para resolver aquello.

Asimismo, no nos olvidamos que luego del ataque criminal y coordinado contra el Metro de Santiago en 2019, del cual aún no hay casi responsables, de manera insólita Sebastián Piñera instaló la idea de un enemigo interno muy poderoso y una guerra, generando las condiciones para decretar un toque de queda y las violaciones a los derechos humanos que se generaron en ese periodo, las cuales están documentadas por organismos internacionales como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En consecuencia, las declaraciones de Piñera no solo son de una nula autocrítica y no asume ninguna responsabilidad política en materia de DD.HH. durante el 2019, sino que también le hace el juego al Partido Republicano y cierra la posibilidad de tener una derecha realmente democrática en Chile, que crea siempre en la defensa de la democracia, independientemente de los contextos y circunstancias históricas.

A su vez, con sus declaraciones, Piñera refuerza la idea conspirativa y de ultraderecha del octubrismo, que sostiene que lo que pasó en el 2019 fue planificado y llevado a cabo por el Partido Comunista y con el apoyo internacional de gobiernos como los de Cuba, Venezuela y Rusia, lo que nos retrotrae al llamado Plan Z de 1973, que señalaba que Salvador Allende supuestamente tenía preparado un autogolpe para eternizarse en el poder.

Nada más lejano de la realidad aquel supuesto intento de golpe de Estado, tanto antes de 1973 como en el 2019, considerando que quienes violaron los derechos humanos fueron precisamente quienes están impulsando esas ideas que solo buscan justificar las persecuciones, las mutilaciones, las torturas y los muertos, negando la posibilidad de ponernos de acuerdo en la sociedad con algo tan mínimo y básico de convivencia como país.

Se podrá decir que muchos gobiernos de izquierda han vulnerado los DD.HH. también y que lo siguen haciendo por lo demás, lo que es verdad, como es el caso de los países anteriormente mencionados, pero no por eso se van a aceptar mentiras históricas, sin ningún tipo de base que las sostenga ni evidencia empírica.

Por consiguiente, ante la falta de una derecha democrática, la unidad de las izquierdas, progresismos, movimientos sociales y organizaciones ciudadanas que busquen la construcción de buenos vivires, se vuelve fundamental, ya que sin cambio constitucional, como probablemente pasará, sea porque se vote en contra en diciembre o no se realice el plebiscito finalmente, y frente al ascenso de discursos negacionistas, no es el momento de marcar nuestras diferencias, sino de estar juntos y juntas para la defensa de ciertos mínimos democráticos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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