Esto que está pasando me tiene totalmente angustiado y además… complicado. Es la primera vez que, a mis 75 años, he decidido abandonar mi silencio escrito al respecto, aun a riesgo de recibir críticas desde ambos lados más extremos de este conflicto.
Tengo cuatro abuelos judíos, un bisabuelo rabino y un hijo rabino (pareciera que soy el ateo mutante). Por lo mismo, esto que está pasando me tiene totalmente angustiado y además… complicado. Es la primera vez que, a mis 75 años, he decidido abandonar mi silencio escrito al respecto, aun a riesgo de recibir críticas desde ambos lados más extremos de este conflicto.
No es un movimiento político sino de terrorismo racial, que busca la exterminación del pueblo judío. Poca diferencia con los nazis que fusilaban o gaseaban a padres y madres junto con sus hijos. Pero hay una diferencia que lo hace moralmente peor. Durante la Segunda Guerra Mundial algunas brigadas, que sumaron unos cien mil policías alemanes, fusilaron sistemáticamente a dos millones de adultos y niños judíos, incluyendo además a homosexuales, comunistas y gitanos, y luego los enterraron en capas tapándolos con cal. Esa fue la única labor “funcionaria y administrativa”, durante tres años, de quienes poco antes fueran choferes, obreros o empleados de banco. La banalidad del mal.
Pero, dentro de lo infernal, horrendo y despiadado de aquellas conductas, esos nazis parecen ahora un poco mejores que las bestias de Hamás que pisotearon mujeres, mutilaron y degollaron prisioneros, y luego se solazaron subiendo estas escenas a redes sociales. Ponen a la población civil de Gaza como escudos vivientes. ¿Por qué y para qué? Por cierto, el salvajismo inhumano se combinó en esta ocasión con un nivel inédito de preparación militar, inteligencia previa sobre sus objetivos, planificación detallada de sus operaciones, y entrenamiento de sus milicias, a un nivel inédito hasta la fecha. Salvajismo combinado con profesionalismo es una combinación letal.
Dicho eso, me angustia también la situación del pueblo palestino, no solo desde ahora, que se agravó severamente en Gaza, sino desde hace mucho.
La historia de los últimos cien años es una de continua fricción entre judíos y árabes, salpicada con pequeños intervalos de paz. He aquí algunos eventos clave (hay muchos más) que ocurrieron a partir de 1900, y me disculpo por lo telegráfico, el propósito es únicamente ilustrar la complejidad del proceso:
Como puede verse, la fricción entre los inmigrantes judíos a Palestina, los propios palestinos, y los países árabes, ha sido permanente. De 1948 hasta hoy, con el conflicto actual, podemos contar siete guerras, en promedio una cada 11 años, más numerosas escaramuzas de menor o mayor violencia, incluyendo las confrontaciones casi continuas con Hezbollah en la frontera norte con Líbano.
Los históricos acuerdos de paz de Oslo en 1993 entre Isaac Rabin y Yasser Arafat, prometieron por primera vez la llegada de la paz al Medio Oriente. Sus artículos más importantes decían:
1: Meta de las negociaciones
La meta de las negociaciones palestino-israelíes en el proceso de paz de Oriente Medio es establecer un gobierno interino palestino y un Consejo, eligiendo la gente de Cisjordania y de la Franja de Gaza durante el periodo de transición, no excedente de cinco años, para el cumplimiento de la resolución 242 del Consejo de Naciones Unidas que exige la retirada de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días. El segundo punto de dicha resolución pide a los Estados árabes que reconozcan al Estado de Israel y que establezcan relaciones pacíficas con él.
3: Elecciones palestinas
Los palestinos deberían gobernarse a sí mismos de acuerdo con principios democráticos, se celebrarían elecciones libres, directas y universales bajo supervisión internacional. La policía palestina mantendría el orden.
5: Transición y estatus permanente
El periodo transitorio de 5 años comenzaría con la retirada de Israel de la Franja de Gaza y la zona de Cisjordania.
6: Transferencia de poderes
Bajo la entrada en vigor de la Declaración de Principios y la retirada de la Franja de Gaza y Jericó, las fuerzas armadas de Israel cederían su autoridad a la administración civil palestina en materia de educación, cultura, salud, seguridad social, impuestos, aduanas y turismo.
Algunos de los factores que contribuyeron al fracaso de los Acuerdos de Oslo:
No se vislumbra una salida. Probablemente Israel, con su gran poderío militar, logrará evitar mayores matanzas dentro de su territorio, a pesar de que su falla inicial es incomprensible, pero ahora ya comenzó dentro de Gaza una tragedia humanitaria que hará aún más difícil retomar un acuerdo de paz por largo tiempo, probablemente por décadas. Sitiar la ciudad sin agua, luz ni alimento solo agravará la tragedia humanitaria, por mucho que sirva como herramienta de presión sobre Hamás para devolver los cerca de 200 rehenes. Felizmente, las presiones de USA permitieron recién autorizar la entrada de los primeros veinte camiones por la frontera sur con Egipto, aunque en el momento del cierre de este texto eso aún no había ocurrido.
Egipto merece comentario aparte. El Presidente Biden presionó y Egipto “generosamente” concedió el paso de algunos camiones. ¿Por qué no ha concedido el paso de todos los camiones necesarios, desde el primer día de esta guerra? El gobierno egipcio ha justificado siempre las restricciones al paso de camiones con ayuda humanitaria por motivos de seguridad, afirmando que Hamás utiliza la ayuda humanitaria para financiar sus actividades terroristas.
Por otro lado, Egipto tiene siempre una amenaza a su seguridad interior, ya que su reconocimiento al Estado de Israel lo ha obligado a cuidarse de los extremistas árabes, en particular de la Hermandad Musulmana. Si Egipto abriera plenamente su frontera con Israel, pronto tendría una alianza Hamás-Hermandad Musulmana y el terrorismo se generalizaría en su territorio. Ya hay serios problemas con el contrabando de armas y suministros a través de los túneles que ha construido Hamás hacia Egipto, y que Israel no puede controlar. Jordán tiene similares problemas, que le dificultan abrir sus fronteras a los palestinos que viven en Cisjordania.
Por cierto, no hay manera de trazar una línea nítida en Gaza respecto a los que “sí son Hamás” y los que “no lo son”. La gama va desde terroristas crueles como los que invadieron Israel y degollaron civiles, a los “muy simpatizantes” y colaboradores activos de Hamás, a los “regularmente simpatizantes”, los “neutrales” que solo quieren proseguir tranquilos con su vida, y los declaradamente “anti” Hamás. Si Israel quiere eliminar a Hamás, lo cual es correcto, ¿dónde se traza la línea, además en una población en que la mitad es menor a 18 años?
Asimismo, es probable que la toma de rehenes por parte de Hamás, antes que para provocar un intercambio, o usarlos de escudos humanos, sea un intento deliberado de atraer al ejército israelí a Gaza, la que se puede recorrer íntegramente por una red de más de 400 km de profundos túneles. ¿Cómo y cuándo puede Israel ganar esa guerra cuyo propósito es eliminar a Hamás? ¿Bajo qué criterio puede Israel declarar la victoria? Aunque maten o aprisionen a toda la cúpula política y militar, que por cierto está disfrutando la vida fuera de Gaza, nuevas generaciones retomarán su lugar. Solo una paz duradera y legítima es lo que puede invalidar a Hamás, y tal vez ni aun así.
Por otro lado, una mayoría de israelíes ha puesto a Netanyahu en el poder por un total de 15 años, repartidos en tres mandatos. Es un dirigente populista y racista que logró transmitir su discurso de odio a los palestinos, tanto a la derecha como a los religiosos que le han dado su voto. Creen auténticamente que Cisjordania y Gaza les pertenecen, tanto es así que día a día siguen instalando nuevos asentamientos en Cisjordania, habitados por los ortodoxos más extremistas, con permiso para portar armas, y protegidos por el ejército.
Otro elemento que complica la situación: según el Club de Prisioneros Palestinos, una organización no gubernamental, hay más de 800 prisioneros en Israel que están siendo retenidos sin cargos ni juicio bajo la práctica de la “detención administrativa”, una medida legal que permite a las autoridades detener a una persona sin cargos ni juicio por un período de hasta seis meses, que puede ser renovado indefinidamente.
Los prisioneros palestinos que están siendo retenidos sin cargos ni juicio suelen ser acusados de actividades relacionadas con el terrorismo, como la planificación de ataques o la pertenencia a grupos armados. A menudo se les niega la oportunidad de impugnar sus detenciones ante un tribunal, aunque recién en 2023 el Tribunal Supremo de Israel dictaminó que la detención administrativa de menores palestinos era ilegal. Sin embargo, la práctica sigue siendo legal para adultos. La práctica ha sido criticada por diversas organizaciones que la consideran una violación de los derechos humanos.
En suma, Hamás (sunita) cree que los judíos deben desaparecer de la faz de la Tierra; Hezbolláh (chiita) continúa lanzando cohetes desde Líbano y Siria, y cree lo mismo; y Netanyahu, si bien no cree en una matanza indiscriminada de palestinos, sí cree que deben desaparecer de Cisjordania y Gaza… para irse a quién sabe dónde, pues no serían aceptados en ningún país fronterizo: a Egipto, no, porque este país agrega otra cuota de conflicto, que casi nadie menciona, al negarse a recibir a algunos de los más de cinco millones de palestinos, al igual que Jordania.
Todo esto sin mencionar otros cinco millones de palestinos que ya viven en los Estados árabes, muchas veces en condiciones precarias, … y todo esto además sin mencionar a Irán, que también cree en la desaparición del pueblo judío, que ha financiado a todos los grupos terroristas, y cuyo Ayatola recientemente felicitó a los “héroes” que cometieron esta matanza. Rusia y China son los grandes beneficiarios geopolíticos de este conflicto, y no tienen ningún interés en terminarlo.
La conflictiva relación entre sunitas y chiitas le agrega aún mayor explosividad a la situación. En el Medio Oriente, estas divisiones han sido especialmente pronunciadas, y han contribuido a una serie de conflictos, incluyendo la guerra civil iraquí, la guerra civil siria y la guerra civil yemení. En suma, si se busca la paz… ¿con qué bando habría que negociar?
Con todo, el 18 de octubre se prendió una lucecita de esperanza. Según una encuesta, solo un 21% de israelíes quiere que Netanyahu siga después de esta enésima guerra. Mientras él siga en el poder, no hay acuerdo posible.
Otra luz al final del túnel: ya hay manifestaciones masivas en Israel contra Netanyahu. Otra reciente luz de esperanza la están dando Turquía y Qatar, que están propiciando un acuerdo de intercambio de rehenes. Asimismo, Joe Biden ha tomado recientemente un significativo liderazgo, y la influencia de USA es y será vital para llevar a las partes a la mesa de negociación, usando su poderío militar y su ayuda económica a varios países.
Debo sincerarme: estoy muy pesimista. En esta pasada, y/o en episodios anteriores, no quedará, entre judíos ni entre palestinos, alguien que no tenga uno o más muertos o mutilados en sus familiares y cercanos. Así, la semilla del odio, la rabia y la venganza quedará sembrada por décadas. En ese sentido, Hamás ya ganó la batalla del odio, gane o pierda militarmente.
Israel haría bien en reconocer que, el 7 de octubre, Hamás logró una nítida victoria en varios frentes de su delirante y terrorista estrategia: ganó la batalla de la inteligencia; ganó la batalla militar de ese día; y lo peor, indujo a Israel a bombardear Gaza, con un enorme “daño colateral” que, además de los sufrimientos humanos y la destrucción de viviendas civiles que a Hamás le importan nada, está dejando su imagen internacional en el suelo, y provocando una oleada de antisemitismo en muchos países.
Mejor reconocer la derrota y rediseñar con calma, y sobre todo sin rabia, la imprescindible eliminación de las cúpulas de Hamás, que seguir hundiéndose en el barro de un bombardeo que permite a muchos desacreditar no solo a Israel, sino también seguir dañando a la población civil atrapada en Gaza y manchar la imagen internacional del pueblo judío. Harían bien además en entender que esta batalla con bombas no tiene un final concreto sino borroso y muy difuso. Cuando Osama logró el atentado a las Torres Gemelas, USA tomó diez años en eliminarlo… pero Al Qaeda sigue existiendo. ¿Cuál es el Osama que podría exhibir Israel para terminar este bombardeo? ¿Quiénes son los responsables políticos y militares de Israel que tienen que rendir cuentas por esta derrota?
Con todo, lo último que se pierde es la esperanza, y de ahí estas quince proposiciones, que reconozco de antemano que son puramente racionales, no teñidas por la natural ira o la emoción que hoy existe en ambos bandos y que es la principal limitante para la paz, al menos hoy. Antes de escribir estas propuestas procuré, aun siendo judío por mis cuatro costados, elevar la mirada y abstraerme de las emociones que me produce el mirar en las pantallas las horrorosas escenas de lado y lado.
Sé que soñar no cuesta nada, pero aun así, menciono los difíciles puntos de partida para cualquier solución, que al menos para mí son cinco:
Diez elementos adicionales que podrían (o más bien deberían) aportar a una solución de mediano o largo plazo:
En este artículo he intentado, reconozco que como lego en estas materias, clarificar (para otros legos e incluso para mí mismo por medio de la incesante búsqueda de información histórica) los orígenes de este grave conflicto, lo que me ha tenido hipotecada la mente desde el 7 de octubre en adelante. Espero que los lectores lo hayan percibido de utilidad, como un intento de introducir una gota de racionalidad e información histórica en medio de un desierto de odios, rabias y deseos de venganza.
En suma, la historia del Medio Oriente en los últimos cien años ha estado –y me temo que, si no colaboramos todos los moderados, seguirá estando– definida por los extremistas de ambos bandos, que han conducido inevitablemente a conflictos con muertos, heridos y violaciones a los derechos humanos, versus los moderados de ambos lados, que hasta ahora han venido perdiendo las batallas internas contra sus propios extremistas. Solo habrá paz y prosperidad en Medio Oriente en la medida en que los grupos moderados y democráticos, tanto judíos como de musulmanes chiitas y sunitas, logren prevalecer en sus propios territorios.
Usted, ¿qué opina?