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¿Estamos perdiendo el mercado agroalimentario de Estados Unidos? Opinión

¿Estamos perdiendo el mercado agroalimentario de Estados Unidos?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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En mi opinión, más allá de una política comercial inexistente, hemos dejado que el “mercado” y sus operadores -en gran medida- hayan “operacionalizado” la política de desarrollo y promoción de las exportaciones agrícolas y alimentarias al mercado estadounidense.


El mercado estadounidense ha sido por décadas atractivo para nuestras exportaciones agrícolas y alimentarias. Primero con las exportaciones de ajos y cebollas, luego algunas frutas y, a partir de la implementación del TLC, siguieron más frutas, el vino, las maderas elaboradas, las carnes, el salmón y truchas, las semillas y diversos productos de la agroindustria. Fue durante ese ingreso “a lo grande” al mercado de EE.UU. que se acuñó el término de “Chile Potencia Alimentaria”, que tanto irrita a nuestros vecinos, y que –recientemente– nos lo recordó el embajador de Argentina en Chile. 

Hoy, Estados Unidos es todavía –por lejos– nuestro principal mercado agrícola y alimentario, participando con aproximadamente el 27% – 28% de las exportaciones sectoriales al mundo (HS01 – HS24 & HS44), y solo ligeramente más bajo que dos décadas atrás. Más importante, nuestras exportaciones a EE.UU. están claramente “marcadas” por la contribución de estos productos. Mientras los productos agrícolas y alimentos que exportamos al mundo alcanzan una participación de entre el 20% y 25% en el total de nuestras exportaciones, en el caso de Estados Unidos es casi el doble, alcanzando un récord de más de 57% en 2016.

Aun así, estas enfrentan crecientes desafíos en el mercado de Estados Unidos. Muchos de estos son resultado de nuestros propios errores y de la ausencia de políticas comerciales “ajustadas” a los requerimientos actuales de la globalización y, otros, simplemente son resultado de la creciente apertura de EE.UU. a otros exportadores. En las últimas dos décadas, nuestra pequeña participación en el mercado de estadounidense se “empobreció” aún más, declinando de poco más de 3% a solo 2,5% (ONU – ITC).

Se trabajó muy duro para la apertura de este mercado y la implementación del TLC, y hay productos que han sido y continúan siendo muy exitosos. No obstante, en mi opinión, hemos fallado “colectivamente” con nuestras políticas públicas en materia de comercio agroalimentario, y no hemos sabido cómo consolidar y desarrollar un mercado que ha sido y continúa siendo uno de los más atractivos, y “acomodable” a nuestras condiciones y potencial productivo. En estas líneas intento mostrar que –una vez más– le hemos dejado gran parte de la “pega” al mercado, permitiendo que “se joda” un mercado prometedor y comparativamente transparente en lo científico y técnico, así como estable y muy atractivo para nuestras exportaciones agrícolas y alimentarias

A partir de la implementación del TLC, nuestras exportaciones agrícolas y alimentarias a Estados Unidos aumentaron de un promedio de solo 2.944 millones de dólares anuales (2004 – 2006) a más de 6.765 millones de dólares en los tres últimos años, alcanzando un récord de 7.463 millones de dólares de 2022. No obstante, este aparentemente “buen rendimiento” exportador no ha sido suficiente para consolidar y desarrollar los “espacios comerciales” que originalmente ganamos en el mercado estadounidense, y así contrarrestar y adaptarnos a la creciente competencia interna, y a las grandes fluctuaciones del mercado. También, en más de una ocasión, menospreciamos a nuestros competidores peruanos, argentinos y colombianos, entre muchos otros, e ignoramos los “emergentes” hábitos de consumo de la población de EE.UU.

Ciertamente es destacable lo logrado con las exportaciones de carnes de aves, pues Chile –junto a Canadá– es uno de los pocos países habilitados para exportar carnes de aves a Estados Unidos. Con posterioridad a la firma del TLC y a la habilitación de las plantas procesadoras, en pocos años se logró establecer una modesta pero sólida posición en ese mercado, con ventas que promedian cerca de los 300 millones de dólares en los últimos tres años. Igualmente, las conocidas –y debatidas– exportaciones de salmón y truchas siguen batiendo récords y acercándose a la marca de los 3.000 millones de dólares anuales. Pero, a su vez, las exportaciones de carnes de cerdo y de vacuno han tenido muchas dificultades para “despegar” y mantener continuidad. Las exportaciones agroindustriales, por su parte, no logran llegar directamente al consumidor final para agregar valor a sus ventas, pero lo más “notorio” es, sin embargo, que vamos en retirada con las exportaciones de vinos y frutas, nuestros “productos estrellas”. 

Los “desafíos” que enfrentan estas exportaciones son, en parte, el resultado de la apertura del mercado de China a nuestros productos y de su enorme voracidad, que la han llevado a ser el principal importador en muy pocos años. En el caso de las frutas, sin embargo, también han impactado las nuevas exportaciones provenientes de países como México, Perú, Argentina y Colombia, entre otros, que progresivamente han ido horadando nuestra participación en productos tales como uvas de mesa, paltas, manzanas, peras, cítricos y bayas.

A la firma del TLC, competíamos mano a mano con México en las exportaciones de frutas y Perú casi no figuraba en las estadísticas de comercio. Pero Perú ya nos superó en las exportaciones de frutas, aun cuando en Chile seguimos escuchando que “la fruta chilena es mejor” y, hoy en día, México exporta frutas y productos agroalimentarios a EE.UU. por valores que –respectivamente– son unas cinco y siete veces mayores a los nuestros. En los vinos, países exportadores del “Nuevo Mundo” como Nueva Zelanda, Australia y Argentina son más exitosos que Chile

En nuestro país hemos cometido muchos errores con nuestra política de promoción y desarrollo de mercados, pero también es cierto que la competencia irrumpió con todo en el mercado de Estados Unidos. La firma de nuevos TLC abrió el mercado a países con los cuales competimos directamente y, casi todos ellos, muy ricos en recursos naturales y algunos, incluso, con costos operacionales más bajos. No era fácil “ganar la pulseada”, pero nosotros ya estábamos ahí y –aun así– estamos “perdiendo la mano”. ¿Nos están “sacando”? ¿Nos vamos? Lo cierto es quecreo– cometimos muchos errores, algunos serios, y estamos pagando el costo. 

En mi opinión, más allá de una política comercial inexistente, hemos dejado que el “mercado” y sus operadores –en gran medida– hayan “operacionalizado” la política de desarrollo y promoción de las exportaciones agrícolas y alimentarias al mercado estadounidense. Nada ha cambiado en los últimos años. Básicamente, lo que se ganó con la implementación del TLC, así como la estrategia de desarrollo y de consolidación del mercado estadounidense quedó y sigue en manos del “mercado”.

El Estado ha “estado ausente” y, consecuentemente, no tenemos una “visión país” del mercado estadounidense y de cómo “abordarlo” y, por cierto, de otros mercados también. Trabajamos solo con “visiones parciales” y, por ello, terminan “gerenciando” esta actividad los sectores exportadores con la muñeca más fuerte. Por ahora, no puedo mostrar con cifras cómo estamos enfrentando estos desafíos, pues la solicitud de información enviada hace ya meses al personal del Fondo de Promoción de Exportaciones Silvoagropecuarias, vía el Portal de Transparencia, no fue respondida

Pero “para muestra un botón”. Consulta: ¿Alguien en ProChile o Direcon / Subrei ha estudiado y tratado de entender a dónde van nuestras exportaciones en Estados Unidos? Nunca he visto un informe a ese respecto. Las estadísticas del Departamento de Comercio de Estados Unidos, sin embargo, nos entregan información muy esclarecedora. En los últimos tres años, solo 5 estados (Florida, Georgia, California, Luisiana y Texas) concentraron el 66% del total de nuestras exportaciones. Otros cinco (Maryland, Nueva Jersey, Nueva York, Pensilvania y Washington) elevan esa cifra a casi el 85%. Muy trágico, y destacamos que –como era esperable– una parte significativa de las exportaciones agrícolas, del sector agroindustrial y de productos de la madera, van a esos Estados, mientras que hay otros que casi no reciben exportaciones chilenas.

Aclaro que las cifras corresponderían a importaciones declaradas por los estados y no, necesariamente, a los “puntos” de ingreso de estas mercancías. Así, por ejemplo, Delaware, un importante punto de ingreso de nuestras exportaciones agroalimentarias, no se encuentra en los primeros lugares y, de hecho, las cifras “asignadas” por el Departamento de Comercio a ese estado se encuentran muy por debajo de lo exportado por esa vía a EE.UU.  

En otra oportunidad espero conversar en mayor detalle acerca de lo enviado a los principales estados importadores. Queda claro, sin embargo, lo que he venido repitiendo majaderamente en los últimos años: el grueso del esfuerzo de promoción y desarrollo del mercado de EE.UU. ha estado centrado en unas pocas áreas metropolitanas “de moda” y hemos dejado de lado “el interior” de Estados Unidos. Además, nunca hemos tratado seriamente de “capturar” el corazón de la población latina estadounidense –de hecho, en rápido aumento–, perdiendo grandes oportunidades de negocios en ese país. ¿Cuánto se demoró ProChile en llegar a Chicago? Esta metrópolis tiene una de las más grandes concentraciones de población latina de EE.UU. y –ahora– parece que ya ni siquiera estamos en la “puerta de entrada” al corazón del Medio Oeste estadounidense. ¿Adiós al mercado agroalimentario de Estados Unidos? Sería una pérdida enorme. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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