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¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Otra catástrofe que nos pilla mal preparados Opinión Rodrigo Fuica/AgenciaUno

¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Otra catástrofe que nos pilla mal preparados

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Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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Es poco probable que hagamos lo suficiente para limitar los daños y tampoco haremos lo suficiente para limitar las emisiones. Con mi realismo acostumbrado, que algunos confunden con pesimismo, percibo que se nos vienen encima cosas malas, y ya empiezo a olerlas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?


Un nuevo frente de mal tiempo y Chile tambalea. La gente ya no piensa en las ricas sopaipillas ni en los picarones, pues ahora es solo drama: ¿nos inundaremos? ¿Nos quedaremos sin luz? ¿Aislados? La orden autoimpuesta es juntar sacos de arena y resistir como sea. Esa es la realidad.

Estamos viviendo en una era de calentamiento global que nos resistimos a aceptar como real. Chile sobrevive frente a una crisis climática que aún no se comprende en las comunas de Maipú, Pudahuel, Conchalí, Cerro Navia, Puente Alto o La Florida, los lugares más vulnerables de Santiago. Para qué hablar de las catástrofes en las regiones del Biobío, Ñuble, Maule y otras, con grandes problemas asociados a inundaciones, quebradas y ríos desbordados.

Ahora estamos pagando la cuenta de planificaciones urbanas mal concebidas, en las cuales se olvidaron sistemáticamente de construir sistemas de alcantarillados y colectores de agua capaces de enfrentar por años las demandas y los eventos climáticos extremos, que en el último tiempo se han hecho cada vez más frecuentes e intensos. Es muy probable que en un futuro no muy lejano nos aquejen desenlaces aún más terribles. Los socavones de Concón y Reñaca son un aviso.

En la construcción de nuevas poblaciones y zonas urbanas, Chile no ha avanzado. Las cosas se siguen haciendo como hace 100 años. Esta incompetencia es lo que queda en evidencia con cada frente de lluvias e inundaciones. La lluvia automáticamente se vincula en nuestra mente con el desagradable olor de las aguas residuales, el mismo de hace años, cuando la mayoría de las casas no estaban conectadas al alcantarillado.

¿Cuál es la causa? Todos los científicos y especialistas responden: el cambio climático. Sabemos que el nivel del mar está subiendo al menos 15 centímetros desde 2010 a lo largo de las costas. Puede que esto no parezca mucho, pero hace que se eleve el nivel de las aguas subterráneas y aumenta el riesgo de que se desborden las fosas. La incipiente crisis de las aguas residuales y las crisis sanitarias que provocan son algunas de las muchas catástrofes que podemos esperar a medida que el calentamiento global avance.

Dos cuestiones para mantener en mente: es probable que los daños económicos del cambio climático sean más graves de lo que incluso los pesimistas han tendido a creer y, en el ámbito político, la mitigación y la adaptación serán más difíciles de lo que deberían ser. Ambos tipos de medidas, ya que son indispensables. Si no se implementan pronto, los daños de los eventos climáticos extremos van a crecer exponencialmente.

Necesitamos mejores sistemas para calcular los costos del cambio climático y, en relación con ello, los costos que imponen los emisores cada vez que emiten una tonelada más de dióxido de carbono. Necesitamos identificar sistemas físicos y matemáticos para calcular cuánto calentarán al planeta las emisiones de CO2 y de qué manera cambiarán los patrones meteorológicos.

Necesitamos también calcular de qué manera estos cambios físicos afectarán a la productividad, a la salud pública, la agricultura, la producción forestal, las pesquerías, etc. No olvidemos un tercer componente: el riesgo social y geopolítico. ¿Cómo haremos frente, por ejemplo, a millones o decenas de millones de refugiados climáticos? No tengo conocimiento de alguien que sepa cuantificar estos riesgos.

Durante décadas ha habido una campaña negacionista destinada a desacreditar la investigación sobre el clima y, en algunos casos, a difamar a científicos. Es increíble lo que puede provocar la malicia de los negacionistas, que despotrican sin pudor contra los climatólogos, que fueron los únicos que predijeron correctamente en los años 70 del siglo pasado el calentamiento global que nos afecta en la actualidad.

Al principio, al negacionismo lo asociábamos solo a los intereses de los petroleros, y hasta cierto punto, sigue siendo así. Pero hoy se han convertido en el baluarte de una regresión política, con fulanos criollos que declaran que el mero hecho de aludir el cambio climático es cosa de socialistas y comunistas. ¡Plop!

Ahora imaginemos la colisión entre esa clase de política y la urgente necesidad de un gasto público considerable en todo, desde diques hasta sistemas de alcantarillado, para limitar el daño climático. El jueves 13 de junio escuchamos al alcalde de Maipú decir que se requieren más de 30 mil millones de pesos chilenos para construir colectores de aguas capaces de resistir las lluvias e inundaciones en esa comuna.

Pero ese y otros gastos, en las muchas comunas con requerimientos similares, exigirán nuevos ingresos fiscales. ¿Cuánto creen ustedes que tardarán en consentirlo los representantes de la derecha y de la ultraderecha en el Congreso? Para esos chilenos, un pacto fiscal, reformas tributarias y un mayor presupuesto nacional son palabras que no aparecen en el diccionario ideológico que los moviliza. Estamos mal, muy mal, con esa clase de ciudadanos.

Por eso, me preocupa el futuro del clima. El Presidente Boric ha hecho mucho más que cualquiera de sus predecesores, pero sigue sin ser bastante, y António Guterres, secretario general de la ONU, ha asumido con valentía el rol de paladín de la causa climática. Pero por el otro lado, tenemos a Kast, Kaiser y a buena parte de políticos de la UDI, RN y Amarillos que admiran a Trump, quien ha prometido a los petroleros que, si gana, revocará gran parte de lo que ha hecho Biden y lo que proponen las COP y la ONU.

Por todo ello, es poco probable que hagamos lo suficiente para limitar los daños y tampoco haremos lo suficiente para limitar las emisiones. Con mi realismo acostumbrado, que algunos confunden con pesimismo, percibo que se nos vienen encima cosas malas, y ya empiezo a olerlas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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