Publicidad

Gustavo Hasbún, el diputado que La Moneda eligió como “caza Bachelet”

Miguel Paz
Por : Miguel Paz Subdirector de El Mostrador
Ver Más

Partió en RN y saltó a la UDI. Trabajó en la campaña a diputada de Evelyn Matthei contra Joaquín Lavín y diez años después encabezó los brigadistas de la candidatura presidencial del ahora ministro de Educación. En la universidad lo pillaron copiando y se retiró de la carrera para ser alcalde de Estación Central. Allí se enfrentó a muerte con el concejal comunista Hugo Gutiérrez pero terminaron amigos, promoviendo un memorial para los detenidos desaparecidos. Hoy su misión es fiscalizar al último gobierno de la Concertación.


Cuando Gustavo Hasbún Selume llegó a la Cámara de Diputados le confesó a José Antonio Kast que le gustaría cultivar un perfil “fiscalizador”. Miembro de la camada de nuevos parlamentarios que no se formaron en el gremialismo y a la cual “se mira con cierto escepticismo” entre aquellos que trabajaron directamente con Jaime Guzmán, Hasbún venía precedido de una rápida carrera política.

En el 2000 con 28 años de edad destronó al DC Cristián Pareto de la alcaldía de Estación Central, uno de los bastiones de la Concertación. Fue reelecto en 2004 y en diciembre del año pasado dio el salto al Congreso como diputado por La Florida. De inmediato, dice un diputado UDI, Hasbún “sorprendió por su energía y ganas”, haciéndose parte de la Comisión Investigadora sobre el Terremoto y apuntando sus dardos a la responsabilidad de la ex Presidenta Michelle Bachelet por las fallas de la Onemi y de la Armada por el mal funcionamiento del SHOA en las alertas de tsunami.

El estilo mediático de Hasbún en materia de fiscalización pronto fue detectado en La Moneda. La orden del Presidente Piñera de atacar los flancos de la administración Bachelet en casos como el de Onemi, las ONG que recibieron fondos gubernamentales o la administración de Fonasa, harían que el equipo de asesores del Segundo Piso, liderado por María Luisa Brahm, hiciera un seguimiento al rol público que estaba jugando.

Tal como publicó El Mostrador, a mediados de junio Hasbún fue citado a una reunión en La Moneda donde se le planteó que tomara en sus manos la fiscalización de temas que pudieran exponer los puntos negros de la gestión del último gobierno concertacionista. En la cita, según las fuentes consultadas, le entregaron un dossier con documentación detallada al respecto.

¿Por qué La Moneda eligió a Hasbún? “No sé si lo escogen”, dice José Antonio Kast. “Gustavo cuando llegó a la Cámara me dijo que quería centrarse en temas de fiscalización. Me sorprende su capacidad de reacción. Se ha adaptado muy bien al trabajo parlamentario y es disciplinado al interior de la bancada. Por ahí se dieron cuenta que es mediático y tiene mucha capacidad de reacción, algo que también puede ser un peligro para él si no lo maneja bien”, agrega el diputado y candidato a timonel gremialista. Otro parlamentario UDI cree que se debe a “su valentía”: “Hay que ser valiente, no es popular ser el fiscalizador de Bachelet porque muchos votantes suyos votan por ti en la parlamentaria”.

Brigadistas duros

Descendiente de una numerosa familia árabe que incluye un primo mirista que fue torturado, según consigna el Informe Valech, y al cura Raúl Hasbún -primo en tercer grado del padre del diputado-, Gustavo Hasbún se inició en política partidista en las juventudes de Renovación Nacional.

[cita]¿Por qué La Moneda eligió a Hasbún? «No sé si lo escogen», dice José Antonio Kast. «Gustavo cuando llegó a la Cámara me dijo que quería centrarse en temas de fiscalización. Me sorprende su capacidad de reacción».[/cita]

Siendo secundario, en 1988, durante la época del plebiscito tuvo sus primeras escaramuzas políticas cuando fue detenido en el centro de Santiago por causar desórdenes en una manifestación. Al año siguiente, encabezó el equipo juvenil de la campaña a diputada de Evelyn Matthei, quien se enfrentó entonces a un desconocido Joaquín Lavín que usaba el eslogan “un gallo de pelea”.

La experiencia recogida ahí, le serviría para conducir el trabajo de brigadistas de Lavín, en algunas zonas de Santiago, durante su campaña presidencial de 1999; y para sus propias campañas a alcalde de Estación Central y a diputado por La Florida, donde brigadistas suyos se trenzaron en una riña con el candidato independiente pro RN Gustavo Alessandri y amenazaron de muerte a otro brigadista. Para esas fechas, Hasbún ya militaba en la UDI, partido al que ingresó tras participar en la Unión General de Estudiantes Palestinos (UGEP), durante sus primeros años en la Universidad.

Copiando en la prueba

Pese a su rápida carrera política, a Gustavo Hasbún los estudios no se le dieron fáciles. En 1994 entró a estudiar Bachillerato de Humanidades y luego pasó a Periodismo en la Universidad Nacional Andrés Bello. La UNAB era reducto de conspicuos personeros de derecha. Controlada por Miguel Ángel Poduje, el fallecido Marcelo Ruiz, Juan Antonio Guzmán, Álvaro Saieh y Andrés Navarro; en la dirección de Asuntos Estudiantiles figuraba Gonzalo Cornejo, y como director de Periodismo, Juan Pablo O`Ryan.

En ese ambiente, Hasbún “andaba con camisita blanca y pantalones dockers color caqui, el uniforme juvenil UDI, pero nunca se manifestó políticamente”, recuerda un compañero de curso que se sentaba algunos bancos más adelante del “Guatón”, como le decían en esos años, antes de que bajara de peso.

El sobrenombre y su lugar en las últimas filas de la sala, se repiten en los testimonios de todos los consultados. Reconocido como bueno para la talla, varios periodistas que fueron compañeros suyos dicen que Hasbún era el clásico “vagoneta” que se sentaba atrás y no hacía nada. También recuerdan que en el último año de carrera, comenzó a faltar mucho. Entonces, año 2000, Hasbún era candidato por la UDI a la alcaldía de Estación Central. Casi no le veían por la universidad. Con excepción de las pruebas. Y en una de ellas, lo pillaron copiando.

Fue en el curso de Relaciones Públicas que dictaba Pablo Eyzaguirre Chadwick. Hasbún estaba sentado en uno de los últimos puestos de la clase, cuando el académico, Premio Nacional de Relaciones Públicas y autor de dos destacados manuales de la materia, detectó movimientos extraños, se acercó al estudiante y, enojado, le quitó la prueba. “El profesor agarró la prueba, el torpedo, lo corcheteó y le dijo: señor Hasbún, eso no se hace”, asegura uno de los presentes.

“Es verdad”, reconoce Hasbún, aunque precisa: “No estaba copiando, le pasé parte de una prueba mía a un compañero. Y me pillaron porque el profesor me pide la prueba y sólo tenía una parte. Nos cacharon y perdimos los dos”.

“Lo que pasa es que en la Universidad algunos éramos más mateos que otros”, dice Hasbún a modo de explicación, pese a que ninguno de sus compañeros se acuerda de él como un estudiante sobresaliente. “Pregúntale a Pancho Vidal –responde-, yo era el mejor alumno de él. Para variar, yo también le pasé la prueba a un compañero y Pancho me puso un dos pero pasé el ramo igual porque tenía un 6,6”.

Hasbún dejó la UNAB cuando asumió en la alcaldía. Según él, le “dio vergüenza ir donde el profesor de Relaciones Públicas, así que boté el ramo nomás”.

Seis años más tarde, conseguiría graduarse de Periodista en la Universidad de Santiago. Allí le convalidaron la mayoría de los ramos de la UNAB y se tituló con un 4,7, mientras afuera de la sala un grupo de estudiantes de la carrera protestaba por las supuestas facilidades que se le habrían dado. Según ellos, el alcalde no asistía a clases y recibía tutorías fuera de la casa de estudios. Algo que Hasbún desmiente.

Los amigos del PC

Con contactos transversales a nivel empresarial y político, hasta antes de ser diputado fue miembro del directorio de Blanco y Negro. También es el UDI con el que mejor se relacionan los comunistas. Esto, debido a su relación con el ahora diputado PC Hugo Gutiérrez, quien una vez le explicó a Pablo Longueira su particular amistad, surgida en el concejo municipal de Estación Central, como ejemplo para modificar el sistema binominal.

“No somos demonios, nos llevamos bien. Esto que tenemos con Gustavito se podría replicar en el resto del país”, fue la expresión usada por Gutiérrez, en la cita que tuvieron con Longueira y Hasbún en un café de Vitacura el 17 de marzo de 2007.

En la foto del encuentro, el entonces alcalde Hasbún, con un habano en la boca, mira complacido la escena.

Ahora son grandes compinches, pero hasta 2004 Gutiérrez era el peor enemigo del edil en el concejo municipal de Estación Central. A tanto llegaron las escaramuzas que durante una sesión de concejo la discusión subió de tono y llegaron a las manos.

Al año siguiente, Hasbún y Gutiérrez acordaron un “pacto de no agresión”. El abogado estaba cansado de ver que sus denuncias contra el alcalde no mellaban su popularidad. Desgastado, Gutiérrez puso como condición para firmar la paz y trabajar juntos, quedar a cargo de la fiscalización de las finanzas del municipio. También le exigió a Hasbún que incluyera en la planilla de funcionarios de la alcaldía a profesionales PC, entre ellos una hermana de la fallecida líder comunista Gladys Marín.

Los vínculos de Hasbún con el PC surgieron en su época en la UGEP, organización compuesta mayoritariamente por jóvenes de izquierda o ligados a la “Jota”, y por la cercanía que tuvo con Gladys Marín antes de su muerte en 2005, que le llevó a renombrar una parte de avenida Pajaritos como avenida Gladys Marín Millie.

Luego, Hasbún organizaría, junto a su nuevo socio Gutiérrez un memorial para los detenidos desaparecidos de Estación Central en Villa Francia. En el mismo período hizo gestiones ante el Ministerio de Bienes Nacionales para que le permitieran ubicar un busto que mandó a hacer en honor a Julio Espinoza Aguilera, diputado y ex coronel de Inteligencia cubano (fallecido en 2006), que le abrió las puertas de la jerarquía de La Habana.

“Soy defensor absoluto de Cuba como es”

La relación de Hasbún con Julio Espinoza se remonta a 1996. En febrero de ese año, el joven viajó a La Habana siguiendo a su polola y actual esposa. En la ciudad, Felipe Palacios, ex alcalde designado RN de Estación Central, que está casado con una cubana y reside en la isla, le presentó al parlamentario y se hicieron grandes amigos. Espinoza, quien llegó a ser el segundo hombre del Parlamento de Cuba, usó sus redes para que Hasbún se vinculara con las máximas autoridades cubanas. Desde entonces, Hasbún veranea todos los años en Varadero y La Habana y ha hecho todo tipo de gestos a favor de la Isla.

“Soy defensor absoluto de Cuba como es”, aseguró a este periodista en una entrevista de 2006.

Según sus cercanos, Hasbún se siente en deuda por un gesto que lo marcó profundamente. A los seis meses de edad, su hijo Sebastián fue diagnosticado con un tumor testicular. Cuando Espinoza se enteró, enviaron al mejor urólogo cubano para que viera al niño. El facultativo corrigió el diagnóstico, confirmando que no tenía nada. De ahí que cuando le preguntan por los derechos humanos en la isla, Hasbún responde: “En Cuba no he visto que maten a nadie, no he visto detenidos desaparecidos. Allá no se muere nadie por falta de atención médica”.

Publicidad

Tendencias