Publicidad
La “indignación” de Bachelet con Escalona y la soterrada tensión que cruza al PS La disputa por el poder se abre en el seno de la colectividad

La “indignación” de Bachelet con Escalona y la soterrada tensión que cruza al PS

Publicidad
Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

El tema de fondo en este episodio es “ver cómo se va a ordenar desde el PS el apoyo al gobierno de Bachelet” y considerando que para muchos “Andrade y la mesa directiva del PS salió fortalecida y legitimada a nivel interno, ante la opinión pública y a los ojos de Bachelet”, lo lógico sería que sea el timonel “apoyado en otras figuras del partido quienes cumplan ese rol”.


Tras dos semanas de públicas tensiones, disputas y recriminaciones, estos días en el socialismo se ha tratado de bajar el perfil al conflicto interno que atraviesan con el quiebre en la Nueva Izquierda —tendencia principal del conglomerado— producto de la ruptura de relaciones de dos de sus principales exponentes: el timonel Osvaldo Andrade y el senador Camilo Escalona, quien golpeó la mesa y decidió no repostular al cupo en la Región de Los Lagos antes que le impusieran someterse a primarias internas. El problema está ahí, latente y tiene dimensiones aún no calculadas, ya que implica un vacío de poder sobre quién finalmente ejercerá como puente de plata con la abanderada Michelle Bachelet durante la campaña y en su eventual futuro gobierno.

Hace una semana, cuando Escalona decidió bajar su repostulación senatorial partió esa conferencia de prensa en la sede del PS con la siguiente declaración: “Esta que considero mi casa, en realidad lo es, yo la adquirí cuando se devolvieron los bienes confiscados por la dictadura”. Para muchos pasó desapercibida, como una línea de texto casi coloquial, pero fueron varios los que la entendieron en toda su magnitud: la clara intención de remarcar que, en cierto sentido, el partido le pertenece por su papel de histórico de la colectividad, responsable de su reunificación y fundador de la Nueva Izquierda.

Por eso, la ruptura entre Andrade y Escalona abre efectivamente un escenario incierto en el PS. Se habla de quiebre profundo, de fracturas, ad portas de un eventual segundo gobierno de Bachelet, etapa donde se requiere un partido alineado, establecer línea más directa con la abanderada, tener margen de acción para la designación de cargos en el comando para la etapa post primarias del 30 de junio y algo de mayor peso aún, la selección de nombres para los puestos de gobierno a llenar a partir de marzo del 2014.

Ese quiebre, además, deja vacante el papel de puente político, que durante años ejerció Escalona, un rol que para más de uno ha sido alimentado interesadamente por sectores de la derecha, ya que el senador PS era una garantía de estabilidad, de mantención del statu quo, de modificaciones en la medida de lo posible, pero sin cambios profundos y lo más relevante, sin una izquierdización de la agenda por sobre el eje PS-DC.

[cita]Fue comentario lo enojada, más bien “indignada” —recalcan varias fuentes desde el comando y desde su entorno— que estaba Bachelet el fin de semana, puntualmente el día domingo cuando abrió las páginas de El Mercurio y vio un artículo que hablaba de “el dolor” de Escalona, donde trascendían puntos de vista del senador sobre las razones de su derrota en el gallito interno, pero especialmente su rol de puntal en la carrera política de la ex mandataria. [/cita]

En el PS reconocen que el tema de fondo en este episodio es “ver cómo se va a ordenar desde el PS el apoyo al gobierno de Bachelet” y considerando que para muchos “Andrade y la mesa directiva del PS salió fortalecida y legitimada a nivel interno, ante la opinión pública y a los ojos de Bachelet”, lo lógico sería que sea el timonel “apoyado en otras figuras del partido quienes cumplan ese rol”.

Desde el propio partido saben que han puesto el acento hace rato en la importancia de hacer cambios de fondo: reformar la Constitución, el sistema electoral y tributario. “Esos cambios significan elegir a Bachelet y no podemos farrearnos la oportunidad”, acotan, mientras otros recalcan que la abanderada tiene una “mayor voluntad de cambios que la mostrada por Escalona” y por tanto, quien se alinee con esos cambios, será el que ejerza el poder en el PS.

La secta

Se habla de la “traición” de Andrade con Escalona, que le dio la “puñalada por la espalda” y que en ese sentido es “inevitable que hayan algunas facturas que cobrar”. Es más, se insiste que con el senador está toda la “máquina interna de la Nueva Izquierda”, la juventud del partido, que lo apoya y que en ese sentido, no está tan débil como muchos creen y que es el timonel PS quien se encuentra en una postura más disminuida.

Por lo mismo, algunos temen una jugada política para desestabilizar internamente a Andrade, desde la propia institucionalidad, usando la maquina interna. Se comenta que Escalona está “con sangre en el ojo” y por lo mismo, puede verse tentado por el reducido grupo de colaboradores estrechos que tiene, que muchos en el PS le llaman “la secta”, incondicionales del parlamentario, sin mucho peso político o cargos de relevancia, pero que tienen ascendencia en el senador. Todos ellos, más que socialistas o Nueva Izquierda, son “camilistas a ultranza”.

En todo caso, su círculo de hierro también está compuesto por un grupo de militantes históricos del PS que son leales a Escalona, pero poseen análisis político de profundidad y, por lo mismo, saben que el camino no es que la sangre llegue al río ni están dispuestos a ello.

Uno de ellos es la mano derecha de Escalona a la hora de negociar, Francisco Aleuy, ex subdere de Bachelet y experto electoral del PS. Lo acompañó en la conferencia de prensa del viernes, lo asesoró en todo momento, pero como también es vicepresidente de la mesa, no tuvo más espacio que plegarse a la propuesta de la directiva a la cual pertenece y en la comisión política de ese viernes votó a favor de la propuesta de primarias. Lo de Aleuy se pone como ejemplo de lo que se espera en el PS, que sea su visión la que prime y no la de la “secta”.

De no ser así, sería un error garrafal para el PS y para Bachelet incluso que su partido entre en una reyerta interna de proporciones en plena campaña presidencial. Por ello, lo que se ha conversado en estos días entre las tendencias internas es precisamente la importancia de “reforzar” al timonel Andrade ante la posible pasada de cuenta que puede venir en su contra.

Consideran que el objetivo superior en estos momentos es llevar a Bachelet a La Moneda por segunda vez, que ese compromiso “es superior” a cualquier conflicto interno y, por tanto, que “el acuerdo general que existe es relegar a segundo plano los problemas internos” y ganar la presidencia de la República para llevar adelante las reformas.

Chispas y más chispas

Fue comentario lo enojada, más bien “indignada” —recalcan varias fuentes desde el comando y desde su entorno— que estaba Bachelet el fin de semana, puntualmente el día domingo cuando abrió las páginas de El Mercurio y vio un artículo que hablaba de “el dolor” de Escalona, donde trascendían puntos de vista del senador sobre las razones de su derrota en el gallito interno, pero especialmente su rol de puntal en la carrera política de la ex mandataria.

Que nunca le han perdonado en el PS haber privilegiado la alianza estratégica con la DC para dar estabilidad al gobierno de Bachelet; que le pasaron “boletas políticas” porque es un dirigente capaz de poner sobre la mesa “temas de fondo, más allá de la coyuntura (…) tomar decisiones aún en contra de los intereses de dirigentes de su mismo partido”, fueron parte de las loas al senador PS en el texto, siempre aduciendo que él las comentó en días previos a algunos de su entorno. Pero el verdadero dedo en la llaga estuvo en la parte que se atribuye la autoría y responsabilidad de la carrera de la ex Presidenta, cuando se precisa que se conocen hace más de 40 años, que fue él quien la incorporó a fines de los años 90 a la lista para el comité central de PS, lo que le dio visibilidad ante los ojos de Ricardo Lagos Escobar para que la nombrara ministra el 2000.

No podía faltar en el texto sacar a la palestra la lealtad de Escalona con Bachelet durante su gobierno y se recalcó que el debate sobre la desigualdad, que es el eje de la campaña presidencial de la abanderada PS-PPD hoy, es gracias a que él instaló el tema con anterioridad.

Fueron muchas las chispas que ese artículo detonó en el bacheletismo. Se comenta que ante los ojos de la abanderada lo que más la enfureció fue “el machismo” evidente que se desprendía de las reflexiones de Escalona y ese tono de paternidad sobre ella.

Uno más de los errores en la performance de Escalona en estos días, que sólo refleja —recalcaron— la separación brutal que hay con Bachelet, pero que sobre todo deja en evidencia que el otrora hombre fuerte del PS tampoco supo leer ni percibir los cambios que ha experimentado su candidata.

Si bien en su primera campaña del 2005 Bachelet era una novata para navegar en las aguas del poder, la política y, por ende, poder entenderse con los partidos de su coalición, ya han pasado ocho años y no han sido en vano. Tiene a su haber sus cuatro años de gobierno —con errores y aciertos— y su gestión en Naciones Unidas en el cuerpo, lo que le ha dado un bagaje importante y que para muchos ha contribuido a que esté distinta en esta nueva incursión para llegar a La Moneda. No por nada, afirmó, en entrevista con revista Cosas, que “dentro mío algo cambió”.

“Está realmente empoderada”, afirman en su entorno. “Tiene plena conciencia del poder político que tiene” agregan en la oposición y quienes la conocen a fondo recalcan que la gran diferencia hoy “es que ella ya sabe cómo manejarse con los partidos, hasta donde tirar el elástico, no dejarse pautear por ellos”, como sucedió muchas veces en su primer gobierno. “Sabe cuánto pesa políticamente y por tanto, cómo ejercer ese poder, lo que puede hacer con este”, añaden en el PS.

A tono con ese diagnóstico, recalcan que es indiscutido que con el desenlace de la teleserie que protagonizó el PS, fue Bachelet quien ganó: “Fue un golpe de poder” de su parte imponer —a pesar del rechazo público de Escalona— el criterio de las primarias internas para zanjar el conflicto en la plantilla.

Publicidad

Tendencias