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Vocero del Movilh: «Me criaron en mundo donde todos eran ‘rotos’, maricones o comunistas»

Vocero del Movilh: «Me criaron en mundo donde todos eran ‘rotos’, maricones o comunistas»

Jaime Parada detalló cómo fue crecer en un Chile de la discriminación, heredar sus peores vicios y luego salir al mundo, enfrentar su homosexualidad, y verse enfrentado a un proceso de «desinstalar conceptos así de agresivos». Y apunta: he aquí la importancia de una buena educación.


«Me criaron en un mundo donde todos eran “rotos”, maricones o comunistas. A veces, también judíos», reza la columna que el vocero del Movilh y concejal de Providencia, Jaime Parada, escribió para el medio América Economía, y en donde explica cómo fue crecer siendo homosexual en un país donde la discriminación por diversas causas es latente y permanente.

«Si bien mi homosexualidad era conocida por un grupo de personas más o menos amplio –familia, amigos, alumnos y círculo laboral-, viví un cambio mayor, sin retorno, al convertirme en vocero de la organización homosexual más reconocida de Chile: el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh). En este nivel, la exposición pasó a ser parte del día a día, algo tan inesperado como ajeno a la persona que era», asegura Parada en el texto.

Sin embargo el concejal asegura que esta exposición pública no fue precisamente lo más complejo. «La principal dificultad ha sido enfrentarme al sistema de valores y creencias en el que fui educado, completamente opuesto al que hoy defiendo como causa, y a la vez como ética de vida», afirma y agrega que no se refiere a la homosexualidad netamente sino que «Más bien pienso en la cultura de la discriminación, profundamente arraigada en la sociedad chilena y que hoy sigue vigente».

«Heredé, también eso de ‘rotear’ a diestra y siniestra. Estudié en un colegio particular subvencionado (con financiamiento compartido Estado-privados) en una zona acomodada de Santiago y más de algún compañero de curso era hijo de una trabajadora de casa particular. Para mí, claro, él era un “roto”. Recuerdo, además, haber defendido a Pinochet ante mis compañeros con la vehemencia propia de quien está muy convencido de poseer la verdad», asegura Parada y añade luego que es mucho el arrepentimiento que todo esto lo ha llevado a sentir. 

«Por eso no le deseo a ningún chileno la educación discriminatoria que yo recibí. Cuesta demasiado desinstalar conceptos así de agresivos. Peor aún: muchos no los superan, los reproducen toda su vida y los transmiten a sus hijos, como mis padres lo hicieron conmigo», afirma.

El texto concluye pidiendo a los chilenos que «no eduque a sus  hijos como me educaron a mí. Un consejo que además toma fuerza en momentos en que en Chile toda la educación está en tela de juicio. Algunos hablan de que sea gratuita para todos; otros ponen el acento en la calidad. Pero pocos, lamentablemente pocos, ponen el énfasis en la humanización de los aprendizajes, en la educación en y para el respeto».

 

 

 

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