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Los hombres de la Iglesia cercanos a La Moneda y las críticas a Ezzati La reforma educacional tensiona a la jerarquía católica

Los hombres de la Iglesia cercanos a La Moneda y las críticas a Ezzati

La próxima semana el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal se reunirá como tradicionalmente lo hace cada mes con la ministra Ximena Rincón. El tema sobre la mesa sigue siendo el mismo: educación. Aunque en la cita no falta el presidente del episcopado, hace rato que no es el único interlocutor. Hombres de la Compañía de Jesús son oídos en temas sociales y el nombre de Fernando Montes suena como el máximo referente para Bachelet.


La relación con la Iglesia Católica es un frente que a La Moneda le interesa mantener bajo control y, sobre todo, evitar que, a medida que avanza la discusión parlamentaria de los proyectos emblemáticos de la reforma educacional, se transforme en un foco de conflictos que pueda torpedear de alguna manera aspectos centrales de las iniciativas.

Desde que se presentaron los primeros tres proyectos –fin al copago, la selección y el lucro– la tensión con sectores de la Iglesia Católica ha sido latente, pero ha adquirido puntos altos de tensión en más de una ocasión durante estos meses. Como ejemplo: la pública reunión del cardenal Ricardo Ezzati con parlamentarios de la UDI y RN en mayo para discutir precisamente los efectos de la reforma. Esa fue una señal no menor para La Moneda, porque el arzobispo de Santiago se había alineado con la oposición, aunque en la Nueva Mayoría desde antes venían observando una arremetida del jefe de la Iglesia católica chilena.

No fue la última. La más reciente, hace unos días, cuando criticó la falta de “arquitectura” de la reforma educacional, lo que volvió a prender las alarmas en el gobierno. Es más, en la reunión a puertas cerrada en Cerro Castillo, que la semana pasada protagonizó la Presidenta Michelle Bachelet con sus ministros políticos y la tríada de Educación –Nicolás Eyzaguirre, Valentina Quiroga y Andrés Palma–, se planteó el punto y la necesidad de explorar entendimientos con el clero para no tener dicho frente incendiado.

El peso de la Iglesia en el debate educacional no es menor. Tienen más del 14% de la matricula nacional, sólo en la Región Metropolitana hay 159 mil alumnos en establecimientos ligados al clero de un total de 831 mil que estudia en el sistema particular subvencionado, cifras que justifican la preocupación permanente de La Moneda por tratar de mantener sin turbulencias sus relaciones con este grupo de interés, que es el principal entre los sostenedores privados.

La Segpres –en manos de la ministra DC, Ximena Rincón– es el Ministerio responsable de llevar la relación oficial con las iglesias, con todas. En dicha cartera está la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos (ONAR), cuyo director es Humberto Lagos, responsable –explicaron en dicha repartición– de “favorecer el diálogo interreligioso” y, además, velar por que las leyes y reglamentos cumplan con las directrices de la Ley de Libertad de Culto.

Eso es en lo formal, porque la ministra Rincón mensualmente se reúne con el comité permanente de la Conferencia Episcopal, generalmente en su sede y a desayunar. A tono con el mandato presidencial de Cerro Castillo, originalmente este miércoles 6 se iba a desarrollar un nuevo encuentro –en que además se barajó la eventual asistencia de Eyzaguirre–, pero fue postergado para el miércoles de la próxima semana.

 LA FUERZA JESUITA

Durante todo el año, el gobierno ha desarrollado una relación con monseñor Héctor Vargas, presidente del Área de Educación de la Conferencia Episcopal. En el gobierno se dice que el diálogo es fluido y que se logran buenos niveles de entendimiento, que es el principal nexo que se tiene con el clero en este tema, como señal de respeto a la institucionalidad y jerarquía de la Iglesia.

[cita]Cuando su nombre corría en la lista para ser la máxima autoridad de la Iglesia católica chilena, nadie esperaba que en su gobierno “mostrara tal nivel de terquedad y tozudez”, suman comentarios en la Iglesia. Y es que en el fondo, quienes lo conocen, creen que la reforma educacional se cruzó en su vida con una imagen: “Tiene en su cabeza que este es un proyecto gramsciano”, comenta una alta fuente del clero. [/cita]

Su injerencia en el debate es evidente, es un “hombre importante en esta relación”, recalcan desde el gobierno, pero también reconocen que para La Moneda hay otras voces, opiniones, que son consideradas, escuchadas o consultadas de ser necesario. Así, en Palacio reiteradamente señalan en privado que la Presidenta Bachelet “consulta” en más de una ocasión al sacerdote jesuita Fernando Montes, con quien ha cenado alguna vez y hacia quien, afirman, la Mandataria tiene un profundo respeto intelectual y que encabeza la lista por eso.

En la misma categoría están monseñor Alejandro Goic y el sacerdote Felipe Berríos, este último –agregan en Palacio– es alguien a quien Bachelet “escucha” y a quien desde el gobierno, a través de los ministros Eyzaguirre y Rincón, se ha contactado para “invitaciones informales” a conversar, aunque éstas aún no se concretan.

Pero no son los únicos. En la lista también se menciona a otro jesuita: el sacerdote Cristián del Campo.

Además de ser oídos fuertemente en La Moneda, los jesuitas también invitan a importantes personajes de la política y del clero, esto para conversar de la contingencia en reservadas reuniones en el marco de los llamados “martes Belarmino” –en honor al italiano Roberto Belarmino, cardenal jesuita que defendió la doctrina católica durante y después de la Reforma Protestante– en calle Cienfuegos. A esas reuniones habría asistido el propio ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre.

En otras reformas sociales son clave los nombres de los sacerdotes diocesanos Rodrigo Tupper y Andrés Moro.

EZZATI Y EL MIEDO A GRAMSCI

Estas otras voces no son menores, considerando que la figura de Ezzati es compleja para este gobierno. En el clero es comentado el liderazgo “dictatorial” que ejerce el arzobispo en el seno de la Conferencia Episcopal, que se caracteriza por el hecho de que “no se le puede contradecir nunca”, que jamás “consulta nada” ni toma en cuenta la opinión de los vicarios y que, a pesar de que habitualmente se junta un grupo de coordinación, simplemente “no los escucha”.

Por lo mismo, no necesaria ni generalmente su opinión es reflejo fiel de lo que piensa la Iglesia Católica, aunque en La Moneda se recalca que, a pesar de eso, existe un riguroso respeto por la jerarquía institucional.

De hecho, cuando Héctor Vargas, encargado durante años del área educacional, ya llevaba trabajo adelantado en cuanto a la posición de la Iglesia en torno a esta materia, la decisión fue sacar el trabajo de la Vicaría para la Educación y transformarlo en un tema “más macro de la Iglesia”.

Al interior de la Iglesia cada día se suman más nombres que cuestionan la conducción de Ezzati, porque públicamente parece haberse “transformado en la voz de los sostenedores”. “No consulta y, más que un pastor, a veces luce como una figura política más parecida a Iván Moreira o Alejandro Navarro”, comentan.

Cuando su nombre corría en la lista para ser la máxima autoridad de la Iglesia católica chilena, nadie esperaba que en su gobierno “mostrara tal nivel de terquedad y tozudez”, suman comentarios en la Iglesia.

Y es que en el fondo, quienes lo conocen, creen que la reforma educacional se cruzó en su vida con una imagen: “Tiene en su cabeza que este es un proyecto gramsciano”, comenta una alta fuente del clero.

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