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Trata de personas: investigan abusos contra temporeros llevados desde Chile a Inglaterra PAÍS Imagen de contexto: www.state.gov

Trata de personas: investigan abusos contra temporeros llevados desde Chile a Inglaterra

Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador
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Cerca de 130 trabajadores agrícolas de la Región de O’Higgins –la mayoría peruanos y bolivianos, además de ocho chilenos– viajaron en junio a un campo cercano a Hereford, con la promesa de sueldos millonarios. Hoy, varios de ellos, que regresaron al país, denuncian no solo un engaño en lo ofertado, sino que además aseveran haber sido víctimas de malos tratos y de condiciones miserables. El caso ya se encuentra en manos del Ministerio Público.


“Lo que sí te puedo decir es que se paga semanal, se gana entre 400 a 500 mil pesos semanales… emmmm… es por seis meses el trabajo, cosecha de cerezas, frutilla, frambuesa, mora, ehhh… ¿qué más? Y allá se (te) da un campamento: te tienes que cocinar. Con todos los descuentos que te hacen, con todo, con todo, te quedan como 400 mil pesos a 500 mil pesos libres”, dice uno de los audios de WhatsApp que describía lo que para muchos temporeros y otras personas de la comuna de Las Cabras (Región de O’Higgins) constituía una oferta imposible de rechazar, no solo porque se trataba de montos muy superiores a lo que tradicionalmente gana un temporero en los packings de fruta, sino que, además, conllevaba una promesa adicional: trabajar en Inglaterra.

En efecto, como explica la abogada Carolina Rudnick, presidenta de la ONG Libera, quien efectuó las denuncias del caso, era mucho más que una posibilidad laboral, pues de por medio estaba el sueño de visitar latitudes lejanas, aprender inglés y, más encima, ganar un salario muy por sobre los estándares habituales en el sector.

Sin embargo, todo se desvaneció en el aire, ya que –como señala la abogada– nada de lo prometido se cumplió y, al contrario, adquirió características de trata de personas con fines de explotación laboral.

El principio del fin

A inicios de este año una mujer que vive en Inglaterra, pero que era originaria de Las Cabras, comenzó a contactar en persona y vía audios a distintos trabajadores agrícolas de dicha comuna, indicándoles que la empresa agrícola Haygrove necesitaba mano de obra para ir a la extracción de berries en un campo cercano a Hereford, en el oeste de Inglaterra. 

En sus audios, la captadora decía que “pueden viajar bolivianos, peruanos, chilenos”, pero hacía una advertencia: “Siempre y cuando tengan la disponibilidad de trabajar, porque la verdad es que algunos lo están tomando como chacota y no es chacota, bella”, luego de lo cual reiteraba el gancho económico: “Sin mentirte, vas a ganar como 400 mil pesos chilenos, a 500 mil pesos chilenos, semanal. Hay descuentos sí, descuentan por el campamento, descuentan por todo, porque allá en Europa, en Inglaterra, es todo caro”.

Aunque la mayoría de los afectados ha pedido la reserva de sus identidades, uno de ellos, David Fuentes, aceptó ser individualizado, pues señala que, si su testimonio sirve para que nadie más sea engañado, está dispuesto a todo. 

Fuentes señala que hacia marzo de este año fue contactado por la captadora y que, dado que el trabajo en el cual es especialista (pozos profundos) escasea en Chile hacia invierno, decidió aceptar, acicateado por la idea de lograr un sueldo mensual líquido del orden de los dos millones de pesos, descontando el pasaje –que inicialmente les dijeron valía mil dólares, pero por el cual luego les cobraron 1.500 libras– y todo lo demás que le explicaron.

Parecía una oportunidad única, dado que, en función de las normativas post-Brexit, actualmente existe una visa para trabajadores agrícolas que dura seis meses, la cual debe ser gestionada por una empresa de mediación laboral, que en este caso era Fruitful jobs. En ese marco, se estima que al menos 130 personas viajaron desde Las Cabras a Haygrove, con la intermediación de la señalada Fruitful jobs. 

Ocho de ellos eran chilenos, y los restantes, bolivianos y peruanos.

A los pocos días de emprender el viaje –lo que en el caso de Fuentes ocurrió a fines de junio–, las cosas empezaron a cambiar de cariz, cuando algunos de los temporeros que se habían ido previamente avisaron a quienes aún debían hacerlo que en el campamento les entregaban trailers (casas rodantes) para que durmieran, pero estas no poseían ningún equipamiento, nada.

Nos dijeron que debíamos llevar ollas, platos, sábanas… yo lo encontré francamente ridículo”, señala Fuentes, quien explica que, efectivamente, al llegar al campo constató no solo eso, sino que además había otros cobros extras que no se habían explicitado, como 70 mil pesos semanales por el arriendo del lugar en que vivían (de a cinco personas).

Un sueldo inalcanzable

Las condiciones de trabajo tampoco eran ni remotamente parecidas a la oferta. Fuentes descubrió allí que se les exigía una gran cantidad de cosecha por hora (de 20 a 30 kilos). Como no tenía la práctica, señala que a él y a casi todos los chilenos les fue imposible llegar a esa meta, pero lo peor no era eso, sino la constante presencia de los supervisores búlgaros, conocidos por su agresividad, los cuales estaban todo el rato gritándoles para que trabajaran más rápido, algo que Fuentes dice que ya no se ve en los campos chilenos.

Nos levantábamos a las 3:30, para comenzar a cosechar a las 4:15”, relata, precisando que la jornada laboral se extendía hasta las 18:00 horas, con solo dos pausas: una de 15 o 20 minutos, a eso de las 9 de la mañana, para tomar un breve desayuno, y otra a las 13:00, de media hora, para almorzar.

Las condiciones eran deplorables. Comíamos en el suelo, pues no había comedores. Los baños estaban muy lejos y el agua que contenían no era bebestible”, recuerda, admitiendo que cada vez que se comunicaba con Chile mentía a sus seres queridos, diciendo que estaba todo bien, luego de lo cual lloraba en silencio.

En los 34 días que Fuentes alcanzó a estar en el campamento, solo trabajó 12 o 13 días –señala–, pues cuando un trabajador no llegaba a la meta diaria, al día siguiente le impedían laborar, como castigo (aunque la excusa de la empresa era que lo hacían para que se repusiera). Pero no fue lo único que vio. Sin embargo, como indica una declaración jurada que seis de los chilenos hicieron ante el consulado de Chile en Londres, el 31 de julio pasado, pese a que no estaban generando dinero, “de todos modos se nos cobraba la estadía”.

También había, denuncia Fuentes, un maltrato psicológico constante, especialmente hacia los latinos –no así respecto de los nepaleses y eslavos que también estaban en el lugar–, pero no era lo único: los búlgaros agredieron en al menos dos oportunidades a chilenos, siendo él uno de ellos, pues recibió un fuerte empujón de parte de uno de los sujetos. Ante las quejas, la respuesta fue siempre inequívoca: los amenazaban con cancelar sus visas y deportarlos del Reino Unido.

A todo lo anterior se sumaba otro problema: como cosechaban cerezas, trabajaban con escaleras y, como indica lo denunciado ante el consulado, “no se nos entregaban implementos de seguridad”, debido a lo cual hubo accidentes.

Además, “si nos enfermábamos debíamos pagar para que nos trasladaran a un médico, con un pago de alrededor de 50 libras esterlinas, lo que no se indicó en el contrato e implicaba un gran desembolso para nosotros”.

La fuga

Lo señalado por David Fuentes coincide con los otros testimonios entregados por trabajadores chilenos que, al llegar al campo, se dieron cuenta de que lo ofertado distaba mucho de la realidad, entre otras cosas, porque los montos que les descontaban por alojamiento, comida, transporte y otros ítems les dejaban muy pocas ganancias, muy lejanas a lo que se les había prometido. Además, varios de ellos –según detalla la abogada Rudnick– aseveran que las pesas en que se determinaba cuánto habían extraído estaban adulteradas, a fin de que los pesos fueran menores. Y no es lo único. Al primer chileno cuya actitud pareció no gustar a la empresa lo mandaron de inmediato a desmalezar ortigas.

Además, en lo que parece un esquema que no reconoce fronteras, pues es muy semejante a lo que sucedió en el caso de Puerto Natales, del cual El Mostrador informó recientemente, la zona urbana más cercana estaba a tres horas caminando y la única forma de llegar en vehículo era si alguien de la empresa los llevaba.

De a poco los trabajadores comenzaron a reclamar, pero la respuesta no fue la esperada. Fuentes se contactó con la embajada chilena en Londres, desde donde lo derivaron al consulado. Allí, para su sorpresa, señala que le dijeron por mail que “nosotros no vemos ese tipo de casos”. 

La tensión con los búlgaros comenzó a aumentar y, ante ello, dos hermanos chilenos escaparon en medio de la noche, a campo traviesa, y lograron llegar a Hereford, desde donde se trasladaron a Birmingham, para luego arribar a Edimburgo (Escocia), ciudad en la cual uno de ellos tenía parientes lejanos.

De todo ello se enteró una abogada chilena que se encuentra realizando su doctorado allí, quien puso lo acontecido en conocimiento de Libera en Chile, la que intervino frente al consulado, debido a que, como especifica Rudnick, era una historia “que tenía una serie de indicadores de un esquema de trata de personas”. La ONG también puso los antecedentes a disposición de la mesa intersectorial de trata de personas en Chile y se inició la investigación penal, luego de lo cual el consulado cambió de opinión y decidió que el asunto sí era de su competencia.

Casi en forma simultánea los trabajadores se declararon en huelga, cuando cerca de 80 de ellos –liderados, entre otros, por Fuentes– decidieron no trabajar.

En ese momento, la empresa ofreció comprarles pasajes a todos, a fin de regresar, pero al final solo lo hicieron con algunos de los líderes del paro, por lo cual el consulado se ofreció a sufragar tres. Hasta la fecha han regresado seis chilenos (y una cifra semejante de bolivianos y peruanos), pero aún quedan dos en Hereford, quienes se encuentran allá en forma voluntaria.

Fuentes indica que “nunca pensé que el trato iba a ser así”, agregando que “me interesa que se haga justicia”.

Lo que sigue

La abogada Rudnick explica que están estudiando la presentación de una querella en contra de al menos tres personas: la captadora en terreno, un brasileño que andaba con ella y un supervisor chileno, todos los cuales se encuentran actualmente en Inglaterra. 

Pese a ello, explica que la trata de personas “es un delito de acción múltiple”, en el cual son responsables todas las personas que participan, tanto en el reclutamiento como el traslado y la posterior explotación de las víctimas. Indica además que lo ocurrido es muy grave, porque Chile ya no está siendo solo un país de destino de personas explotadas, sino que también las está exportando

Asimismo, detalla que lo ocurrido en Reino Unido no es nuevo, pues ya existían antecedentes de malos tratos semejantes en contra de ciudadanos nepaleses, en otras explotaciones agrícolas.

Creemos que este es un caso de libro”, argumenta, sobre todo porque, según los antecedentes que manejan, las empresas responsables de todo esto seguirían ofertando este supuesto viaje soñado al Viejo Continente a trabajadores de la Región de O’Higgins.

 

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