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Muere Malú del Río, férrea defensora del legado de los Edwards

Muere Malú del Río, férrea defensora del legado de los Edwards

A los 93 años murió la viuda de Agustín Edwards Eastman. Amante del arte y de los caballos, estuvo 65 años casada con el empresario. Con ella se podría ir también parte del consorcio periodístico que los Edwards han manejado desde hace casi 200 años.


Seis años después de la muerte del empresario Agustín Edwards, murió a los 93 años su viuda, María Luisa Florencia del Río Fernández. La pareja, que tuvo seis hijos (Agustín, Isabel, Carolina, Cristián, Andrés y Felipe), permaneció junta por casi 65 años. Su velorio se realiza en la parroquia San Francisco de Sales y el funeral será este jueves 17 de agosto en la capilla mortuoria en Santa María de Graneros, donde descansan los restos de Edwards Eastman.

Según observadores, su partida puede significar definitivamente el fin de El Mercurio S.A.P. De hecho, cuando Agustín Edwards Eastman falleció, en abril de 2017, se dijo que con él moría una era en los diarios de El Mercurio. Y algo así pasó, pues su desaparición, sumada a la pandemia y a los cambios en el mercado, han tenido en los últimos años al medio con serios problemas de flujo. Esto lo llevó a reducir y a terminar el contrato de un gran número de colaboradores, a lo que se agregó el atraso en los sueldos, el no pago de cotizaciones previsionales y deudas saldadas en cuotas, acciones que han tenido varias veces (incluso hace unos días) a los trabajadores al borde de la huelga.

“Siempre se dijo que el diario seguía en pie porque doña Malú lo quería así por la memoria de don Agustín y que, si fuera por los hijos, cerrarían todo de una vez y solo con la venta del terreno del diario podrían quedar con las deudas al día y con plata a favor”, dice un extrabajador.

Hoy, ese temor deambula con más fuerza por los vacíos pasillos de Santa María.

La más tranquilita

María Luisa (Malú) del Río, fue una de las tres hijas del ingeniero civil Hernán del Río Aldunate y de María Teresa Fernández Campino. Estaba emparentada por el lado materno con el diputado Exequiel Fernández, “de los Fernández que tenían fundo en la zona de Quinta de Tilcoco”, precisa una fuente.

Ella y sus hermanas Teresa y Paulina conocieron al mismo tiempo a Agustín. Según el libro Agustín Edwards Eastman: una historia desclasificada del dueño de El Mercurio”, de Víctor Herrero, a Edwards le gustó la mayor, Teresa, y fue correspondido. Pero no tuvo nada que hacer frente a las presiones de su abuela Olga Budge: “Mira, la Teresa del Río es igual a tu mamá, la Chabela Eastman, y tu mamá es una loca. Te puedes enamorar de ella, pero para esposa de un Agustín Edwards, ya ves cómo le fue a tu papá. Es mejor la segunda, la más tranquilita, la Malú’. Entonces, él agachó el moño y dijo: ‘Bueno, ya, por el bien de la familia’”.

Malú tenía 22 años cuando se casó con Agustín, de 25. Y a pesar de que no fue amor a primera vista, el arte los acercó y los mantuvo unidos por 65 años. “Fueron muy cómplices, compartían gustos. Él, incluso, se dedicó por muchos años a la escultura y ella lo acompañaba en todas las cosas”, señala una conocida.  Edwards fue un escultor aficionado. Tenía un taller donde se reunía con amigos artistas. A medida que fue adquiriendo más responsabilidades abandonó ese hobby.

Malú nunca dejó de lado el arte. “Era una estupenda esquiadora, amante del arte y cada vez que podía ayudar lo hacía. Fue gran apoyo para el Teatro Municipal, me consta. Porque amaba la música, pero mucho más la danza. Ella tenía dos grandes pasiones: las artes y el campo, en especial los caballos. Adoraba los frisones y Agustín los compró por ella”, cuenta una fuente, quien agrega que “el arte le permitía tener amigos y amigas con pensamientos muy distintos. Fue muy cercana con Nemesio Antúnez y del escultor Sergio Castillo”.

Malú intentó crear un Museo de Arte Moderno en Santiago en los años 60. Para ello pidió –acompañada por su marido– la asesoría del entonces director del MoMa de Nueva York, René d’Harnoncourt. La idea no prosperó, pero ella creó un vínculo con el museo neoyorquino por décadas. Integró el Consejo Internacional hasta fines de los 90 del pasado siglo.

Orden y libertad

Entre las numerosas obras de arte de su casa, destaca un retrato de Malú del Río pintado por Rufino Tamayo. Pero ella no solo fue una activa espectadora del desarrollo del arte de la segunda mitad del siglo XX. También fue, a través del grupo periodístico dirigido por su familia, testigo de primera línea de la historia reciente del país, en especial del Gobierno de la Unidad Popular, el golpe de Estado de 1973 y la dictadura.

“Agustín Edwards no era distinto ideológicamente a lo que fueron su papá, su abuelo y su bisabuelo”, señaló en El Mostrador Víctor Herrero, autor de la citada biografía desclasificada: “Son todos portaleanos. Para ellos, Diego Portales y el concepto ‘orden y libertad’, es lo que ellos son. A veces giran más hacia la ultraderecha, hacia la derecha a veces más liberal: esos son para ellos los conceptos clave. En ese sentido, Agustín Edwards no desarrolla una ideología propia sino que hereda esta ideología que la familia ha ido aplicando en generaciones. De hecho, en su tesis de grado en Princeton, que trata de la época de la post-Independencia en Chile, queda muy claro toda esta visión portaleana”.

Añade que intervenciones clave hay varias: “Él fue uno de los empresarios que se puso a la cabeza para apoyar a Frei Montalva en 1964, ante la amenaza de Allende. Prestó El Mercurio para avanzar las ideas de los Chicago Boys que aún estaban en las aulas de la Universidad Católica, y se consiguió todas las lucas y la plata para mantener El Mercurio flotando durante la UP, para hacerle la oposición a Allende y complotar en contra. Después, fue un ferviente partidario de Pinochet, siempre estuvo eternamente agradecido. También El Mercurio siempre se cuadró con Pinochet y ya después, con la Concertación, siempre fue un hombre clave, que se cuadró con Paz Ciudadana, lograr juntar estos mundos y ponerse a la cabeza”.

Sin duda uno de los mayores trances de Malú del Río fue el secuestro de Cristián Luis, su cuarto hijo, en 1991. Según las memorias del sacerdote Renato Poblete, quien hizo de mediador con los secuestradores, ella quería subir la cantidad de dinero para el rescate, mientras Edwards negociaba bajar la suma con la ayuda de un experto británico.

La última noticia de Malú del Río se registró el año pasado, cuando tramitó la donación de un 10% de sus bienes, en partes iguales, a sus hijos. Según las publicaciones, su patrimonio entonces llegaba a los $100 mil millones.

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