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Trabajo, familia y personas mayores Opinión

Trabajo, familia y personas mayores

Camila Quinteros
Por : Camila Quinteros Socia Fundadora 60 y Más Consultores
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La demografía chilena cambió. Si en 1960 los menores de 15 años representaban 39,5% de la población nacional y los mayores de 60 años solo alcanzaban el 7,4%, en el año 2000 esos porcentajes alcanzaron el 27, 8% y 10,2%, respectivamente. Para el 2025, en tanto, ambos grupos etarios se igualarán hasta, finalmente, dar paso a una mayor cantidad de mayores de 60 que de menores de 15.


En resumen, en no muchos años más “los viejos” serán mayoría en este país y, como las personas en Chile cada vez viven más años, tendremos “viejos cada vez más viejos” ya que, dado el aumento en la expectativa de vida, nuestros viejos llegarán fácilmente a los 90 años e incluso superarán los 100.

En este contexto, los actuales adultos jóvenes de entre 35 y 55 años tendremos que asumir la crianza de los propios hijos y el cuidado de los padres, suegros o familiares mayores en general.

Si bien este envejecimiento de la población es una consecuencia del desarrollo del país y de políticas públicas exitosas, es necesario comenzar a generar espacios para enfrentar, como familia y sociedad, los desafíos emergentes que conlleva el envejecimiento.

La gestión de la edad al interior de las organizaciones públicas y privadas pareciera ser una alternativa más o menos segura para comenzar a hacernos cargo del envejecimiento poblacional y, especialmente, de nuestro propio proceso de envejecimiento.

La gestión de la edad, como enfoque de recursos humanos, trabaja con todas las edades al interior de la organización, ya que su principal objetivo es, por una parte, preparar a todas las generaciones para envejecer con calidad y, por otra, optimizar el potencial laboral del trabajador a lo largo del ciclo vital. Para ello debe, sin duda, considerarse el aspecto familiar.

Hace no muchos años las empresas comenzaron a atender las necesidades de las trabajadoras que debían conciliar sus deberes laborales con el ejercicio de la maternidad lo que significó, por ejemplo, tener que reemplazar a esa trabajadora mientras dure su licencia de pre y pos natal y más adelante permitir que esa madre se ausente del trabajo para cuidar a su hijo enfermo, llevarlo al médico, asistir a las celebraciones del día de la madre en el jardín infantil, entre otros. Como el país no estaba preparado para asumir los costos que significa tener mujeres madres trabajadoras, con el tiempo se generaron dispositivos de ayuda que permitieron a esas madres equilibrar de mejor manera su trabajo con su vida familiar y así nacieron leyes que, por ejemplo, exigen a las empresas a tener salas cunas, permitir el cuidado de los hijos con enfermedad grave, entre otros.

Hoy las cosas han cambiado y si bien las mujeres madres seguimos necesitando salas cunas y jardines infantiles, permisos para llevar al hijo al médico, etc, cada vez son más las mujeres (y muchos hombres) que están necesitando permiso para llevar a sus padres al geriatra o deben faltar al trabajo porque el cuidador que se ocupa del familiar mayor no pudo llegar. Incluso, son muchos los trabajadores que ven afectada su función laboral porque las enfermedades que afectan a sus familiares mayores les son desconocidas y no saben cómo afrontarlas.

La gestión de la edad busca responder a ese tipo de situaciones, cada vez más frecuentes en las organizaciones, de las que hoy no se habla. Pareciera ser que es bien visto pedir permiso para llevar al hijo al pediatra, pero preocuparse del padre o de la suegra no tiene cabida.

Entonces, si cada vez con mayor frecuencia serán los adultos jóvenes o de mediana edad quienes deberán asumir el cuidado de los mayores, ¿no será hora de que las organizaciones analicen la posibilidad de contar con centros diurnos para que los trabajadores puedan llevar a sus familiares mayores o que las organizaciones implementen acciones de RSE orientadas a apoyar a las familias de los trabajadores en el cuidado de los mayores?

La gestión de la edad ofrece una multiplicidad de alternativas para ocuparse del envejecimiento de los trabajadores y sus familias. Es una excelente herramienta para ayudar a conciliar trabajo y familia, especialmente hoy, cuando las familias son cada vez más pequeñas y los desafíos que se deberán enfrentar son mayores.

Sin embargo, para gestionar la edad se requiere de organizaciones innovadoras, que se atrevan a romper esquemas y que apuesten por una empresa sustentable en la que todas las edades tengan cabida. Afortunadamente, ya hay quienes se están atreviendo y que de la mano de profesionales expertos están implementando dispositivos que buscan conciliar trabajo y familia, esta vez, con la mirada puesta en las personas mayores.

 

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