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“Burn on”: cuando el estrés constante lleva a la depresión Salud

“Burn on”: cuando el estrés constante lleva a la depresión

Una vida agitada y sin respiro puede conducir al “burn on”, una depresión crónica por agotamiento. Quienes la padecen no colapsan de repente como con un “burnout”; se mantienen atrapados en situaciones de estrés.


Muchas personas están constantemente bajo presión. Les apasiona su trabajo: su teléfono móvil es su compañía constante, siempre están disponibles, incluso por la noche o el fin de semana. Les gusta su trabajo, pero siempre hay algo más que hacer.

La familia, los hijos, los amigos… Estas personas quieren satisfacer las expectativas de todos. Incluso sus propias exigencias: a pesar del ritmo frenético, siguen queriendo hacer deporte y asistir a eventos.

Pero si alguien está constantemente en acción, puede ser peligroso. El estrés constante sin un verdadero respiro enferma. Esta sobrecarga crónica se describe con el término relativamente nuevo de “burn on”.

¿Cuál es la diferencia entre “burnout” y “burn on”?

El término “burn on” fue acuñado por los psicólogos Timo Schiele y Bert te Wildt, de la clínica psicosomática del monasterio de Diessen am Ammersee, cerca de Múnich. Allí tratan a pacientes con síndrome de desgaste profesional o “burnout”.

Los síntomas del “burnout” son:

  • Agotamiento
  • Disminución del rendimiento
  • Cinismo/distanciamiento mental del trabajo

Los síntomas del “burn on” son diferentes, explica Timo Schiele a DW: ” Los afectados describen más bien una conexión demasiado estrecha y entusiasta con su trabajo, a veces más bien una hiperexcitación. Esto dio lugar a la descripción del síndrome de burn on”.

¿Cuáles son los síntomas del burn on?

Los afectados arden por su trabajo, pero el estrés constante les provoca una tensión permanente. Muchos sufren inicialmente de:

  • dolor de cuello
  • dolor de espalda
  • dolores de cabeza
  • rechinamiento de los dientes (bruxismo)

La agotadora vida en la “rueda del hámster” les desespera, pierden la esperanza de una mejora, ya no pueden ser realmente felices, así que se plantean la cuestión del verdadero sentido.

“Además de las enfermedades psicológicas acompañantes y secundarias, como la depresión, la ansiedad o la adicción, también suponemos que los afectados pueden sufrir más fenómenos psicosomáticos como la hipertensión arterial y sus posibles consecuencias”, dice Schiele. La hipertensión arterial aumenta considerablemente el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.

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