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Escalona (PS): Enfrentar la desigualdad es la principal tarea del sistema democrático

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El presidente del Senado, Camilo Escalona, señaló que «la tarea de las tareas» que debe enfrentar nuestro sistema democrático es la desigualdad.

A través de una columna de opinión el legislador del Partido Socialista (PS) dijo que «si el país logró progresar en democracia, sería inexplicable el malestar social que se registra, de no existir los niveles de desigualdad que marcan negativamente la vida de nuestra sociedad. El propio sistema político ve crecer una crítica, muchas veces iracunda, de parte de influyentes círculos de opinión, que captan con suficiente claridad cómo desde la institucionalidad democrática se carece de instrumentos y mecanismos eficaces, que permitan intervenir eficientemente en los dilemas inevitables del devenir social».

Camilo Escalona indicó que «el caso más claro es el de la Educación. Hace ya años que desde el sistema político se enfatiza y subraya que, en la sociedad global, el instrumento fundamental de movilidad social es la Educación y que en ella está depositada la llave del progreso y ascenso de cada familia, a través de los miembros de las nuevas generaciones; y sin embargo, a pesar de que se inyectan nuevos recursos, el deterioro de la calidad de la Educación Municipal no toca fondo y, aún más, ahora se agregan los bochornosos hechos que indican que la acreditación de las instituciones privadas en la educación superior estaba permeada por la corrupción y el pago de escandalosos sobornos. Ante un Estado débil, el afán de lucro quedó fuera de control».

Asimismo afirmó que «una universidad privada es cerrada y sus 18 mil estudiantes no tienen del Estado seguridad alguna que el esfuerzo personal y de sus familias no quedará dilapidado miserablemente».

Según el presiente del Senado «una sociedad avanza cuando logra darse una idea-país, un consenso social fundamental en que todos trabajan y se esfuerzan porque vale la pena hacerlo, en la medida en que habrá frutos compartidos. Tal idea o convicción se desvanece enteramente cuando se defrauda tan abismantemente la fe pública, como ha sido el caso de las acreditaciones de las instituciones privadas de educación superior, las colusiones o repactaciones para abusar con ganancias incontrolables».

El parlamentario socialista agregó «entonces, ¿Qué mensaje recibe la sociedad?, que los políticos hacen grandes discursos que no resuelven nada. Se ha llevado al extremo lo que teorizaba Jaime Guzmán en los años 80, en el sentido que se debía llegar a un momento en que ya no importara lo que sucedería o no con el sistema político, haciendo que la gravitación del mismo fuese enteramente irrelevante y que la marcha del país estuviese bajo el control de las fuerzas económicas hegemónicas. Sin embargo, para estas últimas vale solo el crecimiento que es su propia y particular medida, pero ello no es suficiente, el desarrollo de un país es mucho más y apunta a establecer normas civilizatorias, que evolucionan en el tiempo, pero que deben ser universales, es decir, estar en cada hogar y familia».

Camilo Escalona expresó que «un Estado sin la capacidad de tal puede ser un desvarío o un maquiavélico proyecto de dominación que no garantiza el bien común y se somete y articula al exclusivo rol de respaldar y asegurar la primacía de las fuerzas del mercado, con ese criterio economista, de una extraña mezcla de «autoritarismo y anarquismo», es decir, una dominación del mercado sin Estado».

Además aseguró que «ese diseño conlleva las bases profundas de su propia precariedad al postular, llegar a creer y convencerse que la sociedad puede reproducirse sucesivamente en el tiempo, exclusivamente sobre la base de la acción del mercado, sin que una robusta institucionalidad democrática garantice con su propia acción, previsión y representatividad las bases futuras de la convivencia social de la nación, entre ellas, que la desigualdad no provoque una fractura social».

Escalona puntualizó que «al igual que la idea que el Estado lo era todo se derrumbó estrepitosamente, su antípoda que el Estado sea la nada misma es jugar con el mismo grado de extremismo conceptual».

A su juicio «la debilidad del sistema político ha coadyuvado a su propio deterioro al ser impotente de frenar una desigualdad que se vuelve en contra del mismo progreso económico que se dice propiciar o sostener».

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