Yo opino
En estos días hemos visto los efectos del juicio por injuria contra la actriz Amber Heard. Desde algunos medios asocian el fallo con el fin del movimiento #MeToo en una clara agenda comunicacional antifeminista. El impacto mediático del juicio busca marcar un precedente de miedo y arrepentimiento para que las mujeres denunciantes tengan menos incentivos a buscar justicia al exponerse a posibles contrademandas.
En EE.UU la justicia funciona con jurisprudencia, por tanto, este fallo marcará el destino de muchos de los próximos juicios que buscan perseguir a mujeres que deciden levantar su voz y denunciar en ese país. Pero, por su exposición, el impacto social que supone este fallo también tendrá efectos aleccionadores en el resto del mundo, el patriarcado es un juez.
Seguramente muchas personas pensaron que era un problema de millonarios y famosos, su visibilidad contó con una orquesta mediática y de redes sociales, en la que incluso hubo una campaña concertada contra Heard desde medios de prensa de grandes conglomerados de grupos económicos de derecha. En su relato se afirmó que debemos ser “víctimas perfectas” para ser consideradas y con ello se extiende la victimización secundaria de millones de mujeres a lo largo del mundo.
[cita tipo=»destaque»] El impacto mediático del juicio busca marcar un precedente de miedo y arrepentimiento para que las mujeres denunciantes tengan menos incentivos a buscar justicia. [/cita]
En Chile el sistema judicial también brinda privilegios a agresores como Nicolás López, condenado por delitos sexuales, tras un juicio donde también se buscó desacreditar mediáticamente a las mujeres que decidieron enfrentar y denunciar sus violencias.
A 7 años del alzamiento de #NiUnaMenos, la misoginia revanchista pretende borrar de un plumazo los avances políticos levantados desde el feminismo y desmoralizar al movimiento. Pero no, esto definitivamente no es el fin ni del movimiento ni de nuestras luchas. Al contrario, afirma la necesidad de no retroceder nunca más al silencio.
