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El talento no envejece para Red Hot Chili Peppers

La banda californiana se presentó por segunda vez en Santiago ante unos 15 mil espectadores que fueron en busca de potencia y decibeles, pero se encontraron con un cuarteto reposado y sólido que retrató su actual momento.


«¡Muchas gracias por las Tetas!», fueron las primeras palabras que Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers dirigió al público chileno. No se trataba de un agradecimiento a las mujeres locales y sus atributos, si no el reconocimiento de los californianos a sus pares criollos que abrieron el show.



Poco antes de las 20 horas, Los Tetas subieron al escenario del la Pista Atlética del Estadio Nacional y dejaron sentir los acordes de I like sobre el adolescente público que aún llegaba a Nuñoa. Apoyados en una sucinta y precisa batería de éxitos, recogidos en especial de su debut Mama Funk, el cuarteto chileno supo sorprender a sus mentores que observaron atentos la presentación a un costado del escenario.



Tras el notable cierre de su presentación de 45 minutos con Hormigas Planas, Los Tetas se retiraron entre los aplausos de los cerca de 15 mil espectadores que esperaban el número principal.



Con una puntualidad que se empieza hacer costumbre en nuestros espectáculos, las luces se apagaron y el sonido de la guitarra de John Frusciante dio la partida a By the way, el primer sencillo de su álbum homónimo que es el motivo de esta gira que los trae por segunda vez a Chile. Como segundo asalto, los RHCHP visitaron la melódica Scar Tissue, canción que es muestra de la reconstrucción interna de la banda tras un intervalo tormentoso y destructivo.



Con el correr del show, fue Flea quien en su primitivo castellano se comunicó con el público e hizo sentir la energía que los californianos querían atraer en estas tierras australes. Durante la primera parte del espectáculo el repertorio se nutrió de los temas de By the way y de su anterior trabajo Californication. Sin embargo, el público adolescente no enganchaba del todo con la postura melancólica y pausada de sus últimas producciones y esperaba por la potencia y el desorden de sus inicios.



Tal vez los RHCHP tardaron mucho en recurrir a sus temas funk, especialmente los de Blood sugar sex magix, lo que en ocasiones apagó el ambiente en el Nacional.



La fuerza de antaño



Pese a lo altibajos, el show fue interesante y de gran calidad técnica. A medida que pasan los años el talento de la banda no envejece. Si bien la actitud adolescente es más tardía, la calidad de estos cuatro músicos es innegable. La solvencia de Chad Smith en batería, el oficio de Frusciante en la guitarra y coros, permiten el lucimiento del alocado y carismático Flea, quien simplemente puede considerarse uno de los bajistas más influyentes de la última década.



Con un sonido óptimo, bajo en decibeles eso sí, un escenario simple pero hermoso, y la comunión incondicional del público, la jornada de anoche fue memorable en los recitales de Chile. Comparado con la primer visita de Chili Peppers a Chile -en 1999 en la Estación Mapocho- esta velada la superó con creces en calidad, aunque no en energía.



Mal que mal, los chicos ya están mas viejos y cansados. Anthony Kiedis ya no es el mismo frontman de antes y sorprendió su actitud parca y poco comprometida con la audiencia.



El golpe solo llegó en los últimos minutos de la breve presentación -que duró 1 hora 20- cuando interpretaron Give it the way con la misma fuerza de antaño. Luego, para el bis, Under the brigde aportó la última cuota de melancolía, y Me and my friends en el momento más alto del show que dejó un buen sabor de boca para los que clamaban por recuerdo de su adolescencia noventera.



En síntesis, fue un concierto que cumplió, que sirvió de postal para reflejar el momento que vive Red Hot Chili Peppers, y para demostrar que energía y calidad son compatibles para ellos.



Se deben consignar la pésima organización y el trato a la prensa, cuyos representantes fueron expulsados del sector designado para su trabajo y sufrieron la prepotencia de guardias y de la ineptitud de productores. Punto negro para un recital solvente.



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