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El fracaso del libro «La casa de todos» según Gonzalo Rojas Sánchez Crítica de libros de actualidad: Patricio Zapata, La casa de todos, Ediciones UC, Santiago, 2015

El fracaso del libro «La casa de todos» según Gonzalo Rojas Sánchez

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¿Logra en el libro Patricio Zapata su propósito de proponer una nueva Constitución para Chile que sea, una casa de todos? No. Ese propósito noble, al que todos quisiéramos encontrar cauce y que se identifica tan bien con el talante generoso y pacífico de Zapata, fracasa en el libro por tres razones: no es gradualista a la hora de valorar la Constitución vigente, ausencia en el tratamiento de los antisistémicos, la insistencia por crear una casa nueva derribándola la vieja.


Con una portada que recuerda inevitablemente la campaña del NO, Patricio Zapata trata de alojar en una misma casa  -la nueva constitución que pretende-  a azules, indios y cuicos, itálicos e hispanos y… a todos los demás. Efectivamente, la U y los restantes equipos principales del país aparecen en portada representados por individuos que se abrazan. Suponemos que los otros sujetos dibujados en la portada, los que están edificando la casa, pertenecen al resto de los equipos de primera y primera B.

¿Logra en el libro Patricio Zapata su propósito de proponer una nueva Constitución para Chile que sea, una casa de todos? No.

Ese propósito noble, al que todos quisiéramos encontrar cauce y que se identifica tan bien con el talante generoso y pacífico de Zapata, fracasa en el libro por tres razones.

La primera es el empeño del autor por denostar la Constitución vigente. En realidad, por desprestigiarla en su origen. Eso le impide ser gradualista, o sea aceptar que estamos frente a una matriz notable, que lleva 35 años de vigencia, que ha sido otras tantas veces enmendada y que podría perfectamente seguir siéndolo en un proceso indefinido de mejoras parciales. Pero no: a pesar de que Zapata le reconoce explícitamente varios méritos al texto vigente (y que a otros aportes los valida aún sin mencionarlos, como el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación), a pesar de que dice que no se debe partir de cero, insiste en que hay que hacer una nueva constitución. Iniciado ese proceso, quedamos fuera de inmediato un 20 a 30% de chilenos que seguimos valorando la presidencia y la constitución de Pinochet.

la casa 2

La segunda es la ausencia total del tratamiento del problema de los antisistémicos. Podríamos discutir con Patricio Zapata sobre quiénes ocupan esa posición (o ese vacío autoproclamado) en la vida política chilena de hoy, pero seguramente concordaríamos en que esas fuerzas  -sean las que sean- existen y son una amenaza dentro de la casa… o en el jardín… o en el barrio. A veces lo son sólo para las instituciones; otras lo son para el gran bien que acertadamente defiende Zapata: la dignidad humana. Pero nada se nos dice sobre el sentido del límite que debe contener todo texto que, si quiere constituir en lo formal, debe reconocer los contornos precisos que entrega la naturaleza humana, de suyo limitada.

La tercera es la insistencia en querer construirle una casa nueva a quienes en cada encuesta colocan esa iniciativa en el último lugar de sus intereses. Quieren más salud, mejor educación, más seguridad, mejores opciones para el tiempo libre; pero no, venga con la insistencia que parece maximalista (y que no pasa de ser un pobre minimalismo) de derribarles la casa actual para construirles una nueva, que puede terminar siendo otra Chubi. Más grave aún es la falta de realismo de Zapata, porque no tiene en cuenta otro dato muy grave: ¿no abominan acaso los chilenos hoy mucho más de los partidos políticos y del Congreso, que de la Constitución? En consecuencia, ¿los suprimimos a todos de un plumazo, entonces?

Quizás haya una explicación común a estas tres razones: la debilidad del análisis histórico de Zapata. Considerar a Juan Egaña portador de tradiciones y a Diego Portales emblema de las anti-tradiciones; olvidar todo lo que ha significado el propósito rupturista de la izquierda marxista en Chile; minusvalorar el peso de la autoridad fuerte y olvidar el fracaso federalista. Ésas y tantas otras miradas a nuestro pasado poco fundadas, dificultan que el autor pueda tener una auténtica visión arquitectónica.

Patricio Zapata preside el Consejo de Observadores. Esperamos poder contrastar su informe final con su libro actual.

Gonzalo Rojas Sánchez. Académico

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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