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The fall: ¡Feminismo o muerte, venceremos! Disponible en Netflix

The fall: ¡Feminismo o muerte, venceremos!

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Estamos ante una historia auténticamente feminista, en un lugar, el Ulster, auténticamente dividido entre leales a Inglaterra, que sin embargo votaron no al Brexit, y Republicanos. Esto último no es lo central de la historia, pero está convenientemente representado en sus imágenes y, por lo tanto, entrega cierto punto de vista sobre la polarizada conformación de la sociedad de Belfast, donde por años la muerte habitó en sus esquinas. Es allí donde Stella Gibson planta su bandera de lucha reivindicativa. Sabe que nada entre tiburones, pero ella es una orca. Más grande, más ágil, más fuerte, y más flemática, pues viene de la city londinense.


Inquietante y conmovedora. The Fall (RTÉ One, BBC Two) es una serie donde la relación clásica entre protagonista y antagonista, se construye sobre la base de una sintonía magnética, tensa, que –para bien o para mal- se transfiere al público. Puestos a reflexionar sobre lo señalado, se podría decir que estamos frente a una versión particular de un ménage à trois entre la policía, el psicópata y tú, que desde la calidez del hogar, lejos del frío, verde y húmedo Belfast (Irlanda del Norte), miras, pero no tocas.

Así, la relación que construyen la DSI* Stella Gibson (Gillian Anderson) y el asesino serial Paul Spector (Jamie Dornan), resulta fascinante y, a ratos, perturbadora. Lejos del amor Disney y la fantasía maravillosa, lo que aquí se da es admiración pura, deseo reprimido, pulsión sexual inconsciente, y muerte, en el contexto de una realidad tan brutal como la vida misma. Ante eso, quienes participamos como público, volvemos a pisar el palito de la adicción. No somos más que moscas en la telaraña mediática, atrapados en la belleza de una ficción noir como The Fall.

Cada temporada es un peliculón de 6 horas con registros actorales superlativos, algo pocas veces visto en televisión. A quienes aún no se inician en esta aventura, les adelanto una buena noticia: hay principio y final asegurado, evitando así la espera ansiosa de la siguiente temporada con las soluciones a los nudos dramáticos pendientes, porque, con la tercera entrega, se cierra el arco narrativo principal. Al contrario, quienes ya la han visto, seguro continúan perplejos, cuando no, temblorosos, reflexivos e inquietos por saber si habrá cuarta temporada (todo indica que sí), pero, finalmente, satisfechos de haber llegado a la meta sin dejar cabos sueltos. Nada peor que quedar ensartado un año con una serie.

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La complejidad del ser humano cruza toda posible reflexión sobre la historia. Tanto Stella como Paul comparten un pasado donde la figura paterna determina sus personalidades. Dueños de unas mentes que razonan a una velocidad mayor que el promedio, ambos están destinados a ser los mejores en sus roles de depredador y presa, aunque -y aquí está la partícula elemental de la historia- nunca estemos muy aclarados sobre quién ejerce qué rol. Como mucho, se puede señalar que se trata de roles tan intercambiables como los sombreros de Piñera.

En realidad, te puedes llegar a perder en la fascinación que producen sus protagonistas. De hecho, una muy buena amiga me ha confesado que aún no supera su amor-odio por Paul Spector, lo que le impide iniciar el visionado de otra serie. Y yo, confieso mi profunda admiración por Gillian Anderson, desde los X Files. Hay que decirlo, aquí Gillian hizo un Carlos Humberto Caszely: ¡se pasó, se pasó!

Esta serie es el reflejo de la vida con sus luces y sombras. Conmueve su ambientación oscura, cargada, pesada y psiquiátrica. En ese remolino de emociones, nos damos cuenta de algo que, por tan evidente, no resulta necesariamente obvio. The Fall, que podemos entender como ese persistente y mojado otoño posado sobre Belfast, y también, como la caída, se puede leer como el derrumbe de lo varonil y la emergencia de lo femenino. La masculinidad está completamente tensionada, y claramente eclipsada, frente a la deseable figura de Stella Gibson, cuya mirada amedrenta e inspira temor. No hay varón que la enfrente y no salga finamente trasquilado, salvo Paul Spector, el niño bonito oculto tras una fachada testosterónica llena de barba y musculatura trabajada. Ya se sabe lo que ocurre con los tinglados cosméticos: tarde o temprano se desmoronan.

Estamos ante una historia auténticamente feminista, en un lugar, el Ulster, auténticamente dividido entre leales a Inglaterra, que sin embargo votaron no al Brexit, y Republicanos. Esto último no es lo central de la historia, pero está convenientemente representado en sus imágenes y, por lo tanto, entrega cierto punto de vista sobre la polarizada conformación de la sociedad de Belfast, donde por años la muerte habitó en sus esquinas. Es allí donde Stella Gibson planta su bandera de lucha reivindicativa. Sabe que nada entre tiburones, pero ella es una orca. Más grande, más ágil, más fuerte, y más flemática, pues viene de la city londinense.

Más que saber jugar entre hombres, Stella juega con el machismo y la violencia de género de los hombres. A su antojo, domina el tablero como una reina. Pero más importante, domina en su trabajo porque es excelente en lo que hace

La cacería completa está disponible en Netflix. La mesa está servida. Bon appétit.

*DSI: Detective Superintendent.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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