Lucy, que es escritora, recuerda cómo su padre causaba estupor entre los vecinos de la ciudad de Cambridge, en Reino Unido, cuando conducía su silla de ruedas a gran velocidad acompañado por sus dos pequeños hijos.
Y también que en las frecuentes veladas con colegas científicos los niños podían hacer cualquier pregunta y obtener siempre una respuesta.
El ilustre físico británico, dice su hija, es un ejemplo de perseverancia que ha superado enormes dificultades.
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