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Historiadora inglés Mary Beard: el emperador Julio César «habría estado muy a gusto en el mundo de las redes sociales» CULTURA

Historiadora inglés Mary Beard: el emperador Julio César «habría estado muy a gusto en el mundo de las redes sociales»

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En una conferencia en el festival Puerto de Ideas, que se extiende hasta el domingo, la especialista repasó cómo los retratos de personajes poderosos del mundo occidental han imitado la imagen de los emperadores romanos, desde el despiadado Julio César hasta el cruel Domiciano, pasando por distintos líderes caídos en desgracia. La influencia de estos retratos fue tal que hasta el siglo 19 fue común representar a hombres poderosos vestidos con una toga u otra vestimenta romana, algo que ya no existe hoy. Pero sí permanece, según Beard, una actitud en el retrato, como es la postura de mirar hacia adelante, con gesto austero, por cierto con la exclusión de las mujeres, de las cuales los romanos tenían una visión dual.


Una exposición sobre la representación del poder en el arte realizó este martes la académica inglesa Mary Beard (Reino Unido, 1955), en el marco del festival Puerto de Ideas, que se extiende hasta el domingo.

En la conferencia “Los rostros del poder, desde Roma hasta hoy”, la especialista repasó cómo los retratos de personajes poderosos del mundo occidental han imitado la imagen de los emperadores romanos, desde el despiadado Julio César hasta el cruel Domiciano, pasando por distintos líderes caídos en desgracia, en una entrevista con la periodista Carmen Gloria López.

Beard escribió al respecto en su obra «Los doce Césares» (2021), un título que proviene de los primeros doce emperadores desde Julio César (100-44 AC)  en adelante, y que concluye con Domiciano (51-96 DC). Todos ellos fueron retratados en el siglo II por Suetonio.

Beard es Premio Princesa de Asturias y una de las especialistas y divulgadoras sobre la Antigüedad más reconocidas actualmente.

«Lo interesante es que en el mundo romano a nadie se le hubiera ocurrido hacer una serie de bustos de estos emperadores como grupo», explicó, algo que recién ocurrió efectivamente en el Renacimiento, cuando hubo una recuperación de los textos del historiador romano, «y se convierten en los que conocemos», más allá de otros retratos de personajes como Marco Aurelio.

Aunque hubo otras culturas que anteriormente retrataron a sus líderes en pinturas y esculturas, los romanos lograron que las suyas llegaran hasta el presente, algo que hoy parece normal, dado que es usual en nuestra cultura actual ver las imágenes de los líderes políticos por todas partes.

Una innovación radical

Sin embargo, esta «cultura de retratos» fue en realidad inventada por Julio César, según la historiadora, «como una forma de estampar definitivamente su marca en el mundo romano». Hasta ese momento, Roma había sido una especie de democracia, hasta que Julio César impone una dictadura unipersonal.

«Él inventa la idea de la difusión de imágenes. Creo que habría estado muy a gusto en el mundo de las redes sociales, porque su imagen llega a todas partes, y es la primera persona viva en Roma en poner su cabeza en una moneda», más allá de algunos precedentes aislados, comentó Beard.

Por iniciativa suya se difundieron miles de retratos suyos en el imperio, donde mucha gente nunca lo había visto, ya fuera en mármol o en pintura. «Fue una innovación realmente radical», expresó, aunque destacó que sigue sin estar claro cuando y dónde surgió esta idea, ni quienes fueron los artistas en crear los retratos.

Todos los retratos son similares, por lo cual se asume que fueron realizados por orden superior.

«Algún tipo de modelo debe haber sido distribuido para que todas estas imágenes, donde quiera que las encuentren, tengan el mismo aspecto», afirmó, al tiempo que agregó que otros retratos de los mismos emperadores eventualmente no puedan ser reconocidos como tales. Esto sucede, por ejemplo, en moldes de galletas que llevan una imagen que podría ser la de un emperador.

Otro tema son las pinturas de la Antigüedad. De muchas de ellas hay referencias, pero no sobrevivieron hasta hoy.

Dos tradiciones

Beard además reseñó la existencia de dos grandes tradiciones de retratos -una más «realista», donde el retratado es mostrado con sus defectos, como arrugas y cicatrices, y otra más «idealista», al estilo griego- que sin embargo convivieron.

En la segunda de estas tradiciones se enmarcan una serie de retratos del emperador Augusto, cuyo reinado se extendió por cuatro décadas. Por ejemplo, este emperador no envejecía en sus retratos, lo que a la historiadora le hace sospechar que muchos de sus retratos no se parecían realmente a él. «Cuando ya tiene 60, aún lo representan como si tuviera 30 o menos», destacó.

Para la inglesa, un emperador que volvió a la tradición más «realista» en sus imágenes fue Vespasiano, que llegó al poder tras varias guerras civiles. Este cambio aparentemente fue intencional y apuntaba a retomar la «vieja tradición» romana.

¿Por qué de tener los retratos?

Gran parte de su último libro se dedica a analizar cómo estos retratos imperiales fueron recreados en los siglos siguientes, y el por qué de sus formas.

A Beard le intriga saber por qué sucede esta recuperación, incluso más allá de Suetonio, tomando en cuenta que los «doce emperadores» tenían fama de déspotas, crueles y que la mayoría acabó de manera violenta.

En sus palabras, son una forma de representar el poder, «una especie de papel tapiz del poder», destinadas a reforzar a su propietario, ya sea un duque o un rey.

Aún así, «la admiración es sólo una parte de esto».

«Creo que los reyes miran a los monarca corruptos y piensan en la corrupción, y los reyes necesitan pensar en la corrupción», expresó. Incluso cuando es gente más común la que tiene estos retratos, «también están pensando en cómo son realmente los que están en el poder».

La influencia de estos retratos fue tal que hasta el siglo 19 fue común representar a hombres poderosos vestidos con una toga u otra vestimenta romana, algo que ya no existe hoy. Pero sí permanece, según Beard, una actitud en el retrato, como es la postura de mirar hacia adelante, con gesto austero, por cierto con la exclusión de las mujeres.

La imagen de la mujer

«Los romanos inventaron imágenes de poder masculino, no femenino», subrayó, aunque hay algunas figuras femeninas con retratos, entre ellas las madres de algunos de los emperadores, sus esposas o hermanas.

La visión de la mujer en el mundo romano era dual.

«En gran parte del arte romano se muestran como absolutamente en obediencia clásica», por ejemplo, «como madres procreadoras», en un mundo donde las mujeres eran necesarias para tener herederos, sobre todo legítimos.

Pero también hay otra visión.

«Otras veces son representadas como infieles, intrigantes. Libia, la esposa de Augusto, se supone que envenenó a todo el mundo para llevar a su hijo al trono. Mesalina, la esposa del emperador Claudio, en la literatura se supone que desafió a las prostitutas de Roma a una competencia para ver con cuantas personas podían dormir en una noche. Y gana Mesalina».

La historiadora destacó, sin embargo, que la visión sexista no era algo exclusivo de los romanos, sino transversal en el mundo antiguo, donde lo común era un patriarcado que explotaba a las mujeres, más allá de los avances legales -como la posibilidad de heredar- que tuvieron las mismas en Roma frente a la antigua Grecia. De hecho las cenas romanas podían ser mixtas, algo impensable en la Atenas de Platón.

Las estatuas hoy

Finalmente, Beard también hizo una reflexión sobre el papel de las estatuas en la antigua Roma, a propósito del derribo de muchos monumentos en el último tiempo en el mundo y también en Chile, tras el estallido social.

La historia relató que en Roma las estatuas no eran un mero objeto de admiración, ya que la gente era consciente de los altos y bajos de las vidas de los retratados.

En ese sentido, a la inglesa le hace sentido retirar algunas que hoy «molestan», pero más allá de eso prefiere que sean un punto de partida para ser «pensadas, consideradas, debatidas».

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