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Protagonista de «COVIDas-Historias de Cuarentenas: «Aprendí que no tenemos nada asegurado» CULTURA

Protagonista de «COVIDas-Historias de Cuarentenas: «Aprendí que no tenemos nada asegurado»

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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La personal trainer Andrea Hidalgo fue parte del documental «COVIDas-Historias de Cuarentenas», que se estrenó este jueves en El Mostrador y Stgo TV. «Somos personas que les gusta salir y tener contacto con la naturaleza, escalamos cada vez que se puede y nos vamos a acampar cada vez que se puede. Por todas las limitaciones que teníamos por las cuarentenas, ya no lo pudimos hacer por cerca de un año más o menos y eso nos influyó mucho en nuestro estado anímico», recuerda. La obra de Kathya Araujo y Andrés Jordán es parte de un proyecto de investigación del Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder y la iniciativa de divulgación Abramos la Academia.


«Las lecciones que me dejan estos dos años es que no tenemos nada asegurado. Quizá todos lo tenemos claro, pero hasta vivirlo es difícil dimensionarlo. Dejar de moverte libremente por la ciudad provoca mucha incomodidad, no tener los medios necesarios para salir adelante y tener que seguir adelante exponiéndonos a una enfermedad que es muy incierta, sobre todo al comienzo, es desgastante».

Este testimonio corresponde a la personal trainer Andrea Hidalgo, una de las protagonistas del documental COVIDas-Historias de Cuarentenas, que fue estrenado este jueves en El Mostrador y Stgo TV.

Durante la pandemia del COVID-19, un equipo de investigadores y cineastas realizó un seguimiento a cuatro personas que tuvieron el coraje de grabarse día a día mostrando sus dificultades, temores, transformaciones, y la fuerza necesaria para enfrentar una realidad extraordinaria.

El filme de Kathya Araujo y Andrés Jordán es parte de un proyecto de investigación del Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder y la iniciativa de divulgación Abramos la Academia.

«Nos propusimos investigar las consecuencias de la situación, y en particular la condición de encierro, para las formas de organizar las vidas ordinarias, gestionar las asimetrías de poder, establecer las relaciones con los otros y consigo mismos, así como las experiencias y aprendizajes que las personas realizaban», cuenta la académica de la Universidad de Santiago.

Jordán complementa que el principal desafío fue lograr generar imágenes y contenidos potentes y significativos de lo que estaba ocurriendo en la vida cotidiana de las y los participantes.

«Al no poder nosotros salir a grabar y hacer entrevistas, tuvimos que inventar un método de registro para que cada participante pudiera grabarse de manera tal que lograra imprimir su huella en el material que generaba. Se trataba, en cierta forma, de que encontraran su propia forma de escritura audiovisual, su propia gramática», explica.

«Expuestos»

En el caso de la personal trainer, una de sus alumnas, que trabajaba en el proyecto, la invitó a participar en esto. «Me pareció muy entretenido considerando lo que estábamos viviendo mundialmente», cuenta.

En su caso personal, justo en medio de la pandemia, junto a su hija y pareja, se instaló con un foodtruck para vender comida rápida.

«Esto nos mantenía constantemente expuestos al contacto con los demás, ya fuera vendiendo y atendiendo el carro, y también tener que ir a abastecerse con lo necesario para su funcionamiento, era lo que teníamos y debíamos seguir con eso», recuerda.

Sin embargo, por otra parte, «nosotros y nuestro grupo de amigos, somos personas que les gusta salir y tener contacto con la naturaleza, escalamos cada vez que se puede y nos vamos a acampar cada vez que se puede. Por todas las limitaciones que teníamos por las cuarentenas, ya no lo pudimos hacer por cerca de un año más o menos y eso nos influyó mucho en nuestro estado anímico», además del estrés del carro, que pese a las circunstancias registró un buen flujo de clientes.

«Otra de las cosas que más me marcó en contexto de pandemia, fue que salieron a relucir mis miedos como madre, pero mis miedos por ser una madre separada. Mi hija empezó a viajar por periodos más largos donde vive su padre, en El Tabito, y sentir la posibilidad de que ella pudiera querer quedarse con él me llegó más profundo que el miedo a enfermarme por COVID».

La filmación

Consultada sobre el origen del filme, Araujo explica que uno fue la consideración de que se trataba de «un momento extraordinario y extremadamente exigente, en el que se ponían en tensión las formas de organizar la vida social y las estrategias que los y las individuos habían tendido a poner en práctica para enfrentar la vida social».

«Creímos que era esencial analizarlo. Para lograrlo, nos pareció que lo importante era acompañar a las personas en estos momentos. De hecho, la investigación se extendió desde mayo de 2020 hasta alrededor de febrero de 2021. También, pensamos que una investigación con recursos metodológicos convencionales quizás no daría los resultados esperados. Por ello, decidimos innovar», no solo con el documental, sino con un libro que aparecerá próximamente.

Agrega que todas las experiencias de las personas entrevistadas son de una gran riqueza, y sus entrevistas dieron mucho material para poder reflexionar, analizar y proponer algunas tesis para comprender las tensiones en las experiencias cotidianas durante el confinamiento.

«Creamos un protocolo de autograbación que los hacía ir más allá del registro típico de la selfie«, añade Jordán.

«Les dábamos orientaciones técnicas, los acompañábamos en el proceso, y les íbamos enviando pequeñas consignas para que pudieran ir retratando su cotidianidad de un modo más autorreflexivo, redescubriendo sus espacios, sus silencios, y develando sus angustias y sus esperanzas. Fue bonito porque muchos participantes se lo tomaron en serio y lograron escribir audiovisualmente su propio ‘diario de cuarentena’ durante los meses más duros del confinamiento», afirma.

Lecciones

A partir de la experiencia, cada uno saca sus conclusiones.

Por ejemplo, para la personal trainer, tener más tiempo en casa y sin relacionarse directamente con sus seres queridos y cercanos, le hicieron reflexionar sobre temas de los que está agradecida.

«Sea como sea, y pese a lo complicado que fue, destaco que he cambiado y, afortunadamente, siento que es para mejor. Me siento más preparada para relacionarme con las personas, con nuestros vecinos, amigos, conocidos, quien sea. Tengo menos prejuicios y eso nunca puede ser malo, y se lo atribuyo a todo este tiempo de soledad relativa. Y con el COVID en sí, creo que no lo tomé tan en serio o, más bien, tenía otras preocupaciones que no me dejaron ver más allá. Afortunadamente, no nos enfermamos aún».

Capacidad de adaptación

Para Jordán, el documental deja «tremendas lecciones sobre la capacidad que tenemos las personas de adaptarnos a situaciones complejas y lograr salir adelante; sobre la importancia de nuestra vida en comunidad, el valor de la entrega y la generosidad».

«Pese a todas las dificultades materiales y emocionales que implicaba el encierro, que en algunos casos eran muy duras, pudimos ver que siempre hay una fuerza vital que puja por salir a flote y logra mantenernos en pie. Esa fuerza viene de la plasticidad y creatividad que tenemos los seres humanos para adaptarnos a diferentes entornos y mantener viva nuestra especie. Es una fuerza que olvidamos que tenemos, pero que surge en contextos extraordinarios, cuando nos enfrentamos a una amenaza o a un dolor muy grande. Es cosa de pensar en todo lo que se vio trastocado durante el encierro y cómo fuimos capaces de readecuarlo: nuestras prácticas cotidianas, los espacios que habitamos, los vínculos sociales y familiares, el trabajo, la crianza, etcétera», dice.

«No somos seres clausurados y predefinidos por nuestra rutina y modo de vida; siempre hay un espacio para detenerse a pensar y reflexionar sobre cómo estamos llevando nuestras vidas, qué tan seguros estamos de nuestras expectativas, qué cosas nos hacen sentido y cuáles quisiéramos dejar atrás. Muchas personas dieron un giro importante en sus vidas luego de la pandemia. Ojalá estos giros se puedan dar también gracias a procesos autorreflexivos y voluntarios, y no solo por factores externos que nos obligan a replantearnos las condiciones de vida que llevamos. Esperamos que el documental gatille también estas reflexiones y permita a los espectadores mirarse en su propio espejo y descubrir sus propios anhelos y fantasmas».

Araujo apunta a las «profundas» transformaciones que implicó en términos de relación con el espacio y con el tiempo en las personas.

«La necesidad de convivencias prolongadas en el tiempo en espacios reducidos, reordenaron los espacios y su uso en función de las asimetrías de poder en el hogar. Para los más jóvenes, por ejemplo, implicó una retracción a espacios muy reducidos –como sus piezas, por ejemplo–, ante el hecho de que espacios que ocupaban usualmente eran ocupados ahora por los adultos que pasaban más tiempo en el hogar», explica.

Agrega que la extensión del tiempo a disposición al inicio, que obliga a generar formas de “llenarlo”, o la velocidad con la que el tiempo fue “llenado” por las exigencias laborales y las exigencias de la crianza de los niños, generan una nueva sensibilidad respecto de la temporalidad social.

«Aún no podemos calibrar lo que esta experiencia ha significado y significará para los individuos, sus relaciones y las dinámicas de la vida social, pero hay muchos signos de que ellas están allí y nos acompañarán por un buen tiempo», concluye.

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