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«Patria en Sombras» de Elizabeth Subercaseaux : Un panorama desolador del país, lleno de abusos y corrupción CULTURA Crédito: Clara Letelier

«Patria en Sombras» de Elizabeth Subercaseaux : Un panorama desolador del país, lleno de abusos y corrupción

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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La escritora acaba de publicar su último libro, «La patria en sombras» (Catalonia) cuya historia sobre Chile arranca en 1973 y finaliza en 2005. «El tema central de esta novela es la impunidad que se instaló en Chile a partir de los pactos entre la Concertación y la dictadura, y culminó cuando sentaron a Pinochet en el mismo Senado que este había clausurado por 17 años y junto a senadores que había hecho torturar y enviar al exilio», explica. Por otro lado, la novela presenta un panorama desolador del país, lleno de abusos y corrupción, tal y como se lo dice el protagonista a su mujer desaparecida. «Cosas que nunca antes vimos en Chile ahora son el pan de cada día. Militares robando, empresarios coludidos para subir los precios, curas católicos abusando de niños, empresas explotando el sur de Chile que han convertido en un cementerio de pinos.Este ya no es el país del cual desapareciste, Vali.».


La escritora Elizabeth Subercaseaux (Santiago, 1945) ha publicado su nuevo libro, «La patria en sombras», parte de una saga que incluye las novelas «La patria de cristal» (2017) y «La patria estremecida» (2019), publicadas por editorial Catalonia.

Esta historia sobre Chile arranca en 1973 y finaliza en 2005. Su protagonista, Javier, busca a su mujer desaparecida, primero durante la dictadura y luego en los años de la Transición, al tiempo que retrata un país lleno de abusos y corrupción.

Todos los personajes involucrados aparecen con sus nombres reales: el dictador Augusto Pinochet, el senador Jaime Guzmán, los generales Manuel Contreras y Sergio Arellano Stark, el presidente Patricio Aylwin, la dirigenta comunista Gladys Marín y el juez Juan Guzmán Tapia.

«Tú no reconocerías el Chile de hoy, Vali… Cosas que nunca antes vimos en Chile ahora son el pan de cada día. Militares robando, empresarios coludidos para subir los precios, curas católicos abusando de niños, empresas explotando el sur de Chile que han convertido en un cementerio de pinos. Este ya no es el país del cual desapareciste, Vali. Ya no está la dictadura, pero la sombra que nos ha dejado es tan negra y fría como la dictadura misma», se lee en el texto.

«Impunidad»

Periodista de una vasta trayectoria periodísticas, entre sus novelas destacan Silendra; El canto de la raíz lejana; Matrimonio a la chilena; La rebelión de las nanas; Una semana de octubre; Un hombre en la vereda; Reporteras; Mi querido papá; Vendo casa en el barrio alto; Compro lago Caburga; Clínica Jardín del Este; La música para Clara y La pasión de Brahms. Su novela Una semana de octubre recibió el Liberaturpreis 2009, en Alemania.

«El tema central de esta novela es la impunidad que se instaló en Chile a partir de los pactos entre la Concertación y la dictadura, y culminó cuando sentaron a Pinochet en el mismo Senado que este había clausurado por 17 años y junto a senadores que había hecho torturar y enviar al exilio», explica.

«Detener a más de tres mil personas y hacerlas desaparecer fue uno de los crímenes más horrendos de cuantos se cometieron durante la dictadura militar y hasta el día de hoy los militares han guardado un vergonzoso silencio. No sabemos qué les hicieron ni dónde dejaron sus restos».

La escritora señala que tejer esta ficción alrededor de la figura de una mujer detenida desaparecida se debe a que «nunca, bajo ningún concepto, debemos permitir que se tergiverse, se olvide o se esconda la verdad de lo que pasó en este país».

También quiso contar la historia y rendir un homenaje al juez Juan Guzmán, que recorrió Chile de punta a punta buscando restos y pruebas de los crímenes, de modo de poder llevar a Pinochet a juicio y encarcelarlo, «que es lo que se debió haber hecho».

«Ese golpe, seguido de la dictadura, produjo un desgarro profundo en el alma de Chile y dejó una siniestra impronta en casi todos los ámbitos. Las personas que dicen que es ‘manido’ enfrentar el pasado, contarles a las nuevas generaciones la verdad de lo que ocurrió en su país, no quieren que esa verdad salga a flote ni que se dabata en torno a ella. Si permitimos el escamoteo de la memoria, bajo pretexto de que hablar de la dictadura es ‘manido’, lo único que estamos haciendo es profundizar aún más la herida que esa dictadura dejó».

País en descomposición

Por otro lado, la novela presenta un panorama desolador del país, lleno de abusos y corrupción. A la luz de su residencia en el exterior, ¿cómo pudo haber tenido Chile una imagen tan extraordinaria en el exterior durante tantas décadas?

«Lo primero que habría que determinar es por qué se produjo esa corrupción. Si tú pactas con un dictador hasta el punto, no solamente de seguir aplicando su modelo económico, que sabes que va a seguir haciéndole daño al país, sino que además lo sientas en el Senado como senador vitalicio, estás instalando la máxima impunidad», responde la autora.

«Si la justicia no quiere actuar con un dictador que hizo torturar, asesinar y hacer desaparecer a personas, que conculcó las libertades públicas por 17 años, que clausuró el mismo Congreso donde lo estás sentando como senador, menos va a actuar contra carabineros que roban, militares que estafan, empresarios que abusan, sacerdotes pedófilos. Donde se corrompe la justicia se corrompe todo lo demás».

Para ella, esa imagen tan extraordinaria que tenía Chile en el exterior provenía «de transnacionales que tenían en Chile las puertas abiertas para depradarlo, de grupos económicos afines al modelo de Chicago y también de que no todo lo que hizo la Concertación fue negativo, eso hay que decirlo; desde el punto de vista económico este país progresó. Pero para las víctimas de la dictadura, que son millones, ese progreso, asentado en la injusticia y en una herida que nunca sanó, no fue progreso sino postergación».

Estallido y proceso constituyente

Y si bien vive en el extranjero, el 18 de octubre de 2019 Subercaseaux estaba en Chile y vivió el Estallido en directo.

«Me produjo un fuerte impacto. Fue como una olla a presión que explota con toda la fuerza del vapor contenido entre sus paredes por tres décadas. Desde el primer momento, al ver toda esa rabia, toda esa frustración que por fin salía a la calle y se expresaba de distintas maneras, más o menos violentas, no me cupo la menor duda de que estábamos presenciando el fin de un país y el comienzo de otro», comenta.

Ahora, con el proceso constituyente en marcha, la autora estima que el país tiene una oportunidad única en su historia, «contestarse qué país queremos».

«Yo espero una buena respuesta de esta Convención, una respuesta plasmada en un proyecto de Constitución democrático, pensado para las próximas cuatro o cinco décadas, que sea aprobado al menos por el mismo porcentaje del Apruebo», señala.

«En cuanto a la derecha, la veo en la peor situación política de toda su historia y no sé cómo van a salir del lugar de fracaso en que se encuentran. Una posibilidad sería que hagan una reflexión profunda de la cual surja una derecha sin la mochila de Pinochet, reconozcan que el papel que jugaron los civiles cómplices de esa dictadura militar debe ser debatido y hagan un mea culpa, como hizo Hernán Larraín, la única persona pública de la derecha que ha pedido perdón. Soy una convencida de que mientras sigan empeñados en este discurso, falso, de que los militares nos salvaron de una dictadura marxista y la represión no era contra Chile sino contra un grupo de terroristas, no habrá manera de que la derecha vuelva a ser respetada en este país», concluye.

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