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En Valparaíso, puede soñar despierto CULTURA|OPINIÓN

En Valparaíso, puede soñar despierto

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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Lo interesante es que esta muestra llamada “Circulación de Obras ganadoras de la Bienal internacional de Artes de Valparaíso, Patrimonio Artístico de Chile” no sólo redunda en una conmemoración, sino que demuestra que el empuje y la porfía, pueden más que la barbarie y la desidia.


“Para soñar despierto, véngase al puerto”. Este festivo y cuequero comienzo, perteneciente a Jorge Coulón y Daniel Cantillana, resume de manera bastante fiel, lo que representa Valparaíso, o al menos hace honor a un listado de parabienes que lo han erigido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (2003), algo que ya se venía perfilando, no sólo por su gente, su pintoresca arquitectura, sino por la gestión de visionarios personajes como el alcalde Sergio Vuskovic (1970-1973), quien durante su mandato, decidió adquirir el palacio Baburizza, y convertirlo en la residencia del museo municipal de Bellas artes de la ciudad, lo que junto la gran intervención del maestro Carlos Hermosilla Álvarez, quien hace, exactamente 50 años, realizó la Primera Bienal Internacional de Arte de Valparaíso, creando además la xilografía del afiche del emblemático certamen, el que vuelve a reactivarse, luego de que en 1994 -95 se tomara un inesperado receso, y que ahora retoma su labor de extensión, exhibiendo una retrospectiva que destaca a las 12 obras ganadoras, que por primera y única vez se exhiben juntas, reposicionándolo, en el contexto de las artes visuales de Latinoamérica junto a otras Bienales como las de Sao Paulo y La Habana.

Lo interesante es que esta muestra llamada “Circulación de Obras ganadoras de la Bienal internacional de Artes de Valparaíso, Patrimonio Artístico de Chile” no sólo redunda en una conmemoración, sino que demuestra que el empuje y la porfía, pueden más que la barbarie y la desidia.

Hago notar este significativo detalle, ya que tras el golpe de Estado, fue Raúl García Fernández, director de cultura del municipio de aquel entonces, convenció al primer alcalde delegado, para que la bienal siguiera su curso, y fue así como tres semanas más tarde, se pudo ver la obra ganadora de 1973, una escultura en terracota, llamada “Machu Pichu” (con una c, según su autor), el artista Juan Díaz Fleming, a la cual le siguieron, “Columnas” y “El juicio” (1975) de Mario Irarrázabal, “Dimensiones Espaciales” (1977) de Mario Agiatello, “Blindaje para un organismo” (1979) de Juan Egenau, “200 Grs. de altramuces” y “Caja de huevos” (1981) de Joan Mora, “Ni-cobalto ni ultramar” (1983) de Luis de la Cámara, “Asunto de gravedad” (1987) de Osvaldo Peña, “Contenido Neto 39.000 cm3 (1989) de Luis Wells, “La llegada” (1991) de Patricia Israel, hasta llegar a Carlos Maturana (Bororo), con “El cálifont” (1993), pintado en un papel de grandes dimensiones.

Aunque hay que decirlo, este selecto grupo es sólo la cara visible, de muchos artistas visuales chilenos y extranjeros que le dieron renombre y notoriedad a uno de los eventos más arraigados de la cultura porteña, y que para el 2024, retorna poniendo en valor un emblema de Valparaíso, como parte de la recuperación de muchos espacios culturales, donde por sobre el reencuentro mismo, se conjugan además de la indiscutible calidad artística, un intercambio generacional que con esta muestra llamada “Circulación de Obras ganadoras de la Bienal internacional de Artes de Valparaíso, Patrimonio Artístico de Chile” se revitaliza un evento que culmina en su última fase con una exhibición que previamente, recorrió las comunas de Calle Larga, Los Andes, Quillota, La Ligua y San Antonio, difundiendo este evento histórico y sus obras, en espera de que llegue el año 2024, y la Bienal Internacional de Artes de Valparaíso abra de nuevo sus puertas, y se sume a otros lugares de este puerto, donde existe gran preocupación por revivir su patrimonio.

Otro recodo de aquello, es sin duda el Mercado Puerto, lugar que estuvo por décadas flirteando con el abandono, y hoy se erige como otro lugar en franca recuperación, donde surgen desde la artesanía al teatro, y ciertamente muestras donde la fotografía de la memoria nos trae de vuelta no sólo las secuelas del quiebre institucional, sino todo un recorrido visual que da cuenta de cómo las mujeres han sido en estos 50 años, protagonista de una historia que no concluye, con la exposición “Mujeres en la resistencia 1973-2023”, enmarcada entre muchos tantos eventos culturales y artísticos que hoy circundan el puerto, y donde obviamente, no podemos dejar de destacar al Parque Cultural de Valparaíso, como uno de centros neurálgicos más importantes de la región, inaugurado el 2012 y recientemente declarado sitio de memoria por el Estado de Chile, siendo la principal infraestructura cultural de Valparaíso, y aunque fue su cárcel, hoy busca conectar con las nuevas ciudadanías, propiciando las transformaciones que la actual sociedad va demandando.

Esperemos, que esta idea continúe propagándose y concretándose en espacios que, como el Centex, de la Plaza Sotomayor, que mantiene toda una trayectoria, como el Centro de extensión del Ministerio de las Culturas, y que desde el 2005 es un ejemplo de reactivación patrimonial con la recuperación del edificio sede de Correos y Telégrafos de Valparaíso, y donde actualmente se rinde homenaje al grabador francés Thierry Defert (Loro Coirón), con la muestra “La tribu del viento”, y como señala el propio director de Centex, “Loro Coirón es una ventana a través de la que podemos apreciar una memoria de la propia ciudad”. Auspiciosos vientos, para poder sortear los avatares de esta mal entendida modernidad que cada día arrasa con otro añoso edificio para erigir un centro comercial. Como si ya no tuviésemos bastante con los terremotos o los incendios que convierten en cenizas el escaso patrimonio que va quedando. Aunque, por sobre cualquier impertinencia del destino, propongo que sigamos soñando despiertos, y si puede véngase al puerto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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