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Google, Facebook y las otras: una mirada a las potencias globales del mundo digital desde la economía política Opinión

Google, Facebook y las otras: una mirada a las potencias globales del mundo digital desde la economía política

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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Cinco empresas gigantes controlan el mundo digital y proyectan su poder al mundo físico. Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet (principal propietaria de Google) y Facebook tienen un capital accionario de 5 billones trescientos mil millones de dólares, equivalente al valor total del mercado accionario de Alemania y un quinto del valor accionario total del Index 500 del Standard & Poor’s. Pese a las dificultades económicas y políticas que afectaron al mundo durante 2019, las 5 empresas vieron crecer su capital en 52%. El capital accionario de Apple alcanza la cifra de 1 billón 400 mil millones de dólares, que representa casi 5 veces lo que Chile produce en un año. En conjunto emplean 1,2 millones de trabajadores e invierten 200 mil millones de dólares al año. ¿Cómo se compatibiliza la gratuidad de muchos de sus servicios con el hecho de que las nombradas conforman el pequeño grupo de las empresas más grandes del globo?


Mientras los ciudadanos utilizan y disfrutan las nuevas tecnologías de información (TICs) y exponen su privacidad en las redes sociales y en los diferentes dispositivos de que disponen, los especialistas y grupos informados observan cómo están cambiando la economía, la política y la sociedad. En el horizonte aparecen fuertes tendencias hacia una mayor concentración de la economía, amenazas a la privacidad y problemas para la democracia.

Afortunadamente, Facebook, empresa controladora de WhatsApp e Instagram, ha anunciado que tomará medidas para enfrentar las fake news (noticias falsas) y, más en general, el uso de las redes sociales para la manipulación política. No obstante, la amenaza que las empresas líderes en el uso de las TICs representan para la democracia, exige que profundicemos en el análisis de estas e impulsemos los cambios legislativos e institucionales para su adecuada regulación.

No es necesario ser un observador prolijo para ver que un número cada vez mayor de personas están conectadas por diversos dispositivos Apple y de otras empresas que utilizan Android, el sistema operativo construido por Google. Cada vez que hacemos una búsqueda en internet, nos reencontramos con el buscador de la empresa indicada. Millones de vehículos en el mundo son guiados por Google Maps o su filial Waze. Miles de millones de personas, incluidos varios millones de chilenos, utilizan Facebook y su subsidiaria WhatsApp. Aunque todavía no en las magnitudes de otros países, un creciente número de residentes en el territorio nacional, realiza compras a través de las plataformas de Amazon, la empresa de retail más grande del mundo. Si bien para surfear en el mundo digital es necesario comprar dispositivos, utilizar el buscador de Google, Google Maps, Facebook, WhatsApp, Twitter o Instagram, es gratis.

Cinco empresas gigantes controlan el mundo digital y proyectan su poder al mundo físico. Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet (principal propietaria de Google) y Facebook tienen un capital accionario de 5 billones trescientos mil millones de dólares, equivalente al valor total del mercado accionario de Alemania y un quinto del valor accionario total del Index 500 del Standard & Poor’s. Pese a las dificultades económicas y políticas que afectaron al mundo durante 2019, las 5 empresas vieron crecer su capital en 52%. El capital accionario de Apple alcanza la cifra de 1 billón 400 mil millones de dólares, que representa casi 5 veces lo que Chile produce en un año. En conjunto, emplean 1,2 millones de trabajadores e invierten 200 mil millones de dólares al año (The Economist, 20 de febrero de 2020).

Sus posibilidades de crecimiento no tienen límites, pues la digitalización de la economía tiene mucho campo que recorrer y su campo de acción es ilimitado, ya que se extiende transversalmente a lo largo de todas las actividades económicas.

La lógica de acumulación

¿Cómo se compatibiliza la gratuidad de muchos de sus servicios con el hecho de que las nombradas conforman el pequeño grupo de las empresas más grandes del globo?

Shoshana Zuboff, profesora de la Universidad de Harvard, publicó el año pasado el libro The Age of Surveillance Capitalism. The Fight for a Human Future at the New Frontier of Power (La era del capitalismo de vigilancia. La lucha por un futuro humano en las nuevas fronteras del poder). En él sintetiza la lógica tras el fuerte crecimiento de estas empresas: hay un computador en medio de cada transacción… ahora que están disponibles, estos computadores tiene otros muchos usos, entre los que destacan extracción de datos y análisis; nuevas formas contractuales como efecto de mejores condiciones de monitoreo; personalización y adaptación y la posibilidad de realizar experimentos continuos.

Sobre esta base conceptual, Google –empresa pionera en este campo– impuso la mediación computacional en un amplio campo de nuevos dominios del comportamiento humano, logrando atraer a sus redes a millones de personas al ofrecer un mecanismo para navegar en la red de redes (logrando incluso imponer el vocablo de “guglear”), ofreciendo además una creciente lista de servicios. Estas actividades empezaron a generar datos totalmente nuevos para Google.

Además de las palabras clave, cada consulta de búsqueda de Google produce una estela de datos colaterales, como el número y el patrón de búsqueda de términos, cómo se redacta una consulta, ortografía, puntuación, tiempos de permanencia, patrones de clics y ubicación. Estos datos, extraídos mediante una amplia gama de sensores del comportamiento humano, podían usarse para desarrollar una inteligencia artificial comprehensiva.

Lo que había parecido material de desecho constituía el “Data exhaust” (rastro de datos dejados por las actividades de los usuarios de Internet durante su actividad, comportamiento y transacciones en línea) estructurado sobre la base de los diversos archivos generados por los navegadores web y sus complementos, como cookies, archivos de registro, archivos temporales de Internet y archivos.sol (cookies flash). De esta forma, afirma Zuboff, los usuarios proporcionan la materia prima en forma de datos de comportamiento. Crea, así, un nuevo tipo de mercado. Aparecen los que Zuboff denomina activos de vigilancia, ingresos de vigilancia que se traducen en el capital de vigilancia y los mercados de comportamiento futuro (behavioral futures markets).

Se genera de este modos una carrera obsesiva por lograr nuevas formas y dispositivos para extraer información sobre las personas, conformando una verdadera “arquitectura de extracción” que se expande desde el mundo “online” al mundo real (Google pasa de ser una empresa de búsqueda a invertir en dispositivos para la llamada casa inteligente, para ser incorporados al cuerpo humano y trabaja para desarrollar automóviles que pueden operar sin conductor). Aparece el Internet of things (Internet de las cosas), que pretende informatizar todos los servicios en el mundo real para ayudar a sus propietarios, siempre y cuando acepte los contratos de privacidad que exigen las grandes empresas tecnológicas. Se estructura así lo que Zuboff denomina “Capitalismo de vigilancia”, que lo caracteriza de la siguiente manera:

1. Un nuevo orden económico que captura la experiencia humana como materia prima gratuita para prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y ventas.

2. Una lógica económica parasitaria en la que la producción de bienes y servicios está subordinada a una nueva arquitectura global de modificación del comportamiento.

3. Una mutación deshonesta del capitalismo, marcada por la concentración sin precedentes en la historia humana de la riqueza, el conocimiento y el poder.

Desde otro punto de vista, The Economist, la conocida revista inglesa, como Zuboff, sostiene que está apareciendo una nueva economía sobre la base de un “diluvio de datos” que genera “mundos espejos”, esto es, una nueva dimensión de la vida humana basada y alimentada por datos de manera que, año por año, cada vez más partes del reino físico se representan y simulan en el mundo virtual.

Los problemas y desafíos que plantean Google, Facebook y las otras.

El fuerte crecimiento de las empresas deja en evidencia tendencias claras hacia una mayor concentración de la riqueza, con lo que aparece el riesgo de que la ya alta desigualdad existente en el mundo real se acentúe. La desigualdad económica inevitablemente se traduce en poder político y aquellos con» poder político lo usan para obtener ventajas para sí mismos. Como concluye The Economist:

La economía de datos, o la «segunda economía», hará del mundo un lugar más productivo, pase lo que pase. Pero quién tiene qué y cómo, está menos claro. Pasaremos de una economía en la que el principal desafío es producir de manera más eficiente, a una en la que la distribución de la riqueza producida se convierta en el mayor problema… Sin embargo, es la distribución sesgada del ingreso entre capital y trabajo lo que puede resultar ser el problema más acuciante de la economía de datos.

Por otra parte, sostiene Zuboff, la comoditización o mercantilización del comportamiento humano nos envía hacia una sociedad futura en que el poder es protegido por los “fosos” del secreto, lo indescifrable y la experticia, en donde los individuos carecen del control sobre su propio comportamiento y ven negado el acceso al control sobre el conocimiento derivado del despojo realizado por otros para otros.

Aparece aquí una primera amenaza contra la democracia, pues para explotar su libertad, la democracia debe mantenerse a raya (p. 99). Según Zuboff, la libertad que tienen las grandes empresas para vigilar y explotar el comportamiento de las personas ha sido favorecida por la ideología, predominante desde los 80, respecto a que la democracia no puede intervenir en la economía y que es más eficiente que las empresas operen desreguladamente. La manipulación de Cambridge Analytica en las elecciones de EE.UU. sobre la base de la obtención de perfiles de 50 millones de usuarios de publicidad personalizada y noticias falsas, todo lo cual incidió en la elección de Trump, es una señal del peligro para la democracia que representan estas empresas si no se logra su control regulatorio, jurídico, social y político.

En este contexto, es indispensable introducir en la agenda política y constitucional el debate, de manera de enfrentar adecuadamente estas amenazas. El debate constitucional en marcha es un primer ámbito adecuado para la deliberación democrática.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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