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Otro resultado de la pandemia: la ciudadanía vota por el medioambiente y la recuperación verde Opinión

Otro resultado de la pandemia: la ciudadanía vota por el medioambiente y la recuperación verde

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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En los principales medios de comunicación internacionales se comienza a promover un nuevo “acuerdo verde” en todo el mundo. Europa nos lleva la delantera y nos señala una ruta, pero en nuestro país será responsabilidad de los ciudadanos y del Gobierno encontrar las vías más apropiadas de acuerdo a nuestra realidad. Es algo necesario que anhelamos ocurra a la brevedad, aunque nuestras esperanzas son limitadas si consideramos la conducta errática de la actual administración en todos los temas ambientales prioritarios. Sin embargo, no perdemos las esperanzas que las autoridades chilenas tengan en cuenta los avances mundiales en “recuperación verde” al momento de dejar atrás la pandemia.


Los resultados catastróficos de la pandemia del COVID-19 nos han mantenido en vilo en las últimas semanas. Entre ellos, figuran un creciente número de contagios, más fallecimientos diarios, rebrotes de contagios en lugares que creíamos tener bajo control, efectos psicológicos debido al prolongado confinamiento, inmunidad que dura poco, deficiencias en la salud primaria y nulos sistemas preventivos, son algunos de los resultados que han llenado los titulares y noticiarios. Pero simultáneamente la gente ha ido reflexionando sobre las enormes deficiencias del estilo de vida que llevaban hasta antes del quiebre de la pandemia, que se puede resumir en una forma de vida de despilfarro, contaminación e insostenible. Una “normalidad” a la cual no se quiere retornar.

Con el tiempo, está decantando que el COVID-19 nos trajo también algunos beneficios ambientales de los cuales ya nos habíamos olvidado, por ejemplo, aire más limpio, menos emisiones de carbono, vida en familia, menos estrés por movilidad, un respiro para la vida silvestre. Por supuesto, la interrogante principal es: ¿seremos capaces de capitalizar este momento?

[cita tipo=»destaque»]En nuestro país, “el estallido social” y la exigencia de “una nueva Constitución” nos mostraron la complejidad a la cual deberán enfrentarse los acuerdos políticos futuros. Pero como nos muestran los resultados de las elecciones francesas, está surgiendo una nueva visión que nos ayudará a compatibilizar el crecimiento ahora con “economía verde” y una “transición ecológica justa”. Ambos, no tienen por qué ser excluyentes y menos ahora, cuando enfrentamos, por una parte, una crisis por el COVID-19 que es una antesala a futuras catástrofes y, por otra, una recesión que amenaza con dejar a cientos de miles de personas en la ruina. Sí, sí, de acuerdo, lo económico es urgente, pero la acción climática también. No lo olvidemos.[/cita]

En los principales medios de comunicación internacionales se comienza a promover un nuevo “acuerdo verde” en todo el mundo. Europa nos lleva la delantera y nos señala una ruta, pero en nuestro país será responsabilidad de los ciudadanos y del Gobierno encontrar las vías más apropiadas de acuerdo a nuestra realidad. Es algo necesario que anhelamos ocurra a la brevedad, aunque nuestras esperanzas son limitadas si consideramos la conducta errática de la actual administración en todos los temas ambientales prioritarios. Sin embargo, no perdemos las esperanzas que las autoridades chilenas tengan en cuenta los avances mundiales en “recuperación verde” al momento de dejar atrás la pandemia.

Es verdad, Chile ya se ha comprometido con la neutralidad de carbono para 2050, nos vamos despojando lentamente de los sectores de petróleo, gas y carbono. Pero la crisis climática que enfrentamos es sistémica. Tenemos que poner más atención a las amenazas al medio ambiente basadas en hechos científicos, no impulsados ​​por intereses comerciales o políticos. Nos alienta verificar que hay muchas personas de buena voluntad y comunidades en nuestro territorio que están defendiendo sin temor las generaciones futuras y la preservación de la vida humana en la tierra. Sin duda, estas experiencias avalan nuestras esperanzas.

Cómo se va moviendo la política

El domingo 29 de junio se realizaron las primeras elecciones en occidente para elegir alcaldes en Francia, país severamente afectado por la pandemia. Muchos apostaban que la crisis sanitaria reforzaría a los partidos de ultraderecha y populistas. ¿Cuál fue el resultado? Algo muy distinto. El “medioambiente” se ha fortalecido en el sistema político, acelerando un cambio que ya se veía venir. Los partidos verdes fueron los grandes ganadores, en alianza con formaciones de izquierda. Vencieron aquellos candidatos que prometían transformar su ciudad poniendo al medioambiente en el centro de la gestión municipal. De las diez ciudades más pobladas de Francia, siete tienen ambientalistas en las coaliciones más votadas.

Son resultados muy positivos, ya que demuestran que el COVID-19 ha sido un anticipo de lo que puede pasar con el cambio climático. Es obvio que en Francia los ciudadanos se han dado cuenta que la agenda verde y la sostenibilidad para el desarrollo urbano ya no es una opción, es lo obligatorio para superar con éxito ambas crisis. Seguramente, en todas las futuras elecciones en el resto de ciudades europeas se habrá tomado nota de estos resultados. En Chile esperemos que empiece a germinar en los políticos jóvenes y en la ciudadanía cuando tengan que elegir nuevas autoridades.

Otro factor muy serio a considerar: en la elección francesa mencionada, seis de cada diez decidieron quedarse en casa, no les interesó una convocatoria por la gestión de los asuntos más inmediatos a sus vidas cotidianas. Esta es una señal de desafección que tendrá que preocupar a todos los políticos y gobernantes. Al día siguiente de la elección, al recibir el “Informe de la Convención Ciudadana por el Clima”, en una breve intervención, Macron asumió de inmediato la necesidad de una mayor ambición medioambiental y prometió 15 mil millones de euros para una “economía verde”.

La “Convención Ciudadana por el Clima” es un experimento muy relevante para Chile. Es un foro democrático, conformado por 150 ciudadanos elegidos por sorteo, con el mandato que durante nueve meses de discusiones “definieran las medidas para alcanzar una reducción de al menos un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 [respecto a 1990] en un espíritu de justicia social”. Resultado a la fecha: existe consenso en 146 de las 149 propuestas de la Convención. El Consejo de Ministros y el Parlamento trabajarán de inmediato para transformarlas en leyes. Un buen ejemplo para Chile.

Lo interesante para Europa, y por qué no para Chile, es que el triunfo de la izquierda medioambientalista y el auge de los consensos por una “recuperación verde”, están rompiendo los esquemas acostumbrados que ordenaban a la política. No más las obsoletas derechas, izquierdas, populistas, nacionalistas, entre otras formaciones. La gente no lo acepta más, sobre todo los jóvenes. Se prefiere un discurso más propicio al consenso. La cuestión es a qué “transición ecológica justa” podemos optar. Ese es el “quid” del asunto.

En nuestro país, “el estallido social” y la exigencia de “una nueva Constitución” nos mostraron la complejidad a la cual deberán enfrentarse los acuerdos políticos futuros. Pero como nos muestran los resultados de las elecciones francesas, está surgiendo una nueva visión que nos ayudará a compatibilizar el crecimiento ahora con “economía verde” y una “transición ecológica justa”. Ambos, no tienen por qué ser excluyentes y menos ahora, cuando enfrentamos, por una parte, una crisis por el COVID-19 que es una antesala a futuras catástrofes y, por otra, una recesión que amenaza con dejar a cientos de miles de personas en la ruina. Sí, sí, de acuerdo, lo económico es urgente, pero la acción climática también. No lo olvidemos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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