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Carlos Cantero, sin cadenas: “La candidatura de Kast denotó el grado de deterioro institucional y valórico de la derecha” PAÍS

Carlos Cantero, sin cadenas: “La candidatura de Kast denotó el grado de deterioro institucional y valórico de la derecha”

Roberto Bruna
Por : Roberto Bruna Periodista de El Mostrador
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El exsenador de Renovación Nacional por Antofagasta no se guardó nada en esta entrevista luego de publicar su libro “Chile: Crónicas de un fracasado anunciado”, una descarnada radiografía que da cuenta del estado crepuscular de su sector, al que acusa de estar “amencebado” con el poder económico, enceguecido por la ortodoxia económica e inquietantemente influido por personajes que aplastan cualquier disidencia, entre los que destaca, según él mismo indica, el exasesor del “segundo piso” de La Moneda, Cristián Larroulet. Por esta razón es que pugna por levantar, ahora sí, un nuevo referente en su sector, y se muestra entusiasta ante este desafío pese a que otros ya fracasaron en tal empeño. Crítico del trabajo de la Convención, llama a esperar el texto final para decidir el voto, aunque ya tiene una propuesta para proceder en caso que se imponga el Rechazo en el plebiscito de salida.


Carlos Cantero Ojeda vuelve tras largos años al ruedo para conformar un nuevo referente de derecha, esa “derecha social” que a duras penas logra respirar y sobrevivir a la derecha hegemónica que terminó “amancebada» con el poder económico, según declara el exsenador de Renovación Nacional por Antofagasta.

Precisamente estos son los tópicos que cruzan su libro Chile: Crónicas de un fracaso anunciado, una curatoría de columnas de opinión publicadas entre 2017 y 2022 en la revista “Poder y Liderazgo”, en las que ha venido advirtiendo del desfonde ideológico de su sector, ese que parece no tener respuestas frente a los desafíos del país y que carece de las herramientas que permitan ofrecer alternativas para salir de una crisis que, a su juicio, echa raíces en la anomia que esa misma derecha economicista ayudó a cultivar en las últimas décadas, cuando la doctrina “neoliberal” apuntaba -en connivencia con la posmodernidad- a estimular el individualismo más radical, a convertir a los ciudadanos en consumidores, a promover el desprecio por lo público y a propagar su rechazo a toda forma de deliberación política.

-¿La derecha le ha tomado el peso a la crisis política y social que nos apremia?

-Pienso que en Chile somos pocos los que creemos que estamos en un proceso crítico, uno que se puede salir de control en cualquier momento. Chile muestra anomia: el estado de derecho está dañado, no se protege la seguridad de las personas, hay subversión del orden público, no se respeta la propiedad privada, tampoco la vida de las personas, el país tiene una verdadera invasión migratoria sin control alguno, hay un asalto a los bienes públicos como salud y seguridad, violencia y delincuencia extendida, narco-cultura y narco territorios en los que el Estado y sus organizaciones no tienen incidencia mayor. Hay desorganización social y la vida política es mediocre. Los medios de comunicación, en especial la televisión, no ayudan con su farandulización de las noticias y la violencia espectáculo. La ciudadanía está cayendo en la desesperación al ver el desorden, la inexperiencia, incompetencia y la ineptitud. Hay una total ausencia de liderazgos, solo tenemos saltimbanquis sin coherencia ética en diversos niveles e instituciones, que dan sentido de farándula y reality a la anomia.

 ¿Qué explica la prevalencia tan marcada de una derecha sobre la otra derecha?

-Los extremos políticos se juntan en el interés común por polarizar al país. Su negocio político es atrincherar y amedrentar a los ciudadanos. Por supuesto, potenciar los extremos implica debilitar el centro político. Un segmento de la población, menor a los 35 años, se ha desarrollado en la anomia: unos pensando en el anarquismo dentro de la izquierda, y los neoliberales extremos de derecha pensando en la ley de la selva.  En nuestra sociedad prima una ética light, sin compromisos ni responsabilidades. Es cosa de ver a unos y otros en la Convención Constituyente, que más que unir al país, trabajan por separarlo.  Esto se potencia cuando los partidos políticos tradicionales, transversalmente, tienen unos liderazgos de segunda y tercera selección: ambiciosos, pero sin experiencia; vociferantes, pero sin propuestas; llenos de buenas intenciones, pero sin sustento viable.  ¡Muchas veces manipulados por el poder detrás del trono!

-¿Qué ha resultado de la identificación de la derecha dominante con la defensa del interés empresarial?

-Es una mala cosa que debe ser erradicada. Pero la “guardia pretoriana” tiene importantes operadores en todos los sectores. De hecho, los más exitosos económicamente y reconocidos por el empresariado son de la izquierda. El imperativo ético involucra a Chile. Todos debemos sentirnos llamados y comprometidos con la ética, los demás problemas son derivados de la crisis ética que vivimos, sin que nadie se haga cargo. Por el contrario, muchos quienes están llamados a enfrentar el tema se encuentran farandulizados, otros responden a intereses subalternos y esconden la cabeza a la realidad, o no tienen la integridad para enfrentar el desafío. ¡Qué entienda el buen entendedor!

-¿Qué le parece que haya sido José Antonio Kast el candidato de la derecha en la última presidencial?

-Denotó fielmente el grado de deterioro institucional, valórico y funcional de la derecha tradicional, la que ni siquiera fue capaz de sostener un candidato presidencial de sus propias filas. Aquí hay un ejemplo claro de aquello que señalé, cuando califiqué el liderazgo o élite actual de segunda y tercera selección: los candidatos del sector fueron eliminados uno a uno, no por principios ni valores, sino por personalismos, mezquindades e intereses particulares. En ese escenario se impuso José Antonio Kast con facilidad, en medio de la debacle del sector, que tampoco lo apoyó, mostrando una negligencia inexcusable, y prácticamente abandonando el campo electoral. Fuimos pocos los que dimos la cara por mínima coherencia con el sector

La sociedad y la política tradicional están viviendo una pandemia de degradación ética, una «pandemética». Ya no se distingue entre valores éticos y los valores económicos; otros confunden los valores con los precios. La mediocridad y la manipulación interesada, si no corrupta, ha dejado las estructuras partidistas en el suelo, en ruinas y sin rumbo, y esto ocurre en la izquierda, el centro y la derecha. Las coincidencias entre el fanatismo (materialista-consumista) y el interés económico cruza transversalmente el eje político.

La política tiende a la endogamia social y al nepotismo, como ha quedado demostrado. En ese proceso se confunden muchas prioridades y valores, y se exigen incondicionalidades impropias.  Ambos elementos, endogamia y nepotismo, son malos consejeros, pero que logran mantener vigencia en todos los gobiernos, incluido el actual. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, confundiendo intereses en detrimento del bien público.

¿Qué rol han jugado los centros de estudios de la derecha durante todos estos años? 

-Yo soy muy crítico, por ejemplo, del quehacer del Instituto Libertad y Desarrollo, del rol que ha jugado, de su forma de influir en la política, sobre todo de su relación con la élite del dinero, un tema en el que no profundizaré por ahora. Han mostrado desprecio por quienes tenemos opiniones diferentes a su línea. Fui tres veces alcalde, fui diputado en dos períodos y senador en otros dos, además de vicepresidente del senado. Soy geógrafo, master y doctor en sociología, pero no califico para ellos, pues nunca se interesaron por mis opiniones, nunca han intentado siquiera una conversación. Son los que invisibilizan a quienes no se someten a sus dogmas y que proclaman que en Chile hay una sola derecha, que es la que ellos representan. Me pregunto cuándo se harán cargo del desastre político que han dejado, de haber destruido un modelo altamente exitoso en la generación de riqueza, pero que exigía ética y probidad a sus administradores. Confundieron la política con una sociedad por acciones, y eso les indujo a errar en la administración del poder. Les falta mucha calle y diálogo y lo peor es que no lo reconocen.

Reinventando a la derecha chilena

Carlos Cantero, el político y el sociólogo, aprovecha la publicación de su libro para ajustar cuentas con aquellos -como Cristián Larroulet, se apura en precisar- no escatimaron recursos en pos de aplicar sus dogmas ideológicos con religiosa observancia, una actitud anclada en la ceguera y la tozudez que, sostiene el también geógrafo, contribuyó a propiciar esta debacle. Pero sus reflexiones también son propositivas en cuanto a visualizar una derecha distinta y con vocación de mayoría. Nada es imposible, cree el exvicepresidente del Senado.

“Propongo un proyecto político que sea social, ciudadano, comprometido con la democracia y republicano”, declara, pues sabe que el polvorín en que nos encontramos puede reventar nuevamente. Es por ello que, de vuelta en el ruedo tras meses de reflexión, el exsenador por Antofagasta invitó a los jóvenes de la centroderecha “a una rebeldía, a que encarnen nuevos liderazgos, más valientes, coherentes, sociales, acordes a la sociedad del mundo digital”, agrega, a la hora de describir el proyecto que tiene en mente.

-Hemos visto otros intentos por crear una derecha menos economicista y más social. El último en intentar levantar un referente fue el exministro Mario Desbordes, quien perdió en la primaria presidencial de su sector y recibió muchos ataques de los grupos más hegemónicos. ¿Qué podría contribuir a que un nuevo referente, en este caso dirigido por usted, pudiese tener mejor suerte?

-Hasta ahora se intenta influir y provocar los cambios desde dentro, en la estructura de la derecha tradicional, con sus mismos partidos y la élite: mezcla política y económica. Debo reconocer que están golpeados y abiertos a escuchar un poco más. Parecen conscientes del estrepitoso fracaso que generaron, de la soberbia que arrastró a todo el país a este descalabro. Aún no hay consciencia que no es razonable normalizar el inventario de equívocos. La crisis que vivimos hoy es responsabilidad de los errores provocados en las dos últimas década, una estrategia equivoca y abusiva. Lo que culminó en el Gobierno anterior, los autogoles que nos llevaron al reventón social.  Estamos tomando el tiempo prudente y conversando con los actores relevantes. Pero, si no hay reacción pronto, si seguimos observando la dependencia de la misma élite que nos trajo a este descalabro, reaccionaremos asumiendo que la derecha quiere seguir con más de lo mismo.  No nos interesa ese camino ni tampoco desplazarnos más a la derecha. Queremos instalarnos más al centro con fuerte énfasis social, republicano, ciudadano, emprendedor.  En ese caso organizaremos un centro social, “el movimiento de los que faltan”, de aquellos que en el  centro y la derecha “andan pateando piedras”. ¡Los hay y somos muchos!

-La derecha dice darle mucha importancia al tema económico, pero rara vez se involucra en la discusión sobre, por ejemplo, la necesidad de enriquecer la matriz productiva ¿Por qué?

-Lo que observo en Chile es que desde los primeros gobiernos de la Concertación hasta hoy, la visión prospectiva, la planificación estratégica y la coordinación, fueron despreciadas, desarticuladas por constituir una herencia de los militares.  Se llegó al punto que el Ministerio de Planificación y Coordinación, encargado del tema, fue desguazado y abandonado a su suerte, recibiendo muchos encargos y colgajos hasta que la planificación y la coordinación desaparecieron.  Ahora se dice que está en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, pero nunca he visto aquello.

-Diversos referentes del sector (Joaquín Lavín, Francisco Chahuán) hablan ya de nuevas materias que deberían estar en el centro de las prioridades de la derecha. Una de ellas es el cuidado del medio ambiente. ¿Está de acuerdo? 

-Ambos son mis amigos y hemos hablado de estas ideas. Pienso que están dudosos y no tienen claridad que levantar estos temas no los exime de la necesaria autocrítica, del deber de asumir los errores del sector con una reflexión más amplia y sincera. Yo creo que esas miradas sectoriales son inconducentes. Responden al antiguo paradigma cartesiano, de lo sectorial, de la linealidad. Hoy los temas son mirados de forma eco-ético y sistémico-relacional. Es decir, todo está integrado, por ende los temas tienen que ver con el modelo, con las ideas que le sustentan, con la concepción de la sociedad, el Estado, la familia y la persona. Los nuevos abordajes deben ser integrales, sistémicos. Además, en contextos donde lo analógico está plenamente integrado con lo digital, como un solo escenario para llegar con el mensaje a las audiencias masivas de las redes. En esto la derecha tiene mucho retraso y falencias comunicacionales.

-¿Será posible que algún día la derecha social que logre imponerse sobre la otra?

-La derecha política surgirá potenciada cuando se libere de su vocación de mancebo del poder económico, cuando deje de actuar como su guardia pretoriana. Cuando se sacuda de esa élite clasista que la ha dominado por demasiado tiempo. En general, a los políticos les falta calle, rapidito se acomodan y dejan de andar en micro, no se suben al Metro, nunca les falta para pagar sus cuentas, entonces pierden el contacto con la realidad cotidiana de la gente. La derecha se fortalecerá cuando asuma compromisos éticos; cuando equilibre adecuadamente el bien privado con el bien común; la competencia con la solidaridad; el orden con el respeto mutuo; la mismidad con la legitimidad del otro; la racionalidad con la emocionalidad; cuando se respete a las personas más que a sus bienes; cuando entienda que sin bienes públicos dignos no habrá igualdad de oportunidades; cuando se redistribuya con mayor equidad los beneficios del crecimiento económico; cuando se impulse desarrollo humano.  Cuando aprenda a convivir con los independientes y a usar las redes que brinda la sociedad digital.

-Evópoli nació para encarnar una mirada más centrista…

-No veo a ninguno de los partidos de la derecha en esa actitud. Más bien están en una violenta endogamia, cuidando sus cuotas de poder, siendo bastante sectarios, poco acogedores, escasamente habilitantes y receptivos. Viven en la endogamia y cada día son menos. Deben abrirse al diálogo y al encuentro.

Dudas ante el proceso constituyente

La gran incógnita para Carlos Cantero (en todo este cuadro general de incertidumbre) es si la política ofrecerá alternativas para darle causa a la crisis en caso que el proceso constituyente fracase en su objetivo. ¿Habrá una nueva oportunidad? La duda tiene justificación, según el autor de “Chile: Crónicas de un fracaso anunciado”.

“La fragilidad de la política se explica por el debilitamiento valórico, por el triunfo de un materialismo sin contrapeso. La épica y la ética de la política está degradada, se atendió mucho al bien privado y muy poco al bien común. Los bienes públicos son esenciales para mantener el espíritu de comunidad nacional. Ejemplos: salud, educación de calidad, justicia imparcial y el cuidado del orden público efectivo. Todo aquello se ha deteriorado hasta niveles que afectan la dignidad de las personas. La ética está huérfana, ha sido abandonada por instituciones relevantes”, indica.

-¿Cómo ve la actitud de la derecha ante el proceso constituyente?

-No le veo actitud, no tiene interlocución. La derecha es ornamental en la Convención Constituyente. Sólo veo algunos pseudo-liderazgos vociferantes que poco aportan.  La fragmentada Izquierda radical tampoco muestra interés en dialogar, fieles a la consigna de “avanzar sin transar”. El resultado es un ambiente de desconfianza, alejado del sentido de unidad que requiere una Constitución Política.  Parece que, en torno a la propuesta de salida de la Convención, viviremos un nuevo escenario de polarización, de violencia, descalificación dañina para el país.  Los sectores radicalizados pretenderán dar rienda suelta a la violencia. Y será el momento de probar la solidez institucional.

-¿Cree usted que un cambio de Constitución nos convertiría en Nicaragua o Venezuela?

-Todo dependerá del texto final que se ponga a disposición de la ciudadanía; de si se impone el buen criterio, la prudencia, el respeto a la diversidad y el pluralismo. O, si, por el contrario, se impone la intolerancia y las visiones polares. En todo caso, la Constitución Política de Chile será cambiada a todo evento. Si se rechaza en texto de la Convención Constituyente será por sus propios errores. En ese caso, las facultades constitucionales retornan al Congreso, que deberá hacer otra propuesta para ser sometida a la ciudadanía. De cualquier forma la Constitución debe ser actualizada a la nueva realidad socio-digital.

-¿Cómo hacer para lograr que baje la crispación política que hay en este momento? ¿Con cuáles sectores usted se sentaría a hablar?

Los que están en la estrategia y proceso de polarización del país, a uno y otro lado, se retroalimentan y son autorreferentes. Ignoran, invisibilizan y niegan a los que somos moderados y dialogantes. Pienso que se debe apoyar un proceso de convergencia de las grandes mayorías ciudadanas, con los Independientes, en diálogo respetuosos y fraterno con los partidos políticos, integrando, llamando, invitando aquellos que se han restado de los procesos democráticos por frustración. Esa gente quiere equilibrio, prudencia, democracia real, es decir, que se respete la soberanía de pueblo y los políticos respondan a esas agendas y no a sus propios intereses particulares.

-¿Es posible entonces, con las circunstancias que usted enumera, que en Chile pueda surgir una derecha que crea en un seguro universal de salud, en una educación pública de calidad y en un verdadero sistema mixto de pensiones, como ocurre en Europa, Australia, Nueva Zelandia o Canadá? 

-Esa derecha social está hoy en Chile, y ello a pesar de la negación y los intentos de silenciarla e invisibilizarla.  Seguimos influyendo y sensibilizando al sector.  Si es necesario fundaremos un movimiento propio para lograr mayor visibilidad de estas ideas. En Chile hay una juventud que anhela una derecha social, democrática, republicana y ciudadana. A ellos los llamo a rebelarse, a tomarse el poder, a no dejarse amancebar por esos cabilderos corruptores de la política. A ellos les digo que la política es el más noble llamado al que puede ser convocada la persona. Es el más alto honor al que se puede aspirar, siempre que se haga con ética y probidad.

-¿Cuál fue el peor ataque recibido desde su sector en sus años en política activa?

-El mismo que mi sector mantiene hasta ahora: la desconsideración, el intento de anular a quienes tenemos ideas o pensamiento crítico, invisibilizar o descalificar esta sensibilidad, lo que se constituyó finalmente en el talón de Aquiles del gobierno de (Sebastián) Piñera. Los más interesados y aprovechadores son los que más resienten que haya gente con ideas y pensamiento crítico. ¡No les conviene! ¡Piden gente obediente! La agresión desde los centros de poder es velada, y consiste en intentar anular toda influencia o vocería. ¡Luego esos celadores son los primeros en arrancar, como en los barcos que naufragan! En mi caso, incluso se me persiguió laboralmente, pero no por la gente de otro sector, sino por los propios, los de mi sector. Peor aún: fueron personas de estrecha confianza del Presidente, como (Cristián) Larroulet.

-¿Es buena idea que la derecha envíe al frente a referentes del mundo más «autocomplaciente» de la ex Concertación para asumir la defensa del Rechazo?

-Si se refiere a los “Amarillos por Chile”, me parece que es un movimiento de centro-izquierda que, yo creo genuina y legítimamente, no están conformes con el triste espectáculo que hasta ahora ha dado la Convención Constituyente, que por momentos han sido bochornosos, destemplados a uno y otro lado. Muchas desprolijidades en la forma de trabajo y con ideas que han caído en el absurdo, completamente testimoniales, pero sin ningún destino. En todo caso, todos debemos esperar la propuesta final y evaluarla en su mérito real y reaccionar en consecuencia.

-Imaginemos que gana el Rechazo. ¿Qué salida nos queda?

-Puesto en el caso que usted señala: en el sistema político no pasará nada, simplemente las facultades constituyentes volverán donde siempre debieron estar, es decir, al Congreso Nacional.  Este deberá tomar consciencia de su irresponsabilidad, asumir que su rendición incondicional se debió a la falta de legitimidad y legalidad en su actuar. Que esa confianza ciudadana deberán ganarla. También tendrán que hacerse cargo de la voluntad de cambio, pues el 80% de la ciudadanía se pronunció en ese sentido. (Los parlamentarios) deberán articular una propuesta de texto constitucional que permita esos cambios esenciales, los perfeccionamientos estructurales y recoja el sentir de la ciudadanía, cumpliendo los mismos plazos que se le impusieron a la Convención.

-Imagine que llegamos a un punto donde no hay acuerdo sobre cómo darle conducción al diálogo post Rechazo ¿Qué es lo que más le preocupa de ese escenario?

-El problema estará en ese segmento de población que existe en la derecha, el centro y la izquierda, que son los hijos de la anomia y de la descomposición institucional, política y valórica del país, esos que piensan que la anomia es irrecuperable y que la traición de la élite será permanente. Hablo de la degradación valórica que afecta a un sector de la juventud chilena.  Habrá que considerar la ética light de aquellos que no se hacen cargo de sus actos, que reaccionarán anárquicamente, y la institucionalidad deberá ponerse en plena vigencia. También habrá sectores que reaccionarán con violencia y subversión del orden y deberá aplicarse la ley. Allí veremos si las autoridades estarán a la altura de las circunstancias.

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