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El rojo pálido de la Sub 20

El rojo pálido de la Sub 20

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Con escasas figuras de alto nivel y un rendimiento colectivo poco prometedor en su fase preparatoria, la Selección Chilena Sub 20 viajará al Sudamericano de Uruguay en busca de una hazaña para clasificar al Mundial de Nueva Zelanda, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro o los Juegos Panamericanos de Toronto.


Es un desafío mayúsculo.

Luego de un proceso de preparación no exento de tropiezos, la Selección Chilena Sub 20 viajará a Uruguay para disputar, a partir del 15 de enero, el campeonato sudamericano de la categoría con plena conciencia de las dificultades que enfrentará para clasificar al Mundial de Nueva Zelanda, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro o los Juegos Panamericanos de Toronto, los tres premios mayores del certamen.
La mesura ha sido impuesta por el propio entrenador, el argentino Hugo Tocalli, quien en todas sus declaraciones públicas ha recalcado el poderío de los rivales y un calendario innegablemente adverso. Esto último, porque cada uno de los adversarios enfrentará a la Rojita después de haber gozado de una jornada de descanso y encontrándose con un rival que jugará cuatro partidos en siete días.
Tal escenario hace incierta la posibilidad de que Chile repita la actuación del Sudamericano de Argentina 2013, cuando el equipo de Mario Salas clasificó al Mundial de Turquía, donde se paró de igual a igual con rivales calificados -empató con Inglaterra y superó a Croacia-, cayendo en cuartos de final en un dramático duelo con Ghana resuelto en el último minuto del tiempo extra.

Menos probable todavía es que emule al equipo de José Sulantay, que en el Mundial de Canadá 2007 atrapó el tercer lugar gracias a un impecable rendimiento colectivo y a figuras irrepetibles, como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Mauricio Isla y Carlos Carmona, pilares posteriormente en las clasificaciones a los mundiales adultos de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.
Chile jugará en la sede de Maldonado, compartiendo el Grupo B con, Brasil, Uruguay, Colombia y Venezuela. Los tres primeros son, salvo Argentina, los países que más han ganado este torneo, con ocho, siete y tres títulos, respectivamente.

Al poderío de sus rivales habrá que sumar otra valla que Tocalli ya cuestionó públicamente. Es la programación elaborada por la Conmebol con la clara intención de favorecer las posibilidades de los locales charrúas. Y en desmedro de las chilenas.
En efecto, entre el 15 y el 21 de enero la Rojita disputará sus cuatro partidos sin respiro y con un intervalo de dos días. Sólo quedará libre en la última fecha, cuando posiblemente su suerte ya esté echada. Tanto a Colombia como a Uruguay (después de haber jugado primero con Brasil y Venezuela), la Rojita los enfrentará cuando ambos rivales hayan tenido una fecha de descanso.

Como a la fase siguiente clasifican los tres primeros de cada grupo, descontando el habitual poderío brasileño, si Chile pretende seguir progresando en el Sudamericano deberá desbancar obligadamente a Uruguay o a Colombia.
Si lo consiguiera, en la fase final de seis equipos al menos debería llegar entre los cuatro primeros para clasificar al Mundial de Nueva Zelandia y a los Juegos Panamericanos de Toronto, ambos disputables durante este año. Una proeza sería sacar pasajes a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, pues para ello debería ser campeón o segundo, para disputar un repechaje con un representante de la Concacaf.

UN PROCESO COMPLEJO

En rigor, Tocalli no debería estar en medio de este reto problemático. Él volvió a Chile tentado por la Asociación Nacional de Fútbol (ANFP) con el objetivo de construir un nuevo proyecto para las selecciones menores chilenas.
Pero hace cinco meses debió hacerse cargo del equipo al renunciar su compatriota Claudio Vivas, traído para suceder al exitoso Mario Salas, quien debió irse cuando el propio Tocalli defendió a su hijo, miembro del cuerpo técnico, en un incordio con el actual adiestrador de Universidad Católica.
Vivas no pudo sacar rendimiento a la Selección. La pobreza de resultados y de nivel de juego lo obligó a renunciar y, sin pretenderlo, Tocalli se puso al frente.
Ante lo exiguo del tiempo, optó por convocar a jugadores de los mejores equipos juveniles y minimizar el banco de pruebas, limitándolo a algunos puestos que todavía le generan dudas, como el centro del ataque y los medios externos.

ALGUNAS SORPRESAS

La lista definitiva de 23 jugadores arroja un par de hechos llamativos.
El primero de ellos es que sorpresivamente Tocalli desechó a la mayoría de los jugadores chilenos nacidos en el extranjero que fueron convocados. Solo el volante Luciano Cabral, de Argentinos Juniors, pasó todos los filtros. Para su pesar, el entrenador tampoco pudo convocar al mejor de todos, el suizo-chileno Francisco Rodríguez, que meses atrás declinó una convocatoria de Jorge Sampaoli para la selección adulta. Tampoco contará con el zaguero central Benjamín Kuscevic, emigrado meses atrás desde San Carlos de Apoquindo hasta el Santiago Bernabeu, donde juega por la juvenil del Real Madrid.
El segundo es que inéditamente un club provinciano suma el mayor número de elegidos. Es O’Higgins, cuyo proyecto de largo plazo asentado en el moderno campo de preparación y entrenamiento El Monasterio ya cosecha frutos. Considerando a Cristian Cuevas, hoy en la Universidad de Chile pero formado íntegramente en la cantera celeste, son cinco los o’higginianos.
Luego, siguiendo la misma lógica de privilegiar el club formador y no el que defienden actualmente, están la propia Universidad de Chile y Colo Colo, con tres seleccionados, Universidad Católica y Unión Española, con dos, y Deportes Iquique, Deportes Antofagasta, Unión San Felipe, Palestino, Audax Italiano, Huachipato, Deportes Temuco y Argentinos Juniors, con uno cada uno.

CÓMO JUEGA

El esquema probado lo conforman una línea de cuatro defensas, dos volantes defensivos, tres volantes ofensivos, dos de ellos abiertos, y un centro delantero.
Hasta ahora no es fácil asegurar una formación incuestionablemente titular.
El arco no tiene dueño. Lo disputan el iquiqueño Brayan Cortés, Nelson Espinoza, de la U, y Miguel Vargas, de la UC. El primero corre con ventaja por su experiencia mundialista en Turquía y su habitual titularidad en el norte.
La defensa en cambio parece fija con los laterales albos Camilo Rodríguez y Luis Pavez flanqueando al azul Rodrigo Echeverría y el audino Sebastián Vegas en el centro. Una alternativa eficiente por los costados es Bryan Véjar, debido a su experiencia con Huachipato en Primera División. Los rancagüinos Brian Torrealba y Raúl Osorio son opciones en el centro.
El medio campo no exhibe titulares fijos. Sin embargo, en la contención han sumado puntos Bernardo Cerezo (U) y Sebastián Díaz (Temuco), con Pablo Galdames (Unión Española) y Juan Fuentes (O’Higgins) como alternativas.
Más arriba asoman Luciano Cabral (Argentinos Juniors) o Matías Ramírez (Granada) por la derecha y Cristian Cuevas (Universidad de Chile) por la izquierda. La conducción neta se la disputan  Diego Rojas (UC), el otro veterano de Turquía, y Bryan Carvallo (Colo Colo). Más distribuidor el primero, más escurridizo el segundo.
El eje de ataque fue un dolor de cabeza para Tocalli. En los últimos meses probó varias alternativas sin que ninguna lo conformara. Prueba de ello es que dos pivotes habituales titulares en los últimos amistosos -Rodrigo Linares y Sebastián Gómez- fueron excluidos a última hora en favor de Ignacio Jeraldino (Parma, de Italia), que se integró recientemente, y José Luis Sierra, hijo del célebre seleccionado en Francia ’98, convocado hace pocas semanas y que tiene solo 17 años de edad.

UNA BUENA DOSIS DE REALISMO

Si algo debe reconocérsele a Tocalli es su sentido de la realidad. Así se ha comportado a lo largo de su carrera. Tanto como ayudante de Néstor José Pekerman durante la eclosión de las selecciones juveniles argentinas, como cuando inició su carrera en solitario llevando a la Sub 20 albiceleste de Messi y Agüero al título mundial de 2007 y prolongándola en Colo Colo, al darle su estrella vigésimo novena, en 2009.

Esta vez la mano se le viene difícil. Sería un albur aseverar anticipadamente que un eventual fracaso en Uruguay condicione su plan reformador en las selecciones menores chilenas. Pero tampoco aparece descabellado. La dirigencia chilena no suele ser fiel a sus proyectos si los resultados son adversos. Lo demostró ahora, con el mismo Tocalli, al sacarlo de la cabina de mando del buque madre de la escuadra y subirlo a la fragata que debe ir al frente. Nada de cartas de navegación. Durante algunas semanas deberá batirse a cañonazos.

Sus entrevistas reflejan cautela. No ha sobrevalorado el nivel de la Rojita. Tampoco tiene cómo. En cambio, ha reconocido las deficiencias que impiden ver a un equipo mecanizado, armónico y dueño del juego, y con una mayoría de jugadores faltos de experiencia en el fútbol adulto. No será fácil que las subsane de aquí al debut frente a Brasil.
Por todo aquello, incluso, apeló al manido discurso de los entrenadores de inferiores: lo importante es aportar futuros jugadores al profesionalismo (en este caso, a la Selección adulta) y no solo lograr títulos o buenas actuaciones en los sudamericanos.
Lo malo para él es que el medio futbolístico nacional se ha vuelto exitista, gracias a los sobresalientes cometidos de laRoja mayor. No, no se tragará fácilmente el discurso de un mañana mejor. Disconformidad, y mucha, habrá con una eliminación temprana en Maldonado.

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