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[Opinión] ¿Le cambió Sierra el rostro a Colo Colo?

[Opinión] ¿Le cambió Sierra el rostro a Colo Colo?

Los suplentes golearon a Ñublense y pocos días después los titulares hicieron lo propio con Audax Italiano. El juego del cuadro albo no puede sino entusiasmar, por las bondades del fútbol exhibido en ambas oportunidades. ¿Estamos frente al nuevo «Cacique» de José Luis Sierra o sólo estamos mirando un espejismo?


¿Lo de Colo Colo es una ilusión o una realidad? Porque el entusiasmo del pueblo albo con este equipo del “Coto” Sierra es evidente, luego de sus macizas demostraciones de fútbol primero frente a Ñublense por Copa Chile, con un cuadro claramente alternativo, y luego frente a Audax Italiano, por la segunda fecha del Torneo de Apertura, esta vez con los titulares.

Y la pregunta cabe porque un solo partido nunca alcanzará para dar la medida de cuánto calza un equipo. En otras palabras, ni para destrozarlo en caso de perder, ni para elevarlo a las alturas y deshacerse en elogios, por más contundente o brillante que haya sido la victoria.

Más allá de esa sensata disquisición en un medio donde el tránsito de bestial a bestia, o al revés, suele carecer de transiciones, no cabe duda que este Colo Colo versión Sierra llama la atención por lo virado que se advierte ese elenco que, en el torneo anterior, bajo la conducción técnica de Héctor Tapia, resignó pronto su favoritismo con un fútbol previsible y mustio, que le significó perder la mayoría de los puntos disputados en su estadio.

Porque ocurre que, salvo la inclusión del ex huachipatense Martín Rodríguez, se trata de los mismos jugadores que, durante el primer semestre, terminaron por agotar la paciencia de la exigente hinchada alba, que veía con desazón que cualquier equipo que llegara al Monumental con un mínimo de orden defensivo, acababa llevándose parte del botín, o el botín completo, ante un Colo Colo que se quedaba en un toque reiterado e insulso en las cercanías del área, pero que carecía de profundidad, ideas, cambio de ritmo y desequilibrio individual para llegar al gol.

Ese Colo Colo dejaba la impresión de que podía jugar una hora más y no iba a encontrar jamás el camino que pudiera conducirlo a cambiar su suerte. Impotente y desorientado, terminaba tirando centros que constituían una delicia para zagueros aplicados y un arquero atento.

La “filosofía Tapia”, por llamarlo de alguna manera, aquella de prevalecer en la posesión de la pelota, “porque mientras la tengamos nosotros el rival no la tiene, y por lo tanto no puede hacernos daño”, terminó cayéndose a pedazos. Ocurrió que, teniéndola efectivamente mucho menos, rivales en el papel más que abordables se fueron indemnes de un Monumental que antes había sido poco menos que inexpugnable.

Cuando partió Tapia y apareció José Luis Sierra como el principal candidato a sucederlo en la banca, fue natural que los hinchas albos pensaran que les iban a dar más de lo mismo. El “Coto”, por lo que fue como jugador, y luego como director técnico, se inscribía en la misma escuela futbolística que el defenestrado entrenador que, más allá de su opaco final, había exhibido méritos interesantes. De hecho, la esperada estrella número 30 llegó con el equipo bajo su mando.

Pero algo pasó que ese equipo dinámico y agresivo, que disputaba cada balón como si fuera el último, terminó por “aburguesarse”. Y dato no menor: aumentando peligrosamente su promedio de edad, al punto de ser zarandeado, y carecer de la más mínima respuesta física, frente a una Universidad Católica que no llegó a una goleada de escándalo en el Monumental simplemente porque paró la mano después de un 3-0 lapidario, equivalente el nocaut en el boxeo.

Como fuera, la presentación de Sierra como nuevo director técnico albo fue alentadora dentro de las muchas dudas que provocaba su arribo a ese mismo Monumental que lo había acogido en su brillante etapa de jugador. Y es que, en la conferencia de prensa habitual después del rito de la presentación, el “Coto” adelantó lo que esperaba de Colo Colo, señalando entre sus frases más destacadas que “mi idea es que recuperemos el balón lo más cerca posible del arco rival”.

Eso no podía suponer otra cosa que recuperar la agresividad extraviada y dejar sentada una premisa que se subentiende sin necesidad de grandes explicaciones tácticas y estratégicas: que en la medida que más cerca del área rival el equipo se haga de la pelota, el camino al gol es más breve y con mayores posibilidades de sorpresa.

De lo visto hasta ahora, puede deducirse que esa idea no está del todo afinada. Este Colo Colo aprieta más que el Colo Colo de Tapia, pero todavía no llega a esa marca asfixiante que termina por anular o al menos desesperar al rival. En cambio, se ha podido ver un Colo Colo mucho más vertical, de salida rápida, y que ha demostrado que mientras en menos toques se llegue a posición de gol, tanto mejor.

Con mayoría de suplentes, Colo Colo le pasó por encima a un Ñublense limitado y que ya nada tenía que hacer para clasificar a octavos en Copa Chile. La “patrulla juvenil” había brindado una exhibición de fútbol en Chillán, pero el contundente 5-0 igual no daba para lanzar las campanas al vuelo.

Con el regreso de los titulares albos, Audax Italiano era otra cosa y se transformaba en un rival mucho más adecuado para calibrar a este “nuevo” Colo Colo. El equipo de Pellicer venía de ganar siete partidos, empatar dos y perder sólo uno. Dicho claramente, era el adversario justo para medir de qué eran capaces los veteranos luego que surgieran las afiebradas voces de que “mejor que jueguen los cabros”.

Lo que ocurrió, ya se sabe. Los “viejos”, en un terreno de juego muy poco apropiado, plagado de pozas y blando producto de la lluvia inclemente, le hicieron cuatro a Audax y perfectamente pudieron hacerle ocho. Pero no fue sólo cuestión de cantidad, sino de la calidad con que esos goles se concretaron: producto de combinaciones precisas o trazos largos ante los cuales nunca el jugador que llevaba la pelota era un “llanero solitario”.

En otras palabras, las veloces arrancadas del “Chupete”, en la mejor actuación que ha cumplido desde su regreso, siempre tuvieron más de una posibilidad de descarga con el acompañamiento de Vecchio, Paredes, Fierro, Martín Rodríguez y hasta Esteban Pavez. Ello, sin considerar otro hecho decidor: incluso Camilo Rodríguez, improvisado como lateral izquierdo debido a las lesiones de Beausejor y Luis Pavez, más la ausencia de Gutiérrez, con la Sub 20 en L´Alcudia, quedó dos veces mano a mano con un Peric que debió exigirse al máximo para no hacer todavía mayor la debacle de su cuadro.

Los “viejos” habían demostrado que todavía no están para ser guardados en algún baúl de los recuerdos. Ya sea porque les dolió que algunos delirantes pretendieran jubilarlos en forma anticipada, o porque simplemente jugaron como Sierra quiere que jueguen, el hecho es que Colo Colo versión Torneo de Apertura exhibió generosamente sus credenciales de eterno candidato.

De cualquier modo, nunca hay que descartar la mesura, sobre todo en un fútbol como el nuestro, en que muchos jugadores se creen el cuento antes de ganar nada o juzgan al rival por su historia o por la posición que ocupan en la tabla. Dicho de otra forma, que Colo Colo se muestre como una fuerza futbolística respetable no garantiza nada si la actitud no es la misma partido a partido, independiente del adversario de turno.

Existe, además, otro hecho que en un análisis de este equipo albo no puede ser soslayado: su desequilibrio. Porque si bien es cierto que a Audax Italiano pudieron convertirle el doble de los goles concretados, sólo la actuación a ratos descomunal de Pablo Garcés impidió que los jugadores itálicos convirtieran dos o tres tantos más, que se sumaran a la solitaria conquista de Matías Campos López cuando ya el encuentro expiraba.

Y es que, cuando Colo Colo es atacado, Esteban Pavez parece muy solo en el patrullaje de auxilio a sus zagueros. El “Pajarito” Valdés, nominal como volante mixto, pesa poco en la marca, porque su fuerte no es ese, precisamente.

¿Será la solución para este evidente desequilibrio albo el ubicar a Claudio Baeza como acompañante de Pavez, luego de que el “Coto” pueda contar con Paulo Díaz o el paraguayo Cáceres? Improvisado como zaguero central, el ex Sub 20 ha cumplido con creces en un puesto que no es el suyo.

De aquí en adelante, Sierra se verá enfrentado a ese y otros dilemas. ¿Devolverle la titularidad a Villar o respaldar a un Garcés que se ha transformado en prenda de garantía? ¿Perseverar en lo que se viene haciendo o resignar volumen ofensivo a la búsqueda de ese precario equilibrio que el cuadro muestra? ¿Adelantar unos metros a Baeza para que el acompañante de Barroso sea alguien más acostumbrado a ese puesto?

Vuelve a cobrar vigencia la sabia sentencia del brasileño Tim, que decía que el fútbol es como una manta corta.
Que si con ella te tapas la cabeza, te destapas los pies y viceversa.

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