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Brasil gastó más en estadios que lo invertido en infraestructura en los últimos dos mundiales

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Quedan solo dos semanas para el comienzo del mundial en Brasil y el clima no es precisamente de fiesta en el país anfitrión de la Copa. Las protestas contra el gasto del gobierno para construir estadios han marcado la agenda del país en el último mes, y vaya que hay razones. 

El último valor estimado de los 12 estadios que se usarán para el campeonato, entre nuevos y reformados, muestra un costo de unos 8 mil millones de reales, cerca de 4 mil millones de dólares. Las cifras tienen 2.7 mil millones de reales más que el primer detalle estimado programado en 2010, y es casi cuatro veces la cifra que Brasil le informó a la FIFA que costaría la localía del Mundial en 2007.

Cada estadio es más caro de lo que se anticipó en un principio, y como ejemplo está el estadio Mané Garrincha de Brasilia, que fue financiado con fondos públicos y se transformó en el más costoso de todos, con US$900 millones, tres veces el estimado original. El recinto se convirtió en el segundo estadio de fútbol más caro de la historia, sólo detrás del nuevo Wembley de Inglaterra, que costó US$1.2 mil millones.

“Debe haber algo de corrupción”, declaró Sergio Nogueira Seabra, secretario de la transparencia y la prevención de corrupción en la contraloría general de Brasil en una entrevista. “Si los precios son muy altos, algo anda mal”, agregó.

La contraloría y un grupo de fiscales públicos se han dedicado a investigar los proyectos vinculados a la Copa del Mundo, que tiene un precio de referencia total de alrededor de US$11 mil millones. Su trabajo le ha ahorrado al gobierno 700 millones de reales hasta ahora, de acuerdo a contraloría, que ha puesto el foco en contratos, encontrando varios ejemplos de manipulación de precios y over-billing.

Ahorro en costos

Nogueira Seabra ha dicho que su oficina ha investigado una cifra de 2 mil millones de reales válidos en contratos de trabajos para los estadios de Manaus, Cuiabá y Río de Janeiro, donde la final será jugada el 13 de julio. Luego de su análisis, se ha logrado ahorrar cerca de 200 millones de reales. El equipo liderado por Nogueira no tiene la jurisdicción para investigar otros estadios. 

También comenta que no todos los ejemplos de sobreprecios son atribuibles a la corrupción. Forbes, en noviembre pasado, estimó que el costo promedio de corrupción en Brasil en 2013 puede alcanzar una cifra de US$53 mil millones. 

Casi cada estadio relacionado a la Copa del Mundo se ha retrasado. Algunos, incluyendo el de Sao Paulo, donde se disputará el partido inaugural entre Croacia y Brasil el 12 de junio, siguen en obras de construcción. 

Los contratos, donde normalmente se requiere un concurso público, fueron entregados directamente y sin oferentes debido a regulaciones de emergencia, según comenta Vinicius Panetto, fiscal público de Rio de Janeiro, quien ha investigado el trabajo en el estadio Maracaná. 

El abogado encontró que en los detalles estaba la trampa: el presupuesto original para estaciones de plástico para cambiar pañales en el estadio era de 10.800 reales (us$ 4.876) cada uno. Una reducción oportuna del 92% por ciento en ese costo, combinado con otro de los azulejos del baño, bajó el presupuesto en 7 millones de reales. Otro ejemplo: Una orden de 495 puertas que se utilizarán en el estadio se redujo a cinco, que proporcionarán otros 12 millones de reales en ahorros.

Protestas

El contralor Augusto Nardes criticó la falta de organización y planificación relacionadas a la Copa. Ha declarado que la infraestructura sin terminar será una vergüenza para el país cuando el torneo comience, sumando además a los 8 trabajadores fallecidos durante la construcción de los recintos.

Los costes de la puesta en escena del Mundial han dado lugar a una reacción negativa del público, incluyendo las mayores protestas en una generación, que estallaron durante la Copa Confederaciones del año pasado, que fueron “un calentamiento” para la Copa del Mundo. Una encuesta publicada por Datafolha en febrero mostró que el apoyo para la Copa Mundial había caído a un mínimo histórico del 52 por ciento, pese a que el fútbol es la pasión nacional de Brasil.

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