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Más créditos hechos a la medida

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Hace unos días leí la encuesta sobre créditos bancarios del cuarto trimestre del 2014 publicada por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). Una vez más, como fue la tónica del año pasado, se presentaron datos poco alentadores desde el punto de vista de la oferta de crédito. La percepción de los banqueros es que la oferta mantendrá sus restricciones tanto para las personas como para las Pymes. 

Esto implicará que será más difícil conseguir créditos de lo que era hace uno o dos años. Un claro ejemplo de esto son los créditos hipotecarios. Hace dos años se podían encontrar algunos que financiaban el 100% de la operación (la compra del bien).

Hoy, los mejores te prestan sólo el 80% del valor del bien. Entonces, si antes te querías comprar una propiedad de $90 millones de pesos, sólo necesitabas el dinero necesario para realizar los trámites notariales y de inscripción de propiedad en conservador de bienes raíces. Bajo estas nuevas directrices, tienes que contar con esto más un pie de por lo menos $18 millones de pesos. Con este simple ejemplo podemos ver que los créditos están siendo más restrictivos.

Entendemos que este escenario no favorece a quienes poseen poco dinero, que casi siempre son las Pymes.

Estas, dadas las limitaciones que vimos con anterioridad, terminan endeudándose caro. En algunos casos bajo condiciones financieras que, desde el punto de vista de su flujo mensual, no les favorecen en nada. Lo peor de todo es que estos préstamos son para cosas tan vitales como poder financiar sus proyectos, su inversión o adquirir capital para mantener flujos.

Para entender lo anterior quiero explicar lo siguiente y que he mencionado en columnas anteriores: los negocios no mueren por ser malos o porque el modelo no sea viable. Fracasan por falta de flujos, ¡por falta de caja!

Entonces, cuando una Pyme recurre a un crédito hay una variable que es clave y esa es la carga financiera mensual que este crédito significará. En palabras simples, cuánto costará cada mes este préstamo. Entonces, y lo que no mucha gente sabe o entiende, es que los créditos se pueden estructurar y acomodar a los flujos que tiene cada negocio. 

Tal vez, para muchos lo que estoy diciendo es obvio y dejarán de leer esta columna a partir de este punto, pero créanme que estoy todos los días en contacto con dueños y gerentes de Pymes que no tienen la menor idea que pueden hacer o solicitar esto.

Ellos creen que el banco les hace un favor cuando les presta dinero y que ya con el hecho de tener este capital en sus manos se tienen que someter a lo que se les imponga.

Para aclarar lo anterior, quiero dar un ejemplo muy claro: un agricultor solicita un crédito para poder sembrar maíz. Este préstamo es solicitado en agosto, para poder sembrar entre septiembre y octubre. Luego se pasa al proceso de regadío, fumigación, abono y todos los tratamientos necesarios para poder cosechar entre marzo y mayo. Por último se recolectan los ingresos de su cosecha en junio o julio. Acá es donde dependerá del tipo de comprador y sus políticas de pago, mientras mayor poder de negociación tiene el adquisidor, por lo general se dan peores condiciones de pago (en términos de plazos). 

Es por esto que sería un error entregarle a este agricultor un crédito en el cual tuviera que pagar capital e interés de manera mensual. Lo que este agricultor necesita es un crédito a 12 u 11 meses en el cual no tenga que pagar nada, ni interés ni capital y que al vencimiento del período tenga que pagar el total del crédito. O sea, interés más capital, similar a un bono cero cupón.

Para el agricultor esto no tendría que generar problemas, ya que para esa fecha (cuando se deba pagar el crédito) debería haber recibido el pago por su cosecha de maíz, lo que le permitiría cubrir sin mayores dificultades el costo del préstamo (se da por entendido que generó utilidades). Ahora, por lo general lo que se hace para poder estructurar este tipo de créditos, que poseen mayor riesgo por el rubro en el cual se mueven y la estructura de pago que tienen, es pedir garantías exógenas, para que en caso de que se queme la cosecha, se infecte o se congele, esta cubra la deuda.

Existen también los casos de las empresas que se ganan un gran proyecto, ese que tanto han esperado, el que les permitirá “pegar el salto”, como decimos de manera coloquial.

Ahora, para llevar a cabo este sueño van a necesitar capital de trabajo, por ende, es muy factible que esta empresa necesite un crédito diferente, tal vez uno que pague intereses mes a mes y que al final del período, cuando terminen el proyecto que ganaron y además estén pagados, puedan devolver todo el capital del préstamo más los intereses de la última cuota. Es muy probable que para poder armar este crédito con condiciones especiales les solicitarán garantías externas, para garantizar que tienen un respaldo en el caso que la empresa no pudiera pagar.

Entonces, si ordenamos toda esta información crediticia deberíamos partir así. Primero, existen en el mercado diferentes y múltiples formas de estructurar la manera en que se financia una empresa. Segundo, las entidades de financiamiento no le están haciendo un favor a nadie, es más, están cobrando por todo este servicio que prestan sin dar todos los escenarios posibles de préstamo.

Es por esto que, cuando se encuentren en una de estas encrucijadas, exijan que les presenten todas las alternativas que existen. Tercero, si tienen garantías, estas son su mayor y más grande apoyo para la solicitud de este tipo de créditos. Sobre todo en estos tiempos en que vemos que los bancos se vuelven más restrictivos al momento de ofrecer préstamos. Cuarto y último, deben evaluar la entidad a la cual se le solicitan los fondos; dado que los bancos hoy están poniendo más trabas, vale la pena darse el tiempo y evaluar nuevas opciones de financiamiento.

Mario Ortíz
Becual.com

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